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De narcisos y posesos está lleno el mundo. Tipos que se creen un poquito más que los demás, que ven el mundo un escalón por arriba de los otros, que adoran los espejos y los ecos, últimas coca colas heladas del desierto. Y aunque se den silvestres, los narcisos necesitan quien los siga, quien los ame, porque de lo contrario, serían simples mercachifles. Por eso aunque no se necesite, todos  vivimos buscando alguien que nos salve y cuando creemos encontrarlo lo encumbramos al altar, le prendemos veladoras y nos creemos capaces de dar hasta la vida por ese héroe imprevisible. Esa ha sido la historia de la humanidad: Hitler, Mussolini, Gandhi, Gaitán, Jim Jones, David Koresh, Maradona, Uribe, Petro, Chávez y Fidel, por nombrar algunos pocos. Como yo soy católico se vería feo decir que Jesucristo, pero también.

Narcisismo: Admiración excesiva y exagerada que siente una persona por sí misma, por su aspecto físico o por sus dotes o cualidades.

Dicen los que saben, que la ideología es el arte  de organizar un sistema de creencias colectivas que son compatibles entre sí y están especialmente referidas a la conducta social humana. En pocas palabras, visiones de vida subjetivas que comparten entre sí los integrantes de una sociedad. Por eso no se necesita ni siquiera que sean verdad. Basta con que sean creíbles.

Los narcisos construyen sus propias narrativas de los hechos, escriben su propio relato, arman su propio cuento, garrapatean sus propias ficciones, trazan sus propios horizontes y las lanzan al viento para que, como en un efecto polinizador, encuentren quién las haga florecer. ¿Y entonces,qué culpa tiene la estaca si viene el sapo y se estaca?

Poseso: Que está poseído por un espíritu, especialmente por un espíritu maligno o demoníaco.

Y no es que hoy seamos más tontos que ayer. Lo que pasa es que gracias a internet, hemos ampliado la tarima. Lo que en esta época denominamos  fake news no es nada nuevo, porque la mentira es tan vieja como el hombre y también, porque la farsa y la invención  son construcciones acerca de la verdad de mi enemigo. En otras palabras, para una mentira otra mentira, porque en estos tiempos que nos corren, la verdad termina siendo un accidente. Al respecto, William Mazzarela, director del departamento de antropología de la Universidad de Chicago y autor del libro The Mana of Mass Society dice que «el carisma político del populismo se alimenta de tres cosas:  internet, marketing y una energía de  desencanto».

En Colombia, tal vez desde Gaitán, no había existido un político como Uribe, capaz de construir y hacer creíble una forma de ver la vida – la suya- con la que uno puede estar de acuerdo o no, pero que indudablemente ha calado en una porción importante de la sociedad. Ya no se trata de un montón de viejitos retrógrados, godos reaccionarios, terratenientes con olor a sangre y motosierra, sino también de un puñado de jóvenes que hoy se  harían inmolar por las ideas del Centro Democrático.

Con mentiras, medias verdades, verdades a medias y verdades completas, ha logrado construir y posicionar en el imaginario popular términos como Castrochavismo, enmermelados, narcoterrorismo, entre otros. Su poder discursivo es tan fuerte, que está empeñado en negar de plano el conflicto por lo que no es gratis que el gobierno de Duque haya dado la batalla por poner en puestos claves  como el Centro de Memoria Histórica, el Archivo y la Biblioteca Nacional a reconocidos negacionistas. El código de policía, las objeciones a la JEP, el glifosato, la economía naranja, la cercanía con los empresarios, Venezuela, Estados Unidos, son formas de ver la vida, ficciones que hacen parte de esa narrativa. Por eso, hablar de Trump, Putin o incluso Bolsonaro, es no creer en el talento nacional.

Pero, para un narciso otro narciso, porque cada uno necesita un espejo para mirarse, un charco, un pozo, aunque sea un barrizal que los refleje, un otro, que sea objeto de sus ansias de fagocitarse, de engullirse, de su obligación vital de tener a quien odiar. Por eso Uribe necesita de Petro y viceversa, como antes necesitó de las Farc y de Chávez, sin importar el hecho que el uno es el reflejo del otro: manipuladores, mentirosos, autoritarios, sectarios, embusteros, brillantes, patrañeros y ficticios. No sería raro que en privado se dieran la mano y se tomaran unas polas, porque para darse en la jeta están los otros, el batallón de fieles seguidores, su feligresía obnubilada, su puñado de posesos. La JEP, el proceso de paz, la familia, el matrimonio igualitario, el cambio climático, Macías, Duque,Paloma, Hollmann Morris o Bolívar son pequeños detalles, porque  polarizar es el juego, sin importar a quién se lleven por delante.

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