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El horror que presenciamos todos en vivo y en directo, al ver como el mar se tragaba un área del Japón, el dolor por la pérdida de vidas y el sufrimiento humano, y la posterior zozobra nuclear, parecen opacar un elemento que demuestra la clara diferencia entre civilización y salvajismo. No es el poder económico, ni el número de rascacielos, ni el nivel de ingresos per cápita, ni el poderío militar. Es la civilidad. Los japoneses demostraron al mundo como una sociedad civilizada y más importante aún, cívica, se comporta frente a la tragedia.

No lo vimos en Chile. Mucho menos en Haití. No lo vimos en New Orleans después de Katrina, ni lo vimos en las inundaciones de Pakistán o el maremoto del océano indico. En estos lugares el caos, los robos, el vandalismo y la ley del más fuerte, en mayor o menor grado, se impuso en momentos de crisis. Los habitantes del planeta sin embargo hemos visto como los japoneses frente a la adversidad respetan las más básicas normas de civilidad. Los ancianos y los niños tienen prioridad, la repartición justa de la ayuda, con el fin de que todos aquellos que la necesitan puedan tener acceso a ella, no necesita del ejército patrullando e imponiendo el orden. En sitios de repartición de alimentos la gente hacia filas y cogía solamente lo necesario para ellos y sus familias, ni una galleta más, y más admirable aun, sin un solo policía o soldado a la vista. La gente simplemente y de manera natural y sobretodo, vuelvo a repetirlo, cívica, se organiza intuitivamente para que todo fluya, dentro del caos de la tragedia, de manera perfecta. Obviamente los resultados en términos de asistencia a los necesitados son inmensamente mejores, aun con las limitaciones del estado en hacer llegar la ayuda necesaria a los damnificados. EEUU se demoró semanas en empezar a proveer ayuda a los damnificados de Katrina, Hay algunos que hasta hace muy poco aun vivían en tráiler «temporales». En Haiti hay aun damnificados que lo perdieron todo durmiendo en las calles. Los japoneses ya están construyendo viviendas temporales, con todos los servicios, en nuevos sitios donde eventualmente nuevas ciudades serán levantadas. Más de 2000 familias ya han sido ubicadas en viviendas personales y dignas. Si bien hace falta casi de todo, la gente espera de manera paciente y ordenada por su turno y todos reciben lo necesario.

Es increíble observar esto cuando en nuestras sociedades no se sabe si es peor la tragedia natural o el caos, la violencia y el vandalismo que la sigue, donde la ley del más fuerte y la del más vivo prevalecen frente a la conciencia colectiva de una sociedad que necesita recuperarse unida.

El Japón está sufriendo pero existe la certeza absoluta de su rápida recuperación. No solo por su calidad de potencia económica y tecnológica, sino sobre todo porque el civismo y la conciencia colectiva demostrada por su pueblo garantizan que esta nación no tiene otro camino que la grandeza.

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