Cuando la educación y el país no están sintonizados
Hace algunos días sostuve una conversación realmente interesante con alguien que está a punto de graduarse en una universidad en Colombia. Hablamos sobre las razones por las que escogió su carrera profesional, por las que sus amigos y miembros familiares escogieron la suya, y la conversación llegó a un punto en el que yo pregunté: Y en algún momento cuando estabas pensando en que carrera querías estudiar, tuviste en cuenta que clase de profesionales necesitaba el país para lograr crecer y desarrollarse? La respuesta fue un rotundo NO!. Si esa respuesta me dejó algo sorprendido, el razonamiento posterior, me dejo atónito: «Sí hubiera sabido que es lo que el país necesita cuando estaba escogiendo mi carrera, seguramente habría tenido eso en cuenta para tomar mi decisión».
Hay países del mundo como la China (comunista), la India (democrático), Singapur (semi-autocratico), Australia (democrático), Canadá(democrático) o Corea(democrático), donde absolutamente toda la población en edad escolar conoce cuales son los objetivos de desarrollo del país, y que clase de profesionales necesita para lograrlos. Desde temprana edad, el sistema educativo enfila baterías para que sus estudiantes se preparen en aquellas ciencias, profesiones y oficios que hacen parte de un plan maestro de desarrollo, de crecimiento tecnológico, industrial y de conocimiento. En la mayoría de esas naciones que menciono todos tienen la libertad de estudiar lo que les plazca, pero todos, absolutamente todos, saben con claridad que es lo que sus países necesitan, cuales son las mejores profesiones para entrar al mercado laboral y sobretodo, ofrecen los medios económicos, institucionales y de aprendizaje, para que estas profesiones sean exitosamente alcanzadas.
En Colombia y Latinoamérica en su gran mayoría este tipo de políticas simplemente no existen. Los jóvenes que están cercanos a comenzar sus estudios universitarios no saben que es lo que su país necesita, no entienden su mercado laboral y profesional. En algunos casos nuestros sistemas educativos parecen preparar profesionales para naciones desarrolladas, con necesidades y expectativas muy diferentes a las de los países y sociedades latinoamericanas. En países como Estados Unidos o Canadá, el sector industrial está altamente involucrado en programas de preparación y orientación profesional, al igual que en el sector universitario, donde promueven y financian carreras que hoy y en el futuro serán críticas para la economía y desarrollo de estos países
Una carrera profesional es un tesoro, quizás la herramienta más importante con la que un ser humano puede contar para salir adelante y lograr su máximo potencial. Es importante entonces que nuestros países no solo se enfoquen en firmar tratados de libre comercio, importar tecnología o crear infraestructura vial o de comunicaciones. La única infraestructura duradera y que generará desarrollo permanente y visionario es la humana. Nuestros países saben que necesitan, poco a poco descubrimos nuestro potencial dentro de la economía mundial y lo que nuestro territorio, nuestras riquezas y nuestras sociedades son. Con ello y con nuestra posición dentro del concierto mundial, debemos crear y promover una política agresiva de orientación, preparación y entrenamiento de nuestras generaciones actuales y venideras para lo que cada nación va a necesitar hoy y en el futuro. La industria y la academia deben estar ligadas, mano a mano con los planes de desarrollo del estado para juntos construir la fuerza laboral que permitirá el desarrollo humano, económico, artístico, cognitivo y tecnológico de la nación. No podemos permitir que una generación más decida que estudiar sin conocer claramente que es lo que su país necesita y lo que les puede ofrecer, o peor aún, una generación más que decida no estudiar porque no hay oportunidades.
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