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Las opiniones ligeras y el sentimentalismo patriótico se juntan nuevamente, esta vez para reclamar el tesoro del galeón San José.

Yo también quisiera que, en caso de haber tesoro, se quedara con nosotros, que sirva para invertir en el país y que la corrupción no se lo robe tanto. El problema es que mis deseos y los de millones de colombianos se podrían diluir frente a argumentos más contundentes: no podemos simplemente afirmar que el tesoro nos corresponde por el hecho de que haya naufragado en aguas colombianas, no podemos pensar con el deseo.

Que nuestro gobierno haya encontrado el tesoro en nuestras aguas puede llegar a ser un argumento fuerte, pero también hay que tener en cuenta que hay otros factores que entran en juego. Uno de ellos es la política internacional, asunto en el que a Colombia no le ha ido muy bien en los últimos años.

España tiene fuertes argumentos legales para reclamar el tesoro, no solo por la simple razón de que el galeón tiene su bandera y se dirigía hacia sus costas, que ya parece argumento suficiente. Además de las convenciones de la Unesco, que le dan la razón a la “madre patria”, hay una sonora jurisprudencia que no nos deja en el mejor de los mundos posibles: en 2007, luego de un largo litigio, España se quedó con el tesoro de la fragata Las Mercedes, cuyo naufragio, a manos de los británicos, permaneció bajo las aguas de Portugal; escenario muy parecido al que hoy se presenta con Colombia.

Pero no sólo España quiere el botín, también Perú está en su derecho ya que las riquezas del galeón provenían del Virreinato de Perú y su paso por las costas colombianas sólo fue para hacer algunas reparaciones. Sumado a lo anterior, habría que preguntarse si los descendientes de los legítimos dueños de ese tesoro también podrían alegar su pertenencia. En el cuaderno de bitácora del galeón están reseñados cientos de nombres de criollos y españoles que naufragaron junto con su patrimonio. ¿Acaso no tendría derecho a reclamar quien demuestre parentesco directo con alguno de estos comerciantes?

Toda esta información no es nueva, sólo recojo lo que han replicado los medios nacionales. Aunque seguramente el gobierno colombiano usará todos los argumentos a su favor para quedarse con el tesoro, como la ley 1675 de 2013 que parece hecha a la medida, ¿no es obvio que estamos reclamando con demasiada ligereza un tesoro que todavía no nos pertenece?

Quisiera unirme al optimismo y a la ingenuidad de los que creen que el hecho de que nuestro gobierno haya encontrado este tesoro basta para reclamarlo como propio y que, por extensión romántica, es una manera de restablecer nuestros derechos como ciudadanos libres del yugo español, pero ese tipo de argumentos, además de cursis, están al margen de una discusión seria de un evento particular que se enmarca en la majestad del derecho internacional y del que ya hay una jurisprudencia.

Pienso que se nos viene un litigio difícil de enfrentar, que tendremos que invertir millones de dólares en la defensa de ese tesoro y que no es tan seguro que nos quedemos con él. Ojalá me equivoque.

Twitter: @andresburgosb

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