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Jorge Camargo TovarPor: Jorge Camargo Tovar

Una lectura obligada del año electoral que cursamos permite avizorar un panorama no muy nutrido de propuestas, pero sí muy cargado de alianzas y cálculos electorales. ¿Con qué contamos a 3 meses de las elecciones?

Una investigación de la Fundación Paz y Reconciliación acerca de los candidatos a las diferentes alcaldías y gobernaciones en el país informa que en 19 departamentos hay 140 aspirantes con nexos ilegales e investigaciones en curso, lo cual constituiría un 60% del país con alto riesgo de fraude electoral y corrupción. En esta ocasión analizaremos el caso de Bogotá, que aunque no hace parte de los datos presentados, atraviesa por una situación preocupante.

Tras el paso de la Bogotá Humana, hallamos una Capital llena de buenas propuestas, mal ejecutadas. ¿Acaso alguien a quien le preocupe la ciudad se opondría a la defensa de los animales, a los jardines infantiles, a la lucha contra la inequidad o a las “Basuras cero”? Seguramente nadie, lo que sí inquieta a la ciudadanía y a lo que sí se oponen quienes viven, estudian, trabajan y visitan Bogotá es a la improvisación, la inseguridad, el caos vehicular, la corrupción en la contratación y el incumplimiento de las promesas de campaña.

A Petro le hicieron falta los cursos de Administración Pública que se dictan a servidores y funcionarios públicos; debió entender que el salto de Congresista a Alcalde requiere más que habilidad para los discursos, para llenar la plaza pública y para trinar. En la Administración Distrital hizó falta estabilidad política desde el gabinete de gobierno hasta en sus relaciones con el Ejecutivo.

En Bogotá fuimos víctimas de un cambio en el esquema de basuras que, aunque necesario debido a que el modelo de recolección debe ser mixto para que el Distrito tenga y reciba participación, fue motivo para intoxicar a la ciudadanía. Estuvimos al borde de la emergencia en salubridad, todo gracias a que el Alcalde desconoce los ciclos de diseño e implementación de una política pública y no recibió asesorías, porque ante todo estaba el pulso de su lucha por incomodar a las “mafias privadas”.

Para quienes subestiman la identidad ideológica a la hora de ejecutar, administrar y gobernar, Petro resulta ser la antítesis a esta postura que minimiza las doctrinas ideológicas y por ende a los partidos políticos, pues su movimiento político “Progresista”, resultó ser la apología al caudillismo propio del socialismo del siglo XXI, donde la libre competencia, la libre empresa y la propiedad privada se vieron reprimidas, ello sumado a la cooptación de los medios de comunicación para la propaganda política, como es el caso del Canal Capital. Razón para prestarle mayor atención a la colectividad a la que pertenecen los candidatos.

Bogotá se ha bandeado entre los coletazos de la izquierda; por eso, que el Polo se muestre como una alternativa para Bogotá con Clara López no es razonable, toda vez que la candidata López ya fue secretaria de Gobierno en la administración pasada, en la cual culminó el periodo como Alcaldesa encargada y, por si fuera poco, ha postulado su nombre como fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro en el año 2010 y como candidata presidencial del Polo en el año 2014. Por tanto, de renovación poco, de continuidad mucho.

A estas alturas vemos que los esfuerzos de los candidatos se han concentrado en el cálculo electoral y las alianzas, es decir, su interés no está en exponer ideas sino en tener vitrina. Por eso con asombro se percibe que les interesa más el Palacio Liévano que la ciudad. Contamos con candidaturas que datan de hace un año, pues no habían terminado campaña presidencial y ya optaban por Bogotá como escampadero de sus pretensiones burocráticas, dejándonos el siguiente saldo.

El candidato a regañadientes: Pacho Santos, pues la consolación que le tuvieron que dar fue el aval de Centro Democrático a la alcaldía de Bogotá, luego de ser despachado en su intento por la candidatura a la presidencia que le ganó Zuluaga.

El candidato endeudado: Rafael Pardo, quien en los últimos meses, como es costumbre en la Unidad Nacional, se dedicó a establecer alianzas indiscrimidas con diferentes orillas políticas y religiosas, entre las que se cuentan 4 partidos políticos y un grupo religioso. Pero del mismo modo, de ser electo le tocará pagar tantos apoyos, no del todo desinteresados.

Y por último, el candidato que hace parte del paisaje: Peñalosa, que al paso que va, ya lo van a confundir con el logo de la Registraduría en el tarjetón, porque en cuanta contienda electoral que exista él se postula, siendo este su quinto intento.

En suma, lo único cierto es que en Bogotá es prioritario atender los problemas de seguridad y movilidad, temas ineludibles en la agenda, pero lo realmente urgente es combatir la corrupción, fenómeno que nos dejó escándalos como el de la 26, la maquina tapa huecos y a la Policía como una de las instituciones más desprestigiadas. He ahí el problema de la inseguridad y el caos vehicular: que se robaron el dinero para intervenir estas problemáticas.

Twitter: @jorgecamargo92

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