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En Cali es una nota entrar a algún negocio, en particular a los mercados, pequeños o grandes, siempre tienen música de ambientación. Y no es cualquier tipo de música, es la que la identifica ante el mundo. ¡Sí! Damas y caballeros, es en la que están pensando: ¡Salsa! Cómo les parece que ponen Salsa a cualquier hora del día, a mi modo de ver, es una manera muy bonita de conservar una tradición. Claro, a algunos les gustará, a otros no, lo que sí sé es que al escucharla, te animas, te dan ganas de bailar y piensas —Uy, esto sí es la esencia de Cali — y hasta se te pega el hablao —Papi. Mirá, ve, dame un pandebono y un pam —. Es maravilloso ver cómo la salsa se convirtió en un patrimonio cultural que está arraigado en la gente, independiente de la edad.
Imagen 1. Un bailador. Tomada de Habeshaw en Unsplash.
Hace poco estaba en un supermercado a eso de las nueve de la mañana, observaba detenidamente las instrucciones en el empaque de un producto cuando empezó a sonar “Por alguien que se fue”, un tema pegajoso de salsa clásica, del cual solo recordaba el coro, sin embargo, lo había bailado un sinnúmero de veces. Giré y noté que cerca de mí una dama suspiraba, la observé de reojo, levantó su cabeza y miró con desazón al techo, movía los labios, al parecer cantaba, volvió a suspirar. Su actitud me llamó la atención, me puse a escuchar detenidamente la letra:
Dijo que me amaba
que no me olvidaría
y en la lejanía, pensaría en mí.
Qué cuento más lisonjero,
ni ella misma lo creyó.
Amor en soledad,
que no puede pasar
la prueba de negar
que todo le afectó
y sigue siendo amor.
Coro
Por alguien que se fue
cantó mi corazón.
Y el eco respondió
con la palabra ¡amor!
Con resignación bajó su cabeza, sonriendo una impulsadora se le acercó para ofrecerle un producto, ella la miró desconcertada, cruzaron un par de palabras, parecía que saliera de ese trance de nostalgia, volviéndola a la realidad. Entre tanto, en la esquina de una góndola un joven tarareaba la canción mientras miraba los productos. Apareció otro, también cantando, chocaron sus manos, ejecutó dos vistosos pasos salseros, los dos reían. El otro no se quedó atrás, e hizo unos deslumbrantes movimientos, ya algunos compradores los observaban con admiración, terminaron a carcajadas, celebrándole uno al otro. No lo niego, mentalmente yo tarareaba esa melodía y hasta me dieron ganas de bailar, pero no tenía tanta personalidad como la de aquellos muchachos. Reflexioné y entendí que un momento en particular se vive desde la perspectiva, interpretación o estado de ánimo de una persona, en otras palabras, la realidad es dada por su percepción. Como verán, en el mismo sitio y hora, y con igual canción, presencié dos sentimientos diferentes, uno lleno de nostalgia y melancolía, y otro, de puro goce y felicidad.
Sonriendo avancé, me relajé e hice dos cosas que casi nunca hago: primero, me fui solo a la cafetería del almacén, y segundo, pedí un capuchino, normalmente tomo tinto o un americano; eso sí, lo acompañé con un pandebono recién salido del horno. Despreocupadamente me senté, empecé a disfrutar de aquel pequeño banquete, miré pasar la gente, observé los vistosos letreros de las promociones por el día del “Amor y la Amistad”. Creo que a muchos nos pasa que algunas letras musicales se nos quedan pegadas, esta vez el corito salsero retumbaba en mí cabeza —Por alguien que se fue, cantó mi corazón…—. Pensándolo bien, yo nunca le había prestado atención a la letra, eso sí, el coro me lo sabía perfectamente, con mis amigos lo cantábamos a todo pulmón cual despechados desconsolados. De repente, me quedé inmóvil con la mirada perdida en un punto invisible en la distancia. Tuve un “flashback”, mi vida pasó rauda por mi mente, vi a familiares y a tantos amigos, en los vecindarios, en el colegio, en la universidad, en los diferentes empleos, en distintas ciudades, en fin, en mi diario vivir. Recordé sonrisas, palabras, gestos, acciones…
Imagen 2. Un capuchino. Tomada de Tyler Nix en Unsplash.
