«Bienaventurados los que sufren, porque ellos serán consolados.» – dice la biblia. Así, que tranquilos con las pintas mundialistas con los 500 de Charosky.
Pintas que son furor mediático, las más inusuales del momento, y vaya audacia, son bien exóticas, arruga-frente y todo. Ante la pregunta de ¿quien se pone eso? muchos coinciden al unísono: ¡Las Bendecidas y Afortunadas!.
Y a menos que viva a lo edad de piedra style, sin redes sociales, en un par de segundos de investigar se entera y la capta. Yo quedé: impaktada.
Pero, ¿No íbamos por el jean sinbol? ¿de dónde salieron? luego de una breve pesquisa, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Resulta que es un fenómeno social de mujeres que hace un par de meses vienen haciendo bulla con sus pintas e imagen en instagram o twitter y todo en el nombre del Santísimo Señor, ¿cual señor? ése mismo. Y esto no precisamente hace un par de meses nació, lo que pasa es que ahora usan más el smartphone ¡que también les dio el Señor!
El cura de la parroquia me dijo que bendecida y afortunada es la mujer que actúa, se viste y comporta con decoro haciendo el bien en su comunidad. Que pena con el cura, pero en instagram, twitter y facebook me dijeron otra cosa:
«Bendecida y afortunada, dícese de la mujer que sale semi-en-bola con el último Rolex (pronunciaba rolets pero escaló) con los zanotti y el trikini de agua bendita. Para sonar como una buena mujer ponen primero Dios, Dios siento me bendice, o el señor me bendice (el señor de la Prado). Dícese también de aquella que se toma la selfie -auto-foto- en el gym y tiene la marcación (notoria) y la fibrosis casi que a nivel quístico, y dice: gracias señor por que este cuerpo lo he conseguido con mucho esfuerzo y la genética que me diste, si si! Lo vi en instagram! Esas son las bendecidas» – Explica Juliana Semaan Varona, diseñadora de joyas caleña.
«Yo deduje que se trata de un termino medio sarcástico para referirse a mujeres que andan con «el Señor» y ultimamente publican fotos mostrando sus trabajados cuerpos (trabajados por cirujanos y en gimnasios) y a la vez alaban a Dios en sus narcisistas fotos.» – Diana Lorena, estudiante.
En ese orden de ideas, y después de ver las fotos que circulan libremente en nichos sociales con cualquier cantidad de pintas quedé #IMPAKTADA, ya hay colecciones inspiradas en el uniforme de la Selección Colombia y más allá en el bendecidas y afortunada style. Han dado mucho de que hablar, algunas causan gracia, otras impactan desangrando ojos o son un simple reflejo de como el mercado en el buen rebusque define que hay un alto porcentaje de la población femenina colombiana bendecida y afortunada, cuya religión es la sexualización de sus bendiciones, la ropa, sin limite alguno.
Bastante distante a ser sensual. Pero de todo hay en la viña del señor y todas las manifestaciones de estilo hacen parte de la idiosincrasia de un pueblo. A la mujer latina promedio -moderna- le gusta vestir sexy pero sin parecer loba, que se note que fue a la universidad y los valores morales inculcados evitando caer en estereotipos de lo lobosky-sabrosky y esta el otro lado de mujeres cuya mentalidad estilista es me pelo toda o nada con pintas bastante impactantes que hasta a un ciego espantan. Por ejemplo, las nuevas bendecidas y afortunadas.
Y así es la moda, un lenguaje; y a través en las más antiguas civilizaciones el vestuario ha sido una herramienta de distinción entre la sociedad. Por ejemplo, los egipcios o romanos de máximo casta social pensaban que si ante los ojos de un Dios somos iguales pues en la tierra el vestuario nos distingue de los mortales, y se llenaban de multitud de joyas vistosas, textiles y diseños fuera de lo medianamente visto para probarle a la sociedad que no eran del común. La moda es un lenguaje complejo y cada cual habla -y se viste- como quiere. Pero de que genera opiniones, las generará siempre gústele a quien le guste. Lo que nos ponemos da para hablar y nos gusta que hablen de nosotros.
