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En la envolvente oscuridad de su habitación, Zahid sentía las frías patas de un húmedo insecto que se movían frenéticamente a lo largo de una de sus piernas.

– ¡No! ¡No!– exclamó aterrorizado, al mismo tiempo que salía disparado de su cama y comenzaba a correr como un loco, alrededor de su pequeño cuarto, sacudiendo su pierna derecha.

Para su fortuna, el inmenso escorpión, que esa noche lo acosaba, no alcanzó a picarlo y por esta ocasión Zahid salió bien librado de la aterradora experiencia.

La espeluznante noche de escorpión, del joven campesino, tuvo como marco una aldea cerca a la ciudad de Bahawalpur en Punjab, en el centro-este de Pakistán.

Hoy, para la tranquilidad de Zahid y del resto de los pobladores, las pavorosas y siempre oscuras noches de asedio, por parte de venenosos escorpiones y serpientes, son un temor minimizado gracias a la llegada de la luz al recóndito poblado, en el inmenso Pakistán.

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La aldea hace parte de las regiones que se encuentran fuera del sistema de electricidad, que en Pakistán constituyen un 70 % de la población, el equivalente a 50 mil pueblos.

Mujer con luz propia

Las oscuras y tenebrosas noches en esta olvidada geografía del mundo surasiático, son ahora iluminadas con lámparas a base de energía solar. El deslumbrante logro se dio gracias a un proyecto auspiciado por la fundación Buksh, en conjunto con el Instituto de Energía y Recursos de la India.

Para administrar y liderar el proyecto, se escogió, por parte de los patriarcas del pueblo, a la señora Shamim, modista de profesión con 43 años de edad. La selección se hizo por los propios méritos de Shamim como ardua trabajadora e íntegra ciudadana; se puede decir que es una mujer que brilla con luz propia.

Ahora todos me llaman la mujer luz, o Shamim Bibi –afirma con un tono de agradecimiento y regocijo–, en vez de avergonzarme con el título de “la viuda”, y todo por las cincuenta lámparas que tengo a mi cargo.

Shamim Bibi : mujer con luz propia

Shamim Bibi: mujer con luz propia

Así es, el trabajo de la señora Shamim es administrar las 50 lámparas, las que alquila a los pobladores por una ínfima suma de unos centavos de dólar. Ella recibe un modesto salario de 5.500 rupias pakistaníes –unos 174 pesos colombianos, 0.0524 en dólares americanos– y el uso gratis del valioso utensilio.

Además de las lámparas, Shamim está encargada de una planta de recarga de los aparatos y de las finanzas de la empresa. Todos estos conocimientos los adquirió después de haber tomado cursos facilitados por las organizaciones que patrocinanaron el gran proyecto. Adicionalmente, la iniciada empresaria tiene un joven secretario, quien la asiste en el manejo técnico de la planta.

Tela para cortar 

Con la llegada de la luz, a Shamin las horas de trabajo como modista se le han incrementado generosamente, especialmente en la noche. Ahora tiene más tela para cortar, tanto de ancho como de largo, como lo exige hacer el elaborado traje de bodas que en estos momentos confecciona.

Un traje de boda –afirma con la voz  del conocimiento– exige una gran dedicación y hay que trabajarlo por largas horas en la noche, y solo con la ayuda de las lámparas lo podemos hacer; antes esto era imposible.

Primera luz y primeras letras

Años atrás, en la aldea de Shamim, la primera luz que los niños veían al nacer, se daba en un ambiente de un penetrante e insano olor a kerosén, y a la luz de una melancólica vela.

Hoy, con las lámparas de la mujer luz, los nacimientos de los niños sí que tienen brillo, y  las parteras no pierden detalle del majestuoso acontecimiento. Y son, precisamente, los niños uno de los grandes beneficiados, ya que pueden estudiar en la noche con la apertura de centros de enseñanza y aprendizaje. La notable mejora ha contribuido con el aumento de niveles de competencia lectora entre los escolares de la región.

Mostrando los nuevos útiles escolares (para nada inútiles)

Mostrando los nuevos útiles escolares (para nada inútiles)

Pero aquí no paran los beneficios y el nuevo bien de consumo parece tocar a casi todos los lugareños de la antes sombría aldea. Los pobladores de mayor edad, con dificultades visuales para leer, ahora disfrutan más los momentos de oración y recogimiento en noches y madrugadas.

El agricultor puede trabajar su tierra, lo que antes era una labor de alto riesgo por el gran número de serpientes que merodean los campos, con la complicidad de las sombras. Y ni se diga de la seguridad, un bien que ahora se refleja  con claridad, al verse disminuidas las acciones de salteadores de caminos y ladronzuelos de callejones. La luz parece dar para todo, hasta para traer de vuelta a un valioso servidor: el lechero nocturno.

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El brillo de una linda sonrisa lo generan las cosas pequeñas y sencillas

Los pedidos de las confecciones de Shamim siguen en notorio aumento, al igual que los ingresos de su economía familiar, y la de todo los pobladores. Ahora los niños aprenden más, las plegarias se hacen con alborozo, los partos se celebran, las cosechas aumentan, y los alacranes se alejan, seguidos por los ladrones.

El gran brillo de luz parece no dejar a nadie por fuera y la vida en el remoto lugar lanza luminosos destellos de esperanza y oportunidad. Ahora la luz ilumina el presente y el porvenir de la aldea.

Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)

Abu Dhabi enero de 2016

Actualizado: febrero de 2018

Fuente

Gibbons, S. (2015, December 11). Lighting up a million lives – Fridaymagazine.ae. Retrieved from http://fridaymagazine.ae/making-difference/lighting-up-a-million-lives-1.1635279

Fotos : Friday Magazine

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