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La semana anterior Latinoamérica, porque con la excepción de Rusia y China, al mundo poco le importó la cumbre de la CELAC en Cuba, presenció lo que yo llamo la cumbre de los caídos.

Ver a Evo Morales, Cristina Kirchner, Raúl Castro y Nicolás Maduro exaltando los logros inexistentes de sus regímenes y la memoria de aquel que planeó la “Revolución Socialista” no fue nada diferente a una comedia. Mientras las naciones con espíritu democrático y desarrollo económico basado en la economía de mercado siguen avanzando en su consolidación como los líderes del desarrollo de la región, las naciones que estos personajes lideran están cada vez más hundidas en la corrupción, violencia, pobreza, desaceleración económica y en la debilitación de los valores democráticos.

Lo más cómico de todo fue su total compromiso con la democracia, los derechos civiles y los derechos humanos en sus países y “la promoción de dichos valores en Latinoamérica”. Este tipo de declaraciones nos hace pensar que estos líderes definitivamente están en otro planeta, o que creen que sus ciudadanos y los latinoamericanos en general, somos estúpidos.
La CELAC es realmente uno de los inventos de integración anti-imperialistas de Chávez, o mejor, anti-Estados Unidos, porque a la cumbre asistieron como observadores invitados, China y Rusia, que de imperialistas tienen tanto o más que la potencia norteamericana, pero promueven un imperialismo de la peor clase, estatista, explotador, sin valores democráticos y con altos niveles de corrupción. Esta organización es uno más de los ejemplos en la región donde la creación de organismos regionales con objetivos de integración es un fracaso. La integración de naciones debe nacer de objetivos comunes, políticos, pero sobretodo, económicos. De otra manera no dejarán de ser simplemente organizaciones de papel, que aumentan la burocracia de la región sin ningún logro tangible para los latinoamericanos.
La CELAC es quizás el más inútil de todos, al nivel del parlamento Andino y de la UNASUR. Frente a las declaraciones, la ineficiencia y las contrariedades de esta organización, los países serios de la región deberían abstenerse de participar, quitándole legitimidad y forzando su desaparición, o su reducción a un club de las naciones revolucionarias de América Latina (léase las menos democráticas y más empobrecidas de la región).

Latinoamérica debe concentrarse en su desarrollo sostenible, en lograr mejores niveles de vida para sus habitantes y en convertirse en un foco de inversión, innovación y transformación que le den la importancia que la región se merece en el concierto mundial. Sus organismos regionales deben enfocarse en ello, más que en cualquier otro objetivo, y ya hay organismos serios como Mercosur, la Alianza del Pacifico y otros que tienen ese objetivo.

Organizaciones como la CELAC, con sus declaraciones y cumbres absurdas solo logran el efecto contrario. Muestran a Latinoamérica como una región de demagogia, nos ridiculiza frente al mundo al ver regímenes dictatoriales o semi-dictatoriales proclamando su compromiso con la democracia, la libertad y los derechos humanos, y hace que nuestra posición en el concierto mundial se debilite y no se tome en serio.

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