¿Qué es lo que pasa entonces? somos una mixtura particular, desde los ZARA lovers a los jean levanta cola lovers, pasando por marcas de lujo externas o colombianas, donde los leggings hello kitty van a juego con la moto y el casco, donde todo el mundo raja de Studio F por sepsi pero en su closet hay una prenda -por lo menos- de la multinacional. El rebusque esta a la orden del día y la moda impacta y parece leerse ahora en los nichos de redes sociales como instagram de forma drástica y expresa a gritos esa creatividad colombiana que estalla ojos en algunos casos. Lo anti-estético es lo estético. y toda belleza es subjetiva. Donde el brillante charosky es poder, donde el jean debe levantar la nalga y la transparencia mal puesta no debe faltar. Todo sin elegancia porque esa se fue a Francia, o donde ser la valla pubicitaria de marcas de lujo es lo máximo.
Y a propósito de la fiebre del mundial, pues no se hizo esperar la pinta mundialista bien exótica, que ha generado risas por sentir esa particularidad de mi país y a la vez me deja el interrogante de ¿cómo diablos te vas a meter un pinta de esas?. Llamativa y vistosa como el leggisss -leggings- de Falcao que de una Lycra blanca sale un tigre en llamas por la cadera a encontrarse con la estampita de San Falcao en una pierna y su escudo de la Selección Colombia para darle el toque oficial. WOW. También el sepsi-top de la tricolor, para amarrar bien arriba del ombligo y poder lucir torneados abdominales de turupe post-lipociento con su respectivo aplique de charosky, brillantes, mirella o cualquier cantidad de ‘piiiedrería insertable en la ropa -porque lo que impacta mami-.
Eso es lo que vende me dijo el señor que ha vendido en un día malo 27 camisetas de -amarrar- del verbo tamal entre $20-40mil pesos. Eso, a juego con el famoso teni-tacón de la tricolor (donne un par de crocs al lado se ven los más di-vi-nos). Y si quiere, hasta el cuco mundialista se le tiene.
Prendas a la orden del día en distinguidas butíks de centros comerciales o agácheses de todo Colombia, mismas tiendas que exhiben con maniquíes tipo sepsi cuyas medidas y antropometría dista de lo convencional y es más o menos 500-60-800, muy alegres con tu peluca hasta la nalga y unos prominentes pezones que se escapan de sacarle un ojo a uno al pasar por el lado.
exclamamos muchos, ¿quien se pone eso? y la demanda no miente. Ahora, «¡toda esta moda aletosa es lo que vende papá!» gritó el vendedor de estilos pintorescos y de ver estrafalario ahora inspirada en el uniforme de la Selección Colombia que tan felices nos tiene. Alegra por las familias que viven de ello, pero deja mucho que pensar por el estereotipo que generan y han puesto a hablar de la mujer colombina, como si fueran las únicas. Todo tiene dos caras.
Automáticamente, este nuevo estilo iba a dar de que hablar, así que se nos puede correr la peluca, porque esto no es ningún París. Pero, ¿de dónde sale tanta vaina loca en una pinta sola?, Y me responde Rubén el vendedor, un señor alegre, bajito, carismático y mayor en un puesto comercial que tiene hace 15 años: –Yo a mi hija no le dejo poner eso ni a pata, pero eso es lo que piden hoy en día las muchachas esas, y eso es lo que da la papita, lo que les resalte la tecla y la nalga lo más que se pueda mi niña.
Volvemos al círculo vicioso del sexo vende y la que vende, de repente es Bendecida y Afortunada por el Señor.
Lo único cierto es que así las pintas sean una grosería rayando en lo porno -santa. A la hora del te, el comportamiento del consumidor de moda en Colombia se define así: unos visten su alter ego y otros su walter ego. El consumidor compra estilos de vida no solo el producto. Bendecidos y afortunados seamos todos en la viña del Señor y corran por su teni-tacón mundialista #DijoPepaNunca.
Hasta la próxima,
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