Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.


Es tradición de los bogotanos salir a almorzar los fines de semana a los diferentes pueblos de la sabana de Cundinamarca. Chía, Funza, Mosquera, Sopó y otros muchos que tienen una gran oferta gastronómica. Pero Cajicá es tal vez de esas poblaciones aún inexploradas que merece que se le resalte; es por eso que en una visita que hice a la catedral de sal de Zipaquirá en el tren turístico de la sabana, ya regresando, busqué almorzar cerca de la estación donde para el tren para que los turistas hagan compras y coman algo. Ahí fue donde me encontré el restaurante campestre Los calzones de mi abuela, en una vieja casona esquinera, pero muy amplia y con dos ambientes diferentes. Uno como de paredes con corotos antiguos y otro campestre muy agradable; pero faltaba ver la carta para corroborar si el sitio era bueno.
1
Con sorpresa me encontré con mas de 15 platos de todos los tipos de carnes, pollos, pescados, y lo que más me gusta a mi, que no es otra cosa que la parrilla variada que lleve morcilla, longaniza, chunchullo, arepa boyacense y como ocho ingredientes más. Pero Los calzones de la abuela no es solo parrilla; hay que probar las más de cuatro opciones de sopas hechas en leña para darse cuenta que la señora de la cocina (a la cual saludé y pasé a felicitar antes de irme) le pone mucho amor y empeño a sus preparaciones, y eso es básico en un restaurante. Los meseros entre hombres y mujeres fueron todos muy amables y estuvieron pendientes de mi en cada cosa que solicitaba; no es uno de esos sitios en donde se desaparecen o hay muy poco personal. Mientras me comía mi parrillada pude ver varias presentaciones con bailes típicos de la región cundiboyacense; yo me imagino que esto está más pensado para los turistas extranjeros que vienen de visitar la catedral en Zipa, pero igual lo disfruté porque muy pocas veces tenemos la oportunidad de apreciar el torbellino o la guabina.
2
El sitio es tan agradable, y la experiencia entre la comida y la atención fue tan buena, que decidí quedarme del tren para hacer turismo en Cajicá, comprar algunas artesanías, visitar su iglesia y recorrer su parque principal. En ese momento me di cuenta que el municipio tiene más opciones gastronómicas (como unas empanaditas famosas que venden en el parque) y que tal vez vale la pena regresar y darle otra oportunidad a Cajicá. Lo que pasa es que a veces por pereza uno se queda en lo que esté más cerca y más a la mano de la capital. Los calzones de mi abuela es un embajador de Cajicá. Prometo que volveré a buscar más sitios, pues el municipio merece ser lugar de continua visita por parte de nosotros los colombianos, y por supuesto de los «gringos» que vienen a nuestra región.

La dirección del restaurante es carrera 2 No 3-94 Parque de la estación.

Compartir post