Muchos temas han existido de forma permanente en nuestro país como por ejemplo la corrupción, el matrimonio igualitario, el aborto, la “paz”, fracking, etc, sin embargo, creo que se ha dejado uno de lado, uno que ha cobrado más sueños y ha estado más presente desde la existencia misma de la humanidad y nunca se ha tratado con la dedicación necesaria: la paternidad responsable.
En ámbitos de la construcción del hombre en sociedad siempre se ha valorado más al ‘macho’ que tiene más parejas. Así mismo, se es valorado aquel que es “vivo”, es decir que no paga sus obligaciones, mezcla nefasta para un país tan inequitativo, en el cual sus ciudadanos siempre buscan la forma fácil de salirse de un compromiso natural como es el caso de la paternidad.
Primero, veo con curiosidad el termino de familia “tradicional” cuando nos referimos (claro que me incluyo) a tradicional como papá, mamá e hijos, cuando lo tradicional en Colombia es madre soltera, abuelas teniendo que trabajar el doble para guiar a hijas que cometieron el mismo error que ellas en sus mejores épocas y padres de gran cantidad de hijos no reconocidos, que prefieren no tener un ingreso adicional antes que gastarlo en una mejor calidad de vida para sus pequeños.
Segundo, aplica un tema tortuoso para muchas madres en el país: el desconocimiento de la justicia en derecho de familia, aparte de funcionarios desinteresados en los problemas del pueblo al que deben atender.
Muchos son los casos en los que la madre demanda la fijación de cuota alimentaria, pocos en los que el padre la solicita por si mismo y si lo hace es para que le quede lo más bajo posible.
La generalidad son los casos de mujeres que prefieren no acudir a los órganos administrativos o judiciales debido a que termina siendo peor el remedio que la enfermedad. Hay casos en los que el excompañero exige retribución sexual o de otra índole. En otras oportunidades se evidencian chantajes emocionales o de violencia psicología cada vez que la persona va a entregar el dinero de la cuota.
El abuso permanente se suma a la falta solidaridad que existe como sociedad, al orgullo, a la falta de atención oportuna en estos casos. Como sociedad no se condena al político con hijos no reconocidos, no solo por los políticos si no sus más cercanos asesores, a ello no le merece repudio de quien lo contrató, menos recriminación de sus electores.
La mujer que por orgullo decide llevar la carga de la crianza sola viola exclusivamente el derecho de su hijo a la filiación, a saber quién es su padre (así sea un imbécil, el menor tiene derecho a saber de su progenitor), esta clase de actos facilita que otras personas caigan en lo mismo y que el responsable nunca responda.
¿Qué debe hacer el Estado? ¿qué norma se debe crear? En lo personal, creo que debe existir un “tatequieto”a esta situación de abuso y que sea efectiva, un embargo preventivo a los salarios, una exclusión laboral… algo. Al final de cuentas esto genera un riesgo para la sociedad, para la economía y para quienes están por nacer.
Hacen falta propuestas, hacen falta profesionales capacitados y mecanismos de información tanto públicos como privados para conocer casos de fraude por insolvencia, o conocer las particularidades de los casos, pero más que eso hace falta este debate en nuestro país.
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