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La tuberculosis es una enfermedad bacteriana infecciosa que afecta principalmente a los pulmones, que se puede exacerbar en los casos donde una persona con enfermedad activa y no tratada tose, habla, estornuda, escupe, se ríe, o canta. Este blog ha contactado a Martha Liliana Mosquera, enfermera profesional, especialista en salud familiar y comunitaria y coordinadora en salud pública y epidemiología, con el fin de conocer las características y el manejo adecuado del tratamiento de esta enfermedad que no respeta clases sociales:

«La tuberculosis es una de las 10 primeras causas de muerte a nivel mundial, según cifras de la Organización Mundial de la Salud, lo cual ha llevado al desarrollo de lineamientos internacionales para su seguimiento y la estricta reglamentación en el uso de los tratamientos que son de libre acceso y controlados por los entes gubernamentales; sin embargo, esto no garantiza el éxito, pues depende en gran medida de la adherencia al tratamiento y el seguimiento a los usuarios, quienes enfrentan situaciones de temor y desconcierto frente a la enfermedad.

La tuberculosis se ha catalogado históricamente como una enfermedad de la clase baja de la sociedad y ha estado asociada a muerte. Incluso, existe un listado de personajes públicos que fallecieron por esta enfermedad. Es comprensible el temor y la negación que sienten las personas al momento de recibir el diagnóstico, sin mencionar la discriminación social que también esto genera.

La tuberculosis no respeta clase social, es una problemática vigente y mundial.

La tuberculosis no respeta clase social y si bien las personas de clase baja son altamente vulnerables, tener recursos económicos no garantiza una inmunidad. También se debe aclarar que no solo es un tema histórico, también es una problemática vigente y mundial, aunque en estos momentos no se hable mucho del tema, pues los esfuerzos están concentrados en la atención de la actual pandemia.

Cabe aclarar que lo que sí ha cambiado es que ahora hay tratamiento, que sigue siendo largo, pero es efectivo en la mayoría de los casos si se cumple con las recomendaciones de los profesionales en salud en forma adecuada. Ahora, frente al temor, una de las maneras más efectivas de enfrentarlo es contar con el conocimiento en el proceso de tratamiento y ser líderes en el autocuidado.

Lo clave del tratamiento es entender que dura mínimo seis meses, con tomas diarias excepto el día domingo. La dosis depende del peso. Cada dosis debe quedar documentada por el personal sanitario, quienes no tienen la intención de perseguir, sino de acompañar el proceso, ya que el camino en el manejo de la enfermedad puede notarse por el paciente como extenso.

De otra parte, en cuanto a la fase final del tratamiento, uno de los mayores problemas está en la mejoría de síntomas de manera temprana, ya que muchas personas deciden dejar de consumir los medicamentos, pues confían en que la enfermedad terminó, pero no es así. Luego del diagnóstico se hace necesario terminar el tratamiento aún ante la ausencia de síntomas, pues de lo contrario el paciente puede enfrentarse a una tuberculosis farmacorresistente o inclusive la muerte.

Por todo esto, la adherencia al tratamiento para tuberculosis es un factor fundamental que depende en gran medida de la determinación que tenga el usuario de culminar con éxito el proceso, tiene en contra el tiempo y la desaparición temprana de síntomas, pero tiene a favor una normatividad nacional e internacional y un acompañamiento individualizado a cada usuario. El tratamiento apunta a una total adherencia y se trabaja de la mano del usuario para llegar al final sin contratiempos, alcanzando la tan anhelada curación».

Por: Martha Liliana Mosquera Martinez – Enfermera

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