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Un hombre fue despedido del trabajo, salió señalado por sus compañeros quienes apuntando con el dedo lo acusaban implacables de acoso sexual.

Le dijo a una compañera de trabajo que acababa de comenzar en la empresa:
«Se ve deliciosa metida en ese vestido»

Un «Cumplido» algo pasado de la raya para alguien a quien apenas conoce; sin embargo para él, era solo su forma de decirle que se veía hermosa.

Y ¿Por qué no le dijo que se veía hermosa? Porque simplemente no se le ocurrió, pensó en su estupidez que podría sacarle una sonrisa.

Pero ella no lo vio así. Lo denunció, gritó, lloró, lo agredió y ante los ojos de todos y todas, ese empleado merecía ser despedido por sus palabras.

Se disculpó, se retractó y aunque no fue perdonado, «Se salvó de ser denunciado ante la policía» Le dijo la mujer.

Perdió el trabajo y seguro aprendió su lección, jamás se atreverá a hacerlo de nuevo. Pero el dedo con el que fue juzgado nunca dejará de apuntarle.

La mujer fue felicitada por su valor, por no permitir esa situación y hacerse respetar. Salió airosa y sentó un precedente.


Pero en la soledad de su habitación, hablando con ese desconocido con quién lleva un tiempo compartiendo archivos y fotografías subidas de tono, escribe sonriendo comentarios como. «Seré tu perra, haré todo lo que me pidas»


Y claro, ustedes dirán, lo hizo por que le dió la gana, porque ella está en su derecho de decidir si es cumplido o acoso… Y precisamente así es.

Desde hace un tiempo he entrado en ese conflicto interno acerca de medir mis palabras ante las mujeres.

Soy de los que le gusta decir frases que considero «Cumplidos inocentes» y aunque no he tenido ningún problema (Que yo sepa) he cambiado esa faceta solo por evitar dolores de cabeza.

Y es que considero arriesgado eso de lanzar lo que creo que será un «Cumplido amable» sabiendo que está en manos de ella tomarlo como acoso.

No quiero justificar a nadie. Respeto a las mujeres que se hacen respetar un poco más que a las que no, y sé con claridad que hay hombres que se pasan con sus palabras y las disfrazan de «Cumplidos».

No quiero apoyar el «Cumplido», al contrario quiero que lo dejemos de hacer, por lo menos si no hay confianza, y cuando la haya… Pensarlo dos veces.

Y así evitar que las cosas se salgan de control, y que la conveniencia femenina ante estos actos no nos jueguen una mala pasada.

Porque estoy convencido de que la delgada línea entre el cumplido y el acoso lo decide la mujer según su propia conveniencia.

Y en este caso debo cerrar diciendo que desde los dos puntos de vista, no decir un cumplido para evitar malentendidos y que ella lo tome como acoso.
Ambos estamos en igualdad de derechos.

Gracias por leer.

Por:

Pineda.

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