La criminalidad en Colombia ha mutado en un contexto transnacional complejo que se ha venido agudizando por factores de masiva migración en la región, cooperación entre organizaciones criminales, luchas a muerte por el control territorial, narcotráfico, capos invisibles y financiamiento internacional. El video en el que se anuncia la creación de la organización guerrillera la «Segunda Marquetalia» y consigo el rearme de varios lideres de Farc y otros mandos medios desde Venezuela agrava la situación y supone un reto en materia operacional para el Estado colombiano.
El actual teatro de operaciones en el país ya no se puede leer con los mismos lentes de un conflicto armado no internacional (CANI), pues es necesario actualizar las reglas jurídico operacionales de combate (de nuevo). Es decir, las particularidades de la actual dinámica del conflicto concentran una inmensa diferencia cualitativa y cuantitativa con relación a los recursos, territorio y medios empleados de las partes involucradas, utilizando también tácticas atípicas que están por fuera de los marcos internacionales de justicia y de la guerra.
La destrucción por parte del Ejército Nacional de dos drones bomba cargados con 600 gramos de explosivos, detonadores y metralla, lo confirma. Hasta ahora la utilización de vehículos Aéreos no tripulados (VANT/drones) no habían sido empleados por los grupos terroristas colombianos. El Frente Óliver Sinisterra sin la necesidad de desplegar hombres pretendía propinar un golpe contra unidades militares en el departamento de Nariño. Esta adopción de técnicas asimétricas de guerra se asemeja a la de grupos terroristas como el Hezbolá en oriente medio.
Pese a la expedición de la directiva permanente No. 15 de 2016 del Ministerio de Defensa que categorizó las nuevas expresiones criminales de acuerdo al nivel de hostilidades que generan (GAO-GDO), se hace necesario tener una ley de seguridad y defensa y una ley estatutaria que permita tener una mayor garantía jurídica para las fuerzas militares en la conducción de hostilidades y que la política de seguridad y defensa nacional no sea producto de un gobierno en particular sino de una política de Estado. Por ahora, lo cierto es que mientras tengamos a un ‘Márquez’ y compañía enarbolando las banderas de la revolución en Venezuela, grupos guerrilleros y paramilitares en la porosa frontera colombo-venezolana, crimen organizado en las ciudades y otra cuanta maraña de grupos organizados ilegales disputando a muerte portafolios de economía criminal, la guerra irregular terminará por volverse más irregular.
Agonismo adaptativo
La experiencia acumulada de los curtidos hombres de guerra que ahora se le conocen como disidentes -pero que en realidad no lo son- hace parte de la dinámica de carácter multidimensional y multifactorial del conflicto y entra en el juego de la mutación y depredación de diferentes actores armados en terreno por controlar las economías ilegales.
La lectura del manifiesto por ‘Márquez’ es una especie de despertar insurgente, algo así como un discurso auto-justificatorio que pretende “organizar” o “absorber»a las aparente y desorganizadas estructuras guerrilleras de las Farc que delinquen a lo largo y ancho de Colombia. Apuestan por crear una organización a imagen y semejanza del entonces Secretariado de las Farc, de ahí porqué la visibilidad política de sus cabecillas respaldada por las armas. Si bien en el país se adelanta un proceso pacificador a raíz de la firma del proceso de paz, es claro también que el conflicto está lejos de resolverse porque el fondo de la disputa violenta es la legitimidad política y moral. De ahí que sea necesario aclarar que la “Segunda Marquetalia” no es una nueva organización guerrilla y que tampoco debe ser tratada como un GAO residual.
Estratégicamente, la “Segunda Marquetalia” sirve a los intereses políticos del régimen venezolano. Es decir, sin el régimen de Maduro y el proyecto de unificación chavista en la región habría pocas probabilidades del rearme de estos hombres desde un punto de vista ideológico quedando reducidos a ser una organización de crimen organizado. Pero es claro que Venezuela siempre sirvió de ruta estratégica para las exportaciones de cocaína provenientes de Colombia hacia Europa y Estados Unidos; tráfico que se incrementó con la llegada de Chávez en el poder y su respaldo casi que inmediato con las Farc, poniendo así a dialogar directamente a Miraflores y a la insurgencia en la selva colombiana. Ya nada queda de la cooperación internacional de seguridad fronteriza que tejieron Colombia y Venezuela entre la década de los 80 y 90.
Guerra de guerrillas
Otro de los interrogantes es qué tan letal puede ser esta organización dado el liderazgo de sus curtidos comandantes, mandos medios y la combinación de nuevos combatientes que van incorporando con el paso de los días. Este maridaje entre experiencia y renovación de pie de fuerza es clave, pues muchos de los mandos medios que hoy hacen parte de la «Segunda Marquetalia» sobrevivieron a la guerra y fueron funcionales a las exigencias terroristas y criminales de la organización. Además, algunos estuvieron fuera de la clandestinidad como es el caso de “Romaña” que conoció a sus enemigos y que también acusó al Estado de no apoyar los proyectos productivos de los excombatientes en los diferentes ETCR.
Como se esperaba la «Segunda Marquetalia» trae consigo el sello fariano de la guerra de guerrillas, táctica que pretende ser eficiente y contundente conforme al incipiente pie de fuerza que desde ya augura golpes a la “burocracia» del país a través de redes clandestinas para la ejecución de ataques terroristas. Lo decía muy bien el expresidente Andrés Pastrana, refiriéndose a los métodos de combate de la organización, que desde la toma de Mitú cambió la dinámica de guerra de las Farc al pasar de la guerra de guerrillas a la guerra territorial.
Si bien ‘Márquez’ y compañía representan una amenaza de seguridad nacional, también lo son otras estructuras que ya se le adelantaron a los jefes guerrilleros desde el 10 de junio de 2016. Alias Gentil Duarte (Frente 1) que fue la primera estructura que rechazó el acuerdo y se apartó e Iván Mordisco (antiguo frente 7) vienen liderando una expansión criminal con un fuerte componente mafioso que tiene presencia en los departamentos de Guaviare, Vaupés, Meta y Putumayo. Se rumoraba que en el año que ‘Márquez’ estaba y no estaba en el proceso hizo acercamientos con los ahora jefes guerrilleros y que al parecer no prosperó la presunta refundación de las Farc. Lo que parece extraño es que Duarte una vez apartado del proceso y quien estuvo en la mesa de negociación junto con sus hombres se hacen llamar las Farc, “las verdaderas”.
Pero de acuerdo con una reciente investigación se estaría llevando a cabo a una paz mafiosa en los territorios que hacen presencia las diferentes guerrillas y que ‘Márquez’ sí se habría aliado con Duarte y los combatientes del Frente 1, sin dejar de lado la alianza transnacional con la guerrilla del ELN que opera en Colombia, en la frontera con Venezuela con directrices del Comando Central (Coce) que lo hace desde La Habana, Cuba.
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