Esta historia le ocurrió a alguien que conozco muy bien y que no tuvo pena en relatarla. Puede que sea usted, yo, o cualquier amigo suyo… Lo cierto es que pasó.
La relación entre Sergio y María Camila, comenzó como comienzan muchas relaciones ahora, por Twitter y a distancia. Se hablaban todos los días y se daban amor virtual vía Skype. Todo normal.
Sergio vivía en Bogotá y Ma. Camila en Medellín, él era un tipo trabajador y decente y ella, una típica paisita enamoradora, linda, consentidora y parte de una familia súper tradicional antioqueña.
Después de unos meses hablando y viviendo con la responsabilidad que implica la relación a distancia, había llegado la hora de conocerse. Sergio estaba nervioso y Ma. Camila mucho más; los padres de ella ya sabían de la relación y aunque no estaban muy convencidos, habían admitido a Sergio en su casa para conocerlo.
Recuerden que Sergio y Ma. Camila no se han visto nunca bajo la realidad de la vida, aún no se han tocado, ni sentido… No se conocen. Todo podía pasar.
Al llegar a Medellín, Sergio estaba muy nervioso pero encontró la calma cuando vio que solo estaba la hermosa María Camila en el aeropuerto esperando. Se miraron, se tocaron, se sintieron… Y se fueron al hotel a quemar las calorías que no podían quemar por webcam…
Ya peinaditos y con la hormona calenturienta relajada, la pareja consumada se dirigió a dar el siguiente paso, conocer a los papás; al llegar, las cosas se sintieron amables y entre abrazos, fríjoles y aguardiente, Sergio fue recibido en la familia de a pocos pero con firmeza.
Por razones de trabajo, Sergio solo estaría el fin de semana en Medellín y no había tiempo que perder, sobre todo en lo que a lo sexual se refiere, y más cuando María Camila no podía dejar quietas las manos debajo de la mesa mientras Sergio se derretía en dicimulos.
Por razones de trabajo, Sergio solo estaría el fin de semana en Medellín y no había tiempo que perder, sobre todo en lo que a lo sexual se refiere
Al otro día, el sábado, los papás de Ma. Camila se inventaron el plan de irse para la finca a hacer un asado y saludar a la abuelita que vivía allá ¡Qué pereza! Este plan se les había tirado la actividad caliente para dos que tenían pensada, con piscina, cocteles, jacuzzi y revolcadas con orgasmos infartantes.
Y ahora estaban en el carro del papá echando loma arriba a una finca en tierra fría y sin mayores beneficios, donde los esperaba la abuelita con «agüepanela» y arepa.
En el camino a la finca hicieron una parada y a Sergio le pareció muy buena idea comprarse una botella de aguardiente «Pal frío» pero cuando lo propuso, los suegros le hicieron mala jeta y le explicaron que allá no se bebe porque a la abuela no le gusta.
Sergio aceptó, pero no hizo caso, entonces a escondidas compró una botella y la envasó en una de agua; pensó que no se iba a emborrachar, que era solo para pasar el momento, se imaginaba arrunchado con Ma. Camila entre toqueteos friolentos bajo dos cobijas de tres tigres.
Pero nada sale como queremos, y al llegar a la finca se vislumbró la debacle.
Era una casita de esas «Pintorescas», con un balcón en la entrada, matas colgando de sus columnas y en la cima de una loma helada.
La casa era pequeña, la sala comedor, al fondo dos habitaciones, una era la de la abuela y la otra de los papás y a un lado unas escaleras que llevaban a una especie de altillo en madera de esos que crujen hasta cuando uno respira.
La abuela, una viejita querida pero seria en sus vainas mandó a la empleada a arreglar los cuartos, y a la hora de repartir habitaciones, mandó a Ma. Camila con los papás y a Sergio al altillo ese… viejita hijue… pensó Sergio quien para esa altura de la situación ya llevaba media botella de aguardiente en el gaznate.
La noche avanzó y todos se fueron a dormir, Ma. Camila y Sergio, bien abrigados salieron a caminar y ver la luna, y cuando la estaban viendo…. Comenzó la pesadilla para Ma. Camila…
El «Sereno» y el aguardiente son la mezcla perfecta para un borracherón memorable y así quedó Sergio, quien en medio de su borrachera descontrolada y la hormona calenturienta alborotada comenzó a buscar opciones para calmar sus deseos mientras Ma. Camila trataba de hacerle entender que no se podía.
Entre bambucos inventados y coplas cojas silenciadas por la consciente Ma Camila, Sergio se lo pedía con insistencia mientras a ella le faltaban manos para callarle la boca hasta el punto de pensar en la opción de darle lo que pedía en el balcón, prefería en ese momento morir congelada que seguir tratando de callar el escándalo de Sergio quien estaba en su máximo esplendor de borrachera.
Sergio se lo pedía con insistencia mientras a ella le faltaban manos para callarle la boca hasta el punto de pensar en la opción de darle lo que pedía en el balcón
A trancas y jalones y con la mano de Ma. Camila casi en la glotis de Sergio para mantenerlo en silencio, llegaron a la escalera del altillo, y con la berraquera de una mujer que no quiere ser pillada, Ma. Camila logró quitarle los zapatos a Sergio quien entre murmullos silenciados amenazaba con la frase «O me lo das o canto».
No se sabe cómo subieron pero lo lograron, solo quedaba acostar al borracho y «Paladearlo» para que se durmiera.
Ma. Camila lo había logrado y Sergio se había dormido, ella, muy brava se acostó y respiró aliviada… De repente un estruendo como el mismo fin del mundo, la casa entera se cimbronió y luego, el grito agudo y terrorífico de la abuela… Una tragedia.
Al entrar en la habitación toda la familia muerta del susto encontraron a la abuela sentada en la cama, el altillo había cedido y la abuela estaba rodeada de madera y aserrín, al lado Sergio, sobre su cama destruída y los pantalones abajo, pálido y adolorido… Les tomó hasta el amanecer para recuperarse.
La cosa terminó así y después de contar la historia les puedo decir que la posibilidad de una tragedia dejó los pantalones abajo de Sergio en segundo plano y que aunque toda la familia conoció a Sergio de cuerpo entero, hoy aún recuerdan la historia y lo dejan dormir en un cuarto con Ma. Camila.
La pregunta que nace es. Y usted ¿qué habría hecho?
Gracias por leer.
Feliz semana
Por
Pineda.
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