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¿Me pregunto para qué sirve el patriotismo? De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua, se define como amor a la patria a esa “Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.”. Y de patriotismo me enseñaron los mexicanos.

El 16 de septiembre es una fecha muy especial porque se conmemora la independencia de México y ese día desde los niños en la escuela, hasta los restaurantes y los vendedores ambulantes, se visten de bandera, se come de manera especial, se hacen fiestas y se grita con entusiasmo el amor a la patria por donde quiera.

Todas esas tradiciones y el amor de mis amigos por su tierra me lleva a reflexionar sobre esa patria adolorida nuestra. Esa Colombia dividida y emproblemada que con frecuencia criticamos y maltratamos todos.

Los famosos chiles en nogada, hechos con colores de la bandera con esos sabores únicos e indescriptibles, nos recuerdan el sabor de lo ancestral, de la historia, de los detalles y de la importancia de las especies. Aunque no se sabe muy bien su origen, cuenta la leyenda que los primeros los cocinaron unas monjas en Puebla para agasajar al ejército y al prócer Iturbide, aunque hay otras versiones sobre su historia.

Puede ser que la independencia sea un pretexto para comer un platillo delicioso, pero la verdad es que esos chiles saben a patria y recuerdan la complejidad de un pueblo rico en tradiciones, sabores y leyendas. Un pueblo orgulloso de sus ancestros y sus orígenes.

También en estas fechas se grita ¡viva México! desde el fondo del alma. Tanto que con tan solo oírlo, a uno se le pone la piel de gallina. Siento que en Colombia no gritamos con esa pasión a menos de que esté jugando la selección Colombia. Quizás nos hace falta valorar más lo nuestro. Siempre estamos prestos a criticar, a hablar pestes de lo nuestro y, aunque los mexicanos también critican a su país, lo hacen entre ellos, porque a la hora de hablar con un extranjero a su México lindo y querido lo presentan con orgullo. Algo así como una madre que sabe que sus hijos no son perfectos, pero no va a aceptar criticas de los extraños.

La patria es mucho más que una bandera. Son valores. Son conductas, maneras de actuar que deberían llevarnos a pensar en el bien común antes que en el propio. Me entristece oír a mis amigos decir que se quieren ir del país, unos porque creen que la izquierda se está apoderando de la patria, otros porque opinan que Uribe y la derecha son los que oscurecen el panorama.

Ser patriótico, oígase bien, no es lo mismo que ser nacionalista. El discurso nacionalista no es incluyente, y por lo tanto es también divisorio. Rechaza los extranjeros y cierra las puertas de manera egoísta y absurda.

Nos soy partidaria de los extremos. Idealista, quizá, pero prefiero pensar que la solución no está en ninguno de los dos lados opuestos, porque los dos son viciosos. Esos extremos utilizan propaganda para fomentar división y odio. Si lo que nos mueve es el amor a la patria, nos nos dejemos alinear por discursos políticos. Aprendamos a gritar ¡viva Colombia! desde el corazón.

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