Me llené de nostalgia y alegría, qué mezclita ¡¿No?! Uy, casi me ahogo por estar elevao, me atraganté con el pandebono, ja ja ja. Es curioso, generalmente recuerdo a las personas por su júbilo y sus divertidos apuntes, llegan a mi mente siempre sonrientes. Bueno, tampoco pude evitar que mi memoria me trajera otra melodía, propicia para la etapa colegial, no obstante, se puede aplicar también a otras circunstancias de la vida; vuelve y juega, todo depende de la percepción e interpretación.
En medio del afán de la mañana llegarán,
algunas caras largas, otras de conformidad.
Algunas prestan atención, otras piden explicación.
Otras viven tomando el pelo
y solo esperan la hora de salida.
Amigos en los buenos y en los malos días.
Para el fútbol, las clases y la algarabía.
No existe un combo más tenaz en esta vida…
Amigos en los buenos y en los malos ratos
amigos de los caros y de los baratos.
No existe un combo más tenaz en estos lados.
No siempre todo va bien,
problemas no faltan
pero donde hay amistad
nace la esperanza…
El vago y el juicioso, el loco y el decente,
el que anda dedicado y el indiferente.
El orden y el desorden juntos diariamente…
Estas son algunas estrofas de “Décimo grado”. Y es cierto que “…donde hay amistad
nace la esperanza”. ¿Cuántas personas hemos conocido? Buena pregunta. ¿Y cuántas han sido gentiles y buenas personas? Hum…y aquí me preguntó ¿Y nosotros lo hemos sido? Muchas nos han soportado pataletas, enojos, ideas fantásticas que terminan en embarradas. También, hemos herido por acción o por omisión. Y ahí es donde nos hablan con carácter, nos dan un sacudón que necesitamos y casi siempre nos perdonan. Nosotros nos arrepentimos, sufrimos, aprendemos y crecemos. Gracias a ellos nos llenamos de optimismo, de perrenque, y ponemos berraquera, ñeque, para seguir adelante.
Una amiga me decía en estos días —Yo sé lo importante y valioso que es para ti la amistad —sí, tenía toda la razón. He sido afortunado de contar con muchas amistades. Hay personas que ya no están cerca, sin embargo, recordarlas me llena de alegría y satisfacción porque compartimos situaciones únicas, siento que las aprecio, que fueron muy importantes en esos instantes, el que estuvieran ahí fue vital. Sí, se encontraban allí para compartir actividades, para colaborarnos y brindarnos su apoyo, para darnos ideas, o prestas a sacarnos una sonrisa, o simplemente para escucharnos. La vida me premió con las personas que he encontrado día a día, y que sigo encontrando. En muchos casos, soy yo el que se ha ido sin tener la oportunidad de despedirse, porque he creído que habrá otra ocasión para volvernos a ver y decirnos un “hasta luego”, y especialmente, en agradecerles por todo lo que han hecho por mí. Sea este el momento de hacerlo, familiares y amigos, sepan que han enriquecido mi vida, mil y mil gracias, solo palabras de gratitud, de mucha gratitud y respeto. ¡Cómo reconfortan esos abrazos y esas sonrisas!
Aquí entre nos, yo creo que a mi capuchino lo “envenenaron” con el suero de la verdad y no con brandy, ji ji ji.
¡Felicidades!
Imagen 3. Abrazos y sonrisas que reconfortan. Tomada de Priscilla Du Preez en Unsplash.
Relato anterior
Llegó el Poeta y se tiró en el parche
Referencias
Por alguien que se fue. Luisito Carrión.
Recuperado sep. 2022 de https://www.youtube.com/watch?v=zZNBl3YJtGE
Décimo Grado. Ana y Jaime. Jaime Valencia, Iván Benavides
Recuperado sep. 2022 de https://youtu.be/iC89lYppx00
Que hermosa forma de llevarme por los pasajes de la amistad, que cuidadosa y sentida manera de plasmar pensamientos y sentimientos en tan bonito relato.
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Diego, mil gracias por tus generosos comentarios. Un gran abrazo!
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Hola Tavo mis sinceras felicitaciones por ese lindo y sentido relato que es un hermoso homenaje a la amistad sincera y desinteresada que nace en cualquier instante y florece con las vivencias compartidas. Mi gratitud por esta gran amistad que nos ha unido todos estos años.
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Lucho, amigo mío! Mil y mil gracias por tan sentidas y especiales palabras.
Igualmente para ti, mi gratitud por esta gran amistad. Un inmenso abrazo.
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