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Lexus, su prestigiosa marca premium, terminó de fabricar hace 10 años el último de los 500 LFA para recordar que Toyota también hace super autos deportivos de fibra de carbono, con 10 cilindros en V y giro de 9500 rpm. El LC no es tan exclusivo, pero es arte sobre ruedas impulsado por un poderoso motor sin turbo
En un mundo que día a día ve cómo la ”pandemia” de las camionetas sigue ocupando el lugar de los automóviles, es agradable recordar modelos como el LC coupé, de la prestigiosa Lexus. Desde su inicio, hace 32 años, la marca premium ha construído coupés como los SC 400 de impactante presencia, movidos por un poderoso motor V8 de 4 litros que dejó huella profunda por la calidad de funcionamiento y gran durabilidad. Los modelos más recientes de Lexus están encaminados a ofrecer autos ambiciosos que inspiren pasión y proyecten una sombra de excelencia sobre las 2 marcas.
El imponente LC no es otro coupé deportivo de gran agarre sobre la vía, suspensiones rígidas y frenos extremos. Lexus quiso entregar un Gran Turismo, un auto de grandes prestaciones y estilo, pero que dejara lugar a un paseo suave, silencioso en el interior, con una conducción relajada para grandes distancias a altas velocidades, con el motor girando a bajas o medias revoluciones, muy estable, pegado al piso y fácil de conducir con el sistema de dirección en las 4 ruedas.
El del LC 500 -disponible también como convertible o con motorización híbrida-, es un poderoso V8 de 5 litros aspirado y 471 caballos que entrega la potencia de manera lineal, a diferencia de los pequeños y muy populares motores turbo usados por todas las marcas que con contadas excepciones no aceleran de forma progresiva e inmediata.
El sonido de la máquina se diseñó no solamente para darle un carácter único (se inspiraron en el sonido del Maserati GT), sino para hacerlo aún más exclusivo y emocional; al fin y al cabo ese era el enfoque general que la marca quería para el auto. La tecnología de punta se deja ver no sólo en las 2 motorizaciones disponibles, sino en la caja automática de 10 relaciones acoplada al V8, primicia de Toyota, presentada el mismo año que se presentó la de Ford y GM con igual número de relaciones.
Y aunque no es un misil acelerando como los más rápidos del mundo con motor de combustión (por ejemplo, Mercedes E 63 – BMW M5, familiares con gran pedigrí que hacen 0 -160 en cerca de 7 segundos), en velocidad está muy cerca llegando a los 270 km; también acelera con prontitud: 0-100 y 0-160 en 4.6 y 10.6 respectivamente.
Definitivamente, el peso, casi 2 toneladas, es el gran culpable de que el auto no acelere con más contundencia a pesar de que tiene muchas piezas fabricadas o forjadas en aluminio como los guardabarros delanteros, capó, parte de las puertas y las suspensiones delanteras. La fibra de carbono conforma el techo que en opción se puede pedir fabricado con ese material.
Probablemente, el hecho de que sea el Lexus con la estructura más sólida de la historia -incluso superando al LFA de fibra de carbono atrás mencionado-, tiene que ver con la abultada cifra de peso, por el uso intenso del mejor acero: el uso de fibra de carbono hubiera disparado el precio. Tampoco es menos cierto que las relaciones del cambio entre 1a y 3a hubieran podido ser un poco más cortas para no llegar en primera y tercera hasta los 60 y 135 km/h respectivamente.
Mas allá de los materiales y las crudas cifras de aceleración, el LC 500 se destaca por un diseño impresionante. La gente que moldea y crea la figura de los vehículos, definitivamente hace parte de los artistas y genios más destacados en un mundo donde ya existe casi todo. Y ante tantas expresiones y formas en camionetas, deportivos y sedanes, cada día es más difícil hacer algo que guste, con carácter, que conserve la imagen de marca y que, por ejemplo, tenga un rol nada fácil de reemplazar a través de las generaciones; el serie 3 de BMW es uno de esos impresionantes trabajos.
Afortunadamente, todavía aparecen autos con todas esas cualidades y más. Autos muy distintos, tan bonitos e impactantes que simplemente son arte sobre ruedas. Todos esos adjetivos describen muy bien al Lexus LC 500. Es exótico, sensual, vanguardista, y expresa parte de la cultura japonesa en sus 2 carrocerías: Lexus quería un GT de clase mundial y lo logró.
Quizá lo que más llama la atención a primera vista es la anchura trasera por una distancia superior entre las ruedas de ese eje, recordando así al primer Porsche 911 turbo, el 930 de 1975. Esa característica se acentúa porque los estribos laterales están divididos en 2 partes rectas.
Los guardabarros o pasos de ruedas son gigantes y prominentes, alojan llantas montadas en rines de 21 pulgadas, la longitud entre los elementos claves no lo hacen ver desproporcionado a pesar de que es grande (4,75 mts, similar a Mercedes Clase E coupé) y a la vista el capó y las luces casi están a ras de los guardafangos delanteros.
El frente es tal vez donde hay más individualidad con los faros rasgados complementados por una zona plástica longitudinal – vertical en el extremo, característica que se repite en los stops atrás, donde penetran los pasos de rueda en esa zona. La parrilla es la de los Lexus de estos años emulando una gran malla; luce muy bien, no tanto en las camionetas GX y LX, las versiones Lexus de las conocidas Prado y Land Cruiser. El LC es costoso, pero la verdad representa mucho más y pone a pensar ante rivales más grandes y de mayor precio.
Por dentro es suntuoso. El tablero, los instrumentos, los tapizados y la apariencia general, lo ubican al nivel de los más finos y reputados GT. Las formas, también por como se mezclan costuras y los cueros más finos, evocan los maletines ejecutivos y las carteras para señora más finas, todo ejecutado por la gente que más sabe de marroquinería y estilo.
En medio de todo eso está emplazado alto, con respecto a la baja consola, la visera con los instrumentos. Priman los trazos rectos horizontales y se destaca la prominente pseudo separación a la derecha de la consola con una manija que finaliza en lo alto del tablero resaltando la clase y exclusividad.
Los coupes son para gente con un gusto especial. En Estados Unidos, hasta septiembre 30, se habían vendido poco menos de 2.400 LC lo que es una cantidad ínfima cuando comparamos con cifras de conocidos como la Nissan Kicks o el Kia Soul, por encima de 60.000 unidades en ese mercado. Su precio, desde US 93.000 equivalentes a 351 millones de pesos al cambio actual, lo convertiría en un carro de cerca de 500 millones en Colombia, después de pagar los impuestos y arandelas de siempre.
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