Los estudiantes de la Universidad de Antioquia a través de la asamblea, han decidido, en los últimos 4 meses perturbar la normalidad del claustro. A través del llamado paro indefinido, que es tan violento y antidemocrático como la asamblea misma.
Al parecer la asamblea de estudiantes mientras pide más recursos para la educación pública cesa clases en la principal universidad del departamento, desperdiciando los ya pocos dineros de la desfinanciada institución. Olvida, este ente paquidérmico, que los recursos públicos implican un manejo aún más sagrado y delicado que los privados, por tanto la solución no es parar. El antídoto no es pasar por los derechos de los estudiantes que sí quieren estudiar.
El paro lo han querido justificar –principalmente- en el cambio del reglamento de la universidad, pues un sector de los estudiantes ha demostrado su miedo por las políticas de un rector que lo que busca es aumentar la calidad, eficacia y eficiencia en la conducción del claustro.
Por otro lado, se tilda de “privatizante” y “elitista” el cambio del examen de admisión, cuando la gran mayoría de aspirantes provienen de estratos bajos y colegios públicos. ¿Que hay fallas estructurales del sistema educativo público? Sin lugar a dudas, pero no por ello una institución como la Universidad de Antioquia puede permitirse bajar su nivel académico y aumentar su ya desacreditada imagen.
Es tiempo de reformas y políticas que aseguren elevar los niveles de calidad y disminuir los de deserción, donde el primer paso fue el cambio del examen de admisión, pero el siguiente debe ser la reforma del reglamento estudiantil. Hay que jugársela por un examen que exija que a la Universidad de Antioquia ingresen única y exclusivamente los mejores, quienes tengan habilidades en lógica matemática y comprensión lectora, pero también a quienes su disciplina y constancia han probado que tienen experticia y calidad en su vocación u orientación vocacional. Asimismo, es necesario un reglamento que exija altos estándares de calidad que aseguren que los recursos públicos se inviertan eficientemente en cada estudiante.
En definitiva el Estado y la universidad pública no pueden ser subsidiarios de la mediocridad, ni cómplices del populismo: ese que dice que todo es gratis –todo es un derecho- y no importa que se malversen los impuestos que pagan la educación.
De acuerdo, no podemos tolerar que algunos agitadores de oficio, perjudiquen a la mayoría que queremos avanzar en nuestros sueños. Desde que se les ha venido tolerando, han tomado cada día más fuerza, por la pasividad de los que sí queremos estudiar, y la consecuencia, es la pérdida de valiosos tiempo y recursos irrecuperables, y lo más grave: el descenso de la imagen institucional que es cada día más notoria y angustiante, no sólo a nivel nacional, sino internacional. Miremos las estadísticas de los índices calidad de nuestras universidades, para que nos demos cuenta hacia dónde vamos con nuestra Alma Mater..
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TOTALMENTE DE ACUERDO
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Totalmente de acuerdo con su artículo, flaco servicio le hacen a la calidad educativa los paros, hay que hacer todo lo contrario; la universidad de Antioquia es un activo que hay que cuidar llevándola al nivel que merece; colocarla al nivel de las mejores del mundo y eso no se hace fomentando paros y mediocridad; dejen ese discurso mamerto y dediquémonos ha aprender, la investigación y la innovación alcanzar el siguiente nivel de desarrollo no es quedándose sin hacer nada y el que no quiera hacer no perjudique a los que si
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