Seguridad en Medellín: De la vigilancia a la intervención estructural
Es claro que la inseguridad continua siendo una problemática de principal interés para los ciudadanos de Medellín; sin embargo, las realidades del fenómeno son realmente complejas de atacar y más aún la percepción sobre éste, es decir los imaginarios construidos con base en la realidad y la comunicación. Es por ello que la compleja problemática de la seguridad y todos los sus factores concernientes deben ser uno de los ejes transversales de la agenda de los candidatos para las elecciones regionales de octubre. La invitación es a impactar verdaderamente la ciudad a través de políticas públicas efectivas y transparentes.
Así pues, el próximo alcalde de Medellín tendrá que tomar trascendentales decisiones en el corto, mediano y largo plazo en orden a constituir en la práctica una ciudad gobernada por la legalidad. Primeramente, las tradicionales medidas policivas, como intervenciones coyunturales, es decir el aumento del pie de fuerza de los organismos de seguridad en la ciudad, así como la implementación de más cámaras, patrullajes y operativos para desarticular bandas delincuenciales, también es necesario constituir políticas de reeducación a los funcionarios públicos, tanto de la administración como las fuerzas del orden, de modo que se presenten como intermediarios del Estado y el ciudadano y no opresores de éste. Al reeducar las fuerzas de seguridad y asegurar su actuación en la legalidad y justa proporción se permite mayor cooperación ciudadano-Estado
En segundo lugar, es pertinente la articulación entre las distintas instituciones públicas y privadas en orden a aumentar la presencia institucional en las distintas comunas, de modo que se oferten todos los servicios que la ciudadanía tiene como derecho y, por tanto, se comience un proceso de legitimación Estatal que permita aumentar la confianza en los organismos legales; dicha presencia institucional se logra, entre otras,a través del aumento de la red de bibliotecas, jardines Buen Comienzo, centros de salud, estaciones de Policía, eficiencia en la investigación judicial y, necesariamente, de la prestación de servicios públicos que permitan unos mínimos de calidad de vida. Por lo cual, se logra terminar con el discurso de que a falta de presencia del gobierno las bandas delincuenciales se legitiman y lo reemplazan.
Finalmente, en tercer lugar, las distintas políticas antes mencionadas y la apuesta por procesos educativos y culturales de empoderamiento de las comunidades y formación crítica y humana, contribuyen a la construcción de una cultura de la legalidad y las buenas prácticas en los ciudadanos; es necesario generar vínculos de afecto con la ciudad, para que la ciudadanía se apropie de todos los espacios de la ciudad. De este modo, las políticas públicas deben pensarse en términos del corto, mediano y largo plazo, con el fin de que todos los objetivos estén articulados entre sí.
Finalmente, es importante resaltar que Medellín, históricamente, ha sido un eje de recepción de desmovilizados de grupos armados y que además es una ciudad de importancia regional, lo cual potenciará los retos que la ciudad debe asumir para un posible escenario del postconflicto, donde es necesaria la articulación y cooperación entre gobiernos locales y el Nacional para llevar a cabo estos retos para el corto, mediano y largo plazo.
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