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Jorge Camargo FPor: Jorge Camargo 

La construcción de la Paz es un proceso complejo e imperfecto, que reviste todo un compromiso institucional y personal, toda vez que no es una utopía. Pues se construye desde las esferas personales, a través de la disposición a escuchar, debatir, discernir y respetar.

Considero que no son enemigos de la Paz, quienes proponen, aportan y cuestionan los actuales diálogos de Paz en La Habana, Cuba. Por el contrario, desde su sabiduría y experiencia, sientan posiciones críticas y autónomas que sirven para darle rigor a la negociación, recogiendo el sentir de muchos colombianos quienes anhelamos la Paz; caso de Marta Lucia Ramírez, ex candidata presidencial y ex ministra de Estado.

Como propuestas de su campaña presidencial, Marta Lucía planteaba la necesidad de continuar con una negociación con condiciones, lo que se traduce en unos acuerdos mínimos no negociables, es decir, si nos encontramos en una fase de acuerdos protocolarios y parciales, como es el desarrollo y discusión de la agenda en común, compuesta por cinco puntos, es imperativo demostrar gestos de paz aportando a la construcción de confianza, ya sea mediante el cese al fuego, el desminado y su respectivo mapeo, o la suspensión del reclutamiento.

Dichas exigencias, no se encuentran desfasadas frente a la teoría del conflicto, como muchos «defensores» de La Paz lo intentan argumentar. Dado que Vinçen Fisas en el desarrollo de las fases habituales de un proceso de Paz, las menciona como garantes para que prospere la negociación a la fase de implementación, verificación y solución de controversias, de tal manera que de la negociación surta un acuerdo viable.

Recientemente, la ex ministra también propuso la creación de tribunales mixtos con magistrados nacionales e internacionales, en aras de cumplir con los acuerdos internacionales suscritos por el Estado colombiano, como el Estatuto de Roma. Iniciativa que busca brindarle garantías y el debido proceso a las partes, para de esa manera acatar el Derecho Internacional Penal y sus respectivas organizaciones, la Corte Penal Internacional y la Corte Internacional de Justicia, cuyas opiniones y sentencias son vinculantes para los Estados contratantes. Sirve de ejemplo Camboya, Kosovo y Sierra Leona.

En efecto, compromisos internacionales asumidos por Colombia como la convención de Ginebra (1949), la convención sobre la tortura y tratos crueles e inhumanos (1984), los protocolos sobre el Derecho Internacional Humanitario (1977) y el Estatuto de Roma (1998), tipifican los grandes crímenes que deben ser juzgados. Constituyéndose en delitos, la amenaza hacia la Paz, la seguridad y el bienestar de la Humanidad. Por tanto, cuando las FARC atentaron contra grupos étnicos y raciales, secuestraron y torturaron civiles, y atacaron de forma indiscriminada a la población civil, incurrieron en graves crímenes que ante la comunidad internacional deben penalizarse.

Para finalizar, señor Presidente, lo aliento a que continúe por el camino hacia la consecución de la Paz, en ultimas el artículo 22 de nuestra constitución lo exige, soy un fiel defensor de los diálogos, pero al igual que Marta Lucía, considero que deben darse bajo un marco de constitucionalidad, legalidad e inclusión.

T. @jorgecamargo92 

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