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Se dice que el primer tatuaje del cual se tiene registro, pertenece a la momia Otzi del año 3200 A.C. y que varias tribus como las Polinesias fueron de las primeras en decorar su cuerpo con tinta permanente. Pero es a partir de 1880 con The Circus Ladies (Las mujeres del circo) que surge un fenómeno social a partir de los tatuajes.

Según el libro Bodies of Subversion: A secret history of women and tattoo, la primera mujer que hizo parte del circo y del exhibicionismo gracias a sus tatuajes fue Nora Hildebrant quien llegó al Museo Bundell en Nueva York con tan solo 22 años para lucir sus 345 tatuajes que tenía en ese momento aproximadamente.

Hildebrant no sería la única mujer en tener todo su cuerpo tatuado y ni mucho menos sería la única en aparecer en museos o circos donde eran admirada. Para la misma época, apareció Irene Woodward de 19 años quién se había autoproclamado la única mujer con el cuerpo tatuado. En cuanto Hildebrant supo de Woodward pidió que se aclarara la situación y fue la joven de 22 años quién ganó.

Sin embargo, Irene Woodward iba a gozar de mayor publicidad que Nora Hildebrant a lo largo de su carrera al ser descrita por The New York Times como una mujer de mente abierta, de bonita apariencia y, sobre todo, por la narrativa que se podía encontrar entre sus 400 tatuajes. Estos contaban su historia personal; hablaban de libertad y esperanza; y era fácil encontrar frases como: “I live and die for those I Love” (Yo vivo y muero por aquellos que amo).

Además, hizo presencia en los mejores museos de Nueva York alrededor de 1880 como Bunnell, Globe Dime y Harlem. Pero a inicios de 1890, hizo su debut internacional en una gira por Europa en donde la gente se interesó por sus tatuajes.

Pero las críticas no tardaron en pronunciarse, en especial por parte de los grupos feministas del momento que las catalogaron de prostitutas no solo por mostrarse como una atracción para los hombres por sus tatuajes, sino también por los atuendos que llevaban que por lo general eran faldas cortas y vestidos escotados.

Llegó 1900 y el fenómeno de los circos con mujeres tatuadas ya era un boom en Estados Unidos. La gente pagaba por ir a verlas, por escuchar sus historias y desde luego por hacerles preguntas en donde se hablaba de sus origines, de las historias que contaban sus tatuajes y de las razones por la que decidieron tatuarse. También hubo mujeres que aprovecharon la situación para hacer shows de semi-striptease y así mostrar gran parte de su cuerpo tatuado y lleno de colores.

Finalmente, es en los años 20s y 30s que el mundo del circo de los tatuajes se volvió más independiente debido a que varias mujeres de clase media-trabajadora e inmigrantes vieron en los tatuajes una oportunidad de sobrevivir financieramente. Y por otro lado, hubo mujeres que pudieron llegar a grandes escenarios gracias a la ayuda de sus esposos que eran hombres de negocios.

@ricardoduranv
http://tatuajesyperiodismo.com/

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