A cuatro meses de las elecciones de Consejos de Juventud veo, con algo de preocupación, que estas han sido unas elecciones imprevistas y especialmente improvisadas, para dar contentillo ante el caos social que demandaba aún mayor atención del gobierno hacia los jóvenes. Sin embargo, al haber sido un tema postergado tras la pandemia, que parecía estar engavetado y sin ningún tipo de relevancia para la Registraduría, la coyuntura puso a correr al gobierno con la gestión y logística de este evento electoral y junto a él a cientos de organizaciones juveniles, incluyendo partidos.
Me pregunto entonces, si ¿aplicará para este caso el famoso adagio de que ‘‘del afán solo queda el cansancio’’? y me surge tal cuestión porque con el desorden que se evidenció a tan solo un día para cerrar inscripción de listas independientes ante las Registraduría, pues la plataforma estaba caída y las registradurías locales en su mayoría desorientadas y sin saber qué hacer, dando la insólita respuesta de permitir que se hicieran inscripciones físicas hasta las 6:00 pm el último día, con un aviso de menos de 2 horas a los registradores auxiliares, tal como pasó este miércoles 28 de junio, según la queja del edil de Fontibón Julián Triana.
Sumado a los problemas técnicos, hay una serie de cuestiones de índole moral y práctico que es importante destacar, para entender aquello presentado como una gran oportunidad para la participación incidente de los jóvenes, está planteada de tal modo que no es una elección netamente democrática por la forma en que se conforman las listas: cerradas (se vota por el partido o movimiento y quienes quedan electos es acorde al orden en que se conforma la lista) y tipo cremallera (se intercala en cada renglón el género: hombre-mujer-hombre o mujer-hombre- mujer). Esto va a hacer que, para el tema de avales, en el caso de los partidos, terminen primando en este órgano las cuotas burocráticas de varios políticos con trayectoria para este órgano.
Así se lancen 17 candidatos (para el caso de las ciudades con más de 100.000 habitantes) en una lista cerrada, es evidente que, según el porcentaje correspondiente a cada tipo de lista, máximo podrían quedar 5 elegidos por partidos, 5 por procesos y prácticas organizativas, 5 o 6 por listas independientes y 1 o 2 por curules para comunidades étnicas, pero en estas el proceso de elección es distinto. Eso, sin contar que para esas 5 curules correspondientes al porcentaje para cada tipo de lista entran a competir los distintos partidos y organizaciones, aplicando la matemática electoral podrá quedar en promedio 1 o 2 candidatos si la votación es arrasadora para alcanzar una curul.
Por ello, es importante que quienes entren a conformar las listas más abajo del quinto renglón sean conscientes de que podrían llegar a ser simplemente candidatos de relleno, porque la normativa de la Registraduría no es muy clara en poner límite de candidatos acorde al porcentaje según la cifra repartidora de los distintos tipos de lista y deja abierta la cantidad de candidatos por lista al total máximo de curules que tiene el Consejo (7, 13 o 17). La explicación de algunos para esto es que cuando algún consejero deje de tener la edad apta, en caso de superar los 28 años en su periodo o por circunstancias de distinta índole deje su cargo, tenga quien lo reemplace.
Pese a lo pronto de las elecciones, que se realizarán por primera vez, se percibe aun mucha desinformación y confusión sobre los CMJ/CLJ. Quienes deberán participar son jóvenes entre los 14 y 28 años, es decir, el grueso en la pirámide poblacional de Colombia, pues según proyecciones del DANE para el año 2020, se estimó una población de 10.990.268 jóvenes de 14 a 26 años que representan el 21,8% de la población total. Habrá que ver cuántos estos de participan.
La normativa no ha sido clara y se ha modificado sobre la marcha. Muchos jóvenes no tienen mayor idea de estas elecciones, más allá́ de los activistas o quienes tienen un claro interés sobre los asuntos políticos y públicos, pues lo comunicado en medios es aún pobre. Aunque varios jóvenes, partidos y líderes juveniles están haciendo esfuerzos por difundir y posicionar este tema, sigue siendo insuficiente, pues se encuentran en una carrera contrarreloj de 4 meses debido al aplazamiento de las elecciones por las cuarentenas decretadas con ocasión de la pandemia y tras la coyuntura del paro se retomaron.
Veo una serie de problemas venideros. En primer lugar, las listas al ser cerradas disminuirán la posibilidad de participación por convocatoria a nombre personal, a raíz de los votos orientados por el logo de un partido o un movimiento. En segundo lugar, también habrá́ la influencia de personas poderosas tales como congresistas, concejales y ediles queriendo tener sus cuotas encabezando las listas, pese a que los procesos juveniles deberían ser independientes. No digo que vaya a pasar en todos los partidos, pero son altas las probabilidades.
Tampoco podemos dejar atrás el tiempo que hubo para recolección de firmas. Teniendo en cuenta la pandemia y la inexperiencia o falta de maquinaria y aparatos políticos de los jóvenes candidatos, la recolección de firmas para los movimientos independientes iba a hacer su proceso más complejo.
Por otro lado, es importante destacar que la no remuneración del cargo de consejero y la inhabilidad de participar en las elecciones quienes sean funcionarios o contratistas del Estado, limita más la participación de los mayores de edad, pues a pesar de ser una gran oportunidad para un estudiante sin responsabilidades financieras, no puede predicarse lo mismo de quien debe trabajar para obtener ingresos.
Los futuros consejeros, que harán este trabajo sin paga, solo con la mera convicción de trabajar por los jóvenes tal como lo hacen las juntas de acción comunal, para demostrar de cierto modo su capacidad de gestión. Además, para aquellos con el deseo de seguir una carrera política, el cargo les brinda la oportunidad de posicionarse ante el público hacia otros escenarios electorales venideros.
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