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Hace unas semanas fui invitada por una fundación australiana a participar en un evento como conferencista y panelista para abordar temas de salud mental dentro de la Comunidad Hispana en Perth, mi ciudad. Me sentí agradecida y emocionada por la oportunidad de facilitar un espacio seguro para hablar abiertamente sobre los desafíos que experimentamos como migrantes y reducir las concepciones erróneas sobre la salud mental y los estigmas culturales que pueden obstaculizar la búsqueda de ayuda.

Además de ser psicóloga, mi trabajo con migrantes calificados, principalmente hispanos, en busca de oportunidades profesionales en Australia, me ha permitido ser testigo de las dificultades inherentes al proceso de establecerse en un nuevo país: la barrera del idioma, el duelo migratorio, la redefinición de la identidad, las creencias y los objetivos. Todas estas experiencias tienen un impacto significativo en su salud mental*

Hace tres años, este tema tomó aún más relevancia para mí…

Su nombre era Angélica, colombiana, y vino a Australia como estudiante internacional para aprender inglés en 2018. En medio de su aventura como migrante, enfrentó algunos desafíos y le costó mucho trabajo adaptarse a su nuevo estilo de vida. Empezó a sentirse sola, confundida, sin esperanza y sin claridad sobre la dirección de su vida, entró en una depresión profunda y fue UNA de las 3,139 personas que fallecieron por suicidio en 2020 en Australia. (¿Y cómo está tu salud mental?)

Este tema se volvió personal y profundamente relevante para mí. Cuando fui invitada a participar en el evento, preparé mi intervención en español, como me lo había solicitado el organizador, asegurándome de que el contenido fuera valioso. Tenía la certeza de que esta fundación tenía la oportunidad de crear un impacto real en nuestra comunidad hispana migrante. Sin embargo, mi decepción fue inmensa al llegar al lugar y descubrir que ninguno de los asistentes era hispano, y que nadie entendía español. Era evidente que el evento carecía de la promoción y el marketing adecuados para llegar a la audiencia apropiada

Inicialmente, pensé en realizar mi intervención en inglés, pero rápidamente comprendí que mi mensaje no sería relevante para esa audiencia. La incomodidad, la confusión y la rabia se apoderaron de mí. No podía creer que algo así estuviera sucediendo, especialmente en un tema tan delicado e importante como la salud mental. Minutos antes de que comenzara el evento, me acerqué a la directora de la fundación y expresé mi descontento. Mencioné la frustración de no tener a ningún hispano en la audiencia y la irrelevancia de dirigirme a la audiencia equivocada. Aunque me escuchó con preocupación, nada de esto impidió que continuara el evento.

Sentada al fondo del salón, mi corazón latía rápidamente y mi cuerpo se resistía a permanecer allí. Todo lo que observaba a mi alrededor me parecía absurdo; sentía la necesidad de hacer algo. Sabía que presentarme frente a esa audiencia significaría ir en contra de mis valores. Estaba allí para hablar de salud mental a la comunidad latina, no para hacer una actuación que después en fotos y en redes sociales figurara como un evento de impacto en nuestra comunidad. Hacer la presentación en esas condiciones habría sido complacer a otros, pero también me habría decepcionado a mí misma.

Esta situación puso a prueba mi integridad y me confrontó con mis valores y lo que realmente es importante para mí. En mi mente, las preguntas se repetían insistentemente: ¿Qué pasaría si me fuera?, ¿Qué pensarían los asistentes?, ¿Los organizadores?, ¿Mis colegas panelistas?, ¿Mi comunidad de migrantes hispanos?

Con miedo pero con toda mi fuerza interna, cinco minutos después de iniciado el evento, me puse de pie, caminé hacia el organizador, lo llevé conmigo hasta la puerta y le agradecí por la invitación. Le dije que este no era el evento para el cual me habían invitado, nos dimos la mano de forma amigable y me fui.

Aunque tuve miedo al tomar esta decisión, supe que no me arrepentiría. Después de reflexionar sobre lo sucedido, me di cuenta de que lo más importante es lo que yo pienso de mí misma. Soy quien se acuesta cada noche con sus memorias, aprendizajes y experiencias. Esta situación resultó ser un desafío enorme que me proporcionó una de las lecciones más importantes de mi vida: la de actuar con integridad y coherencia con mis valores.

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*Si necesitas ayuda ponte en contacto con un especialista en salud mental o llama en Bogotá a la Línea 106 “El poder de ser escuchado”. Línea de atención, ayuda, intervención psicosocial y/o soporte en situación de crisis. Si estás en Australia, llama a “LifeLine”, línea de atención en crisis 13 11 14, también tienen disponibilidad de intérpretes que hablan español (llama 131 450).

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