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Alguna vez hice un intento de conformar un grupo de «taxistas ejemplares» que debían cumplir unos fuertes requisitos para poder recomendarlos. De cien personas que entrevisté pasaron el filtro únicamente seis. Me tildaron de prepotente y de tener poca visión de negocio, pero preferí quedarme con mis principios y trabajar con ese reducido grupo de conductores que me permitirían dormir plácidamente y tener la conciencia tranquila. Entendí que una sola golondrina no hace verano y me conformé con hacer las cosas correctamente en su debido momento. Los que leen este blog con frecuencia, saben que siempre he tratado de ponerme del lado del usuario de taxi y tal vez por eso me tienen en cuenta para opinar en algunos escenarios privados.

Hay una frase muy sabia que dice que «cuando uno no se mete con la política, la política se mete con uno». Pues bien, el pasado 28 de junio tuve la oportunidad de ser invitado por el representante a la Cámara del Centro Democrático, Edward Rodríguez, quien en el segundo semestre del año pasará un proyecto de ley denominado, «el taxista, un ciudadano ejemplar». La idea es legislar sobre normas y nuevos requisitos a nivel nacional para poder ejercer el oficio de conductor de servicio público individual. Actualmente, y como lo he expresado antes, poco es lo que se exige para obtener un pase de servicio público (18 años y quinto de primaria).
centrodemocratico
En este foro informativo se escucharon diferentes opiniones; las de sectores radicales que quieren que todo siga igual, las de las empresas de taxi que mostraron poco interés en el tema (solo asistieron representantes de Taxis Libres), las del Ministerio de Transporte que está interesado en el tema de mejorar los requisitos aceptando que se está fallando, la de la Secretaría de Movilidad de Bogotá que fue con una propuesta concreta de profesionalización y capacitación de los taxistas, la del Comandante de la Policía de Tránsito de la capital que expresó, entre otras cosas, que necesita tener más herramientas para sancionar tanto la ilegalidad en el transporte como los malos comportamientos de los «amarillos». También, y aunque no estaba en el orden del día, irrumpió en el recinto el senador Jorge Enrique Robledo quien solicitó la palabra para dar sus apreciaciones sobre el tema. Debo reconocer que es un gran orador, pero en mi concepto decepcionó porque en un discurso populista se dedicó a decir que Uber debe ser bloqueada, que es ilegal, que es competencia desleal (de hecho pienso que lo es) y ya al final de su intervención hizo una débil mención diciendo que sí, que los taxistas tenían cosas por mejorar. Desaprovechó una excelente oportunidad para aportar sobre el tema realmente importante que se estaba discutiendo.
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Yo jamás me imaginé que iba a estar en el escenario en donde se legislan las normas para todos los colombianos; cuando me hicieron el llamado debo reconocer que se me pasó por la cabeza lo que a muchos de los que leen también pensarán. Que el congreso es un nido de ratas (no se me perdió nada afortunadamente), que no trabajan, que no hacen un carajo y que solo van a calentar el puesto para después recibir un salario de alrededor de 28 millones de pesos. Me demoré en dar el sí, pero me quedé reflexionando y no quise que mi discurso durante años se quedara solo en un blog de opinión o en algunos cuantos trinos que me identificaban con lo que pensaba el usuario promedio de taxi en Bogotá. Quiero aportar, quiero que el taxista recapacite y se dé cuenta que debe tratar respetuosamente a su cliente, que es quien finalmente le permite llevar un sustento a su hogar todos los días. Quiero que el taxista tenga unas condiciones laborales idóneas que le permitan hacer su trabajo con gusto, quiero que el Ministerio de Transporte no expida un pase de servicio público a cualquiera que se le ocurra manejar, quiero que el taxista bogotano tenga conocimiento de su ciudad y sea un embajador, pues es el primer contacto de muchos turistas nacionales y extranjeros.
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Por un cliente bien atendido ahora me desempeño en otra área laboral; el creyó en mi y me dio la oportunidad. También la mejor amiga que tengo la conocí siendo mi pasajera ocasional; son muchas cosas buenas que me dio el haber ejercido un oficio que hoy en día se está desdibujando y que se está empezando a ver más como una pandilla que hace lo que quiere en las diferentes ciudades de Colombia, como un gremio sin control y sin rumbo. Si el proyecto de ley llega a ser aprobado se tendrán herramientas para poner en cintura a los taxistas, los usuarios tendrán la posibilidad de calificarlos, pero también se busca que se termine con la explotación de los grandes empresarios de taxis y los dueños de muchos vehículos que actualmente no aportan un solo peso para la seguridad social de sus empleados, los cuales no tienen cesantías ni vacaciones pagas. Esto último es muy importante para un conductor que tiene que estar en promedio 14 horas manejando en ciudades complicadas en temas de movilidad y seguridad.

Termino este escrito con la misma frase con la que terminé mi intervención en la Cámara de Representantes, «mi ciudad más que taxis de lujo necesita taxistas de lujo».

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