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Macondo fue el país invitado a la Feria del libro. En principio, me gustó la idea por novedosa y por ser un homenaje más que merecido a Gabriel García Márquez, cuya muerte nos sorprendió a todos y no dio tiempo para prepararle una merecida despedida en el marco de la Feria del libro del año anterior. A algunos les pareció pretencioso y facilista que se escogiera un pueblo imaginario como país invitado, pero yo quise darme un compás de espera y visitar la feria antes de hacer juicios sin conocimiento de causa.
Luego de haber asistido a Corferias y pasearme por el Macondo que se inventaron para celebrar a García Márquez, puedo decir, ahora sí, que resultó ser un gran fiasco.
Para empezar, en la entrada del pabellón había un cartel gigantesco con las primeras líneas de Cien años de soledad, lo que auguraba que al menos habría un buen número de lugares comunes: las mariposas amarillas, los pescaditos de oro, los animalitos que preparaba Úrsula, qué se yo, pero ni eso.
El recinto parecía una fila interminable de parque de diversiones, en donde ofrecen pequeños divertimentos para que a los clientes no se les haga larga la espera. Había varias instalaciones que hacían referencias cada vez más abstractas a los tópicos macondianos, como la guerra civil que vivió el coronel Aureliano Buendía o una plantación caleidoscópica de banano.
También vi a un gitano triste en una carreta de juguete, algunos objetos representativos de Cien años de soledad con un juego de sombras atrapabobos y el montaje de una gallera en la que nunca se asomó el fantasma de Prudencio Aguilar.
Pero tal vez lo que más me decepcionó fue la biografía de García Márquez, dispuesta en diferentes vitrinas que daban la impresión de ser un periódico mural de un colegio, compuesto por textos impresos como de afán en hojitas de colores y fotos que los seguidores de García Márquez ya nos sabemos de memoria.
Tal vez los organizadores de la feria intentaron mostrarnos el Macondo devastado que quedó luego del diluvio de más de cuatro años, o el pueblo fantasma que le tocó vivir a Aureliano Babilonia, pero el caso es que, como el huracán que se lleva al pueblo, los creativos de este Macondo de plastilina arrasaron con los imaginarios que teníamos los lectores de García Márquez. Irónicamente, lo único macondiano que presencié, fue el robo de un ejemplar autografiado de la primera edición de Cien años de soledad y el despropósito de la Fiscalía de pedir veinte años de cárcel al ladrón. Hubiera sido menos ridículo condenarlo a cien años de soledad.
Hablando de Macondo, escribí una novela en homenaje a García Márquez. Aquí puedes leerla gratis.
Twitter: @andresburgosb
Hablan
Irónicamente, lo único macondiano que presencié, fue el robo de un ejemplar autografiado de la primera edición de Cien años de soledad
Andrés…¿ usted estaba presente cuando robaron el libro ????….cuente, cuente …. ¿ cómo fue la cosa ???…¿ ya dio su declaración ante la fiscalía ??
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Habría querido estar ahi y ver un poco de lo que relatas pero no puedo dcir más que me habría gustado robar el libro jaja..
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Pero si vieras la hermosa carroza que le rindio homenaje a GGM en los carnavales de negros y blancos en Pasto, esta pasado 6 de enero, tendrías un buen motivo para celebrar y degustar.
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Totalmente de acuerdo, el toldo negro que cubria todo el lugar me parecio lo más lugubre que se hayan podido inventar, el colorido caribe no aparecio por ningún lado. Les falto a los “creativos” recrear los ambientes que Gabo dejaba ver en sus novelas, estuvo mejor lo que se hizo el año pasado en homenaje a él. Definitivamente les falto bastante.
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