En Carta al Maestro Desconocido, William Ospina decía: “Se requiere, sin duda, que los maestros sean los más valorados de los recursos de una sociedad. Son los principales encargados de introducir a toda una nueva generación en el universo.” Así, el maestro más que un profeta del conocimiento es un compañero en la construcción colectiva de la sociedad, es un guía que a diario aprende y enseña, un maestro es quien desde su hermosa labor crea los fundamentos de la Colombia futura.
Un maestro es quien convierte la escuela en un gran centro de experimentación, donde se debe enseñar, más que adiestrar, y a los estudiantes a ser ciudadanos de un mundo que está en constante cambio, que obliga a nuestro sistema educativo y, por consiguiente, a nuestros educadores a estar a la vanguardia, para que así los educandos también lo estén. El educador, entre otros, asume la responsabilidad de interceder para que sus alumnos se puedan construir sus propias alas.
Gran responsabilidad tienen: educar para la paz, no para la competencia; para el trabajo en equipo, no para las actuaciones en solitario; para la vida, no para el olvido; para el respeto, no para la indiferencia y la intolerancia; para crear y juzgar ideas, no para consumirlas de modo mercantilista. Y finalmente, educar en relación con el mundo, con la gente y con uno mismo, educar para construir relaciones humanas mucho más dignas y solidarias.
Todo lo anterior, implica un trabajo conjunto con familias, estudiantes, instituciones, entre otros, pues un maestro, no es un faro de luz, no es el único poseedor del conocimiento. De modo que, estos no son quienes aplican el autoritarismo con vehemencia, pues los educadores son guías del aprendizaje y la construcción de país, así se constituyen como mediadores en el largo e inacabable camino de la educación. No es un sueño utópico la construcción colectiva del proceso educativo, es una realidad a la que todos nuestros esfuerzos deben apuntar. Tanto maestros como estudiantes tienen el deber a la reciprocidad del aprendizaje, pues como lo explica Ospina “en todos nosotros tiene que haber un maestro, así como en todos tiene que haber un alumno”.
Se celebra el día de quienes tienen el deber de apostar a una educación libre, crítica, alejada de las cárceles educativas en que muchas escuelas se convierten, ante lo cual mi invitación es a constituir una educación humanista y cooperativa, una educación con amplio sentido crítico, enfocada a lo político, lo ético y social. Los educadores, que asumen también el papel de compañeros, amigos, psicólogos, entre otros, evocan la importancia de la educación y su concepción como motor del desarrollo y de la sociedad. Esta profesión sumida en la indiferencia de unos y el olvido de otros es una de las más trascendentales para Colombia.
Simón Bolívar durante su campaña libertadora dijo: “Coronel, ¡Salve usted la patria!”, hoy después de estas reflexiones yo digo, Educadores ¡Salven ustedes la patria!
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