Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Seguramente habrás escuchado decir que “somos el producto de nuestras creencias”, sin duda una de mis frases favoritas. Entre más la repito, más me convenzo de su veracidad. ¡Nuestras creencias son poderosas, y al serlo, es indispensable entrenarnos para observarlas y cuestionarlas, pues somos el producto de ellas!

Debo decir que durante mi paso por muchas instituciones educativas y siendo colombiana, en muy pocas ocasiones sentí que el sistema en el que vivía estimulaba en mí el pensamiento crítico. Hoy mirando desde lejos y al pasado, puedo ver con claridad que, a través de los años, la tendencia fue aceptar mucha información sin cuestionarla, y por supuesto esto impacto en la forma como visualizaba mi vida en el futuro.

Hace muchos años pensaba que el éxito se alcanzaba a través del trabajo, del hacer, a través de las cosas materiales a las que lograra acceder. Para mí, en esa época, el éxito era sinónimo de trabajar para una empresa multinacional con miles de empleados, tener un grupo de gente a cargo, asistir a muchos eventos sociales, y representar a esa compañía en diferentes lugares del mundo.

Estoy segura de que a ti también te ofrecieron esa creencia, la de la “linealidad en la vida”, la de la certeza de que, “a determinada edad, debes estar haciendo determinada cosa”. Pero, ¿qué pasa si uno tiene múltiples intereses fuera de lo común?, ¿qué pasa si uno no quiere hijos, o una carrera corporativa?, ¿Qué pasa si uno no tiene un sueño particular, si no que, muchos pequeños sueños y quiere pasarse la vida experimentando aventuras?, ¿Qué pasa si uno no sabe cuál es su propósito en la vida?

Pareciera que fuera necesario perseguir una pasión, tener certeza de lo que uno “tiene” que hacer y, sin darnos cuenta, se nos pasa la vida persiguiendo ese “algo que tenemos que alcanzar” y llegamos a un momento en donde sentimos que nos quedamos atrás, ¿te ha pasado?

He visto a muchos de mis clientes experimentar frustración, decepción y miedo, por sentir que han perdido su rumbo, que no van alineados a las expectativas sociales, a las de sus padres, o a la de su grupo de amigos, sobre todo después de haber migrado a otro país. De repente no se reconocen, y con nostalgia recuerdan esos días cuando parecía que tenían la claridad y fuerza para perseguir sus sueños.

Te garantizo que nadie sabía con certeza lo que quería desde sus primeros años de vida. Todos vamos descubriendo con el tiempo nuevos intereses, cultivando nuevas habilidades y viviendo aventuras que nos ofrecen nuevas perspectivas, y es esto lo que nos permite visualizarnos en espacios inimaginados.

¡La única certeza en la vida es el cambio, y la incertidumbre que este trae!

Recuerda que no es necesario tener claridad en cada paso que das, no existe un solo camino, no te tortures por no haber descubierto tu propósito en la vida. Acepta que algunas veces no vas a obtener respuestas, pero siempre podrás hacer preguntas que te ayuden a observarte de forma diferente, deja que tu curiosidad sea esa llave que abre las puertas a un mundo de posibilidades.

Vuela incansablemente como el colibrí, ¡persigue tu curiosidad con ese aleteo constante mientras encuentras la siguiente pista! a mí, seguir las señales me llevo a vivir en tres países diferentes, a hacer varios cambios de carrera, a renunciar al mundo corporativo, abrir mi propia empresa, y a convertirme en bloguera.

Fue así como encontré mi lugar, volando de flor en flor, sumergiéndome en ellas para beber su néctar, y de paso, recoger granitos de polen, que sin saber ayudarían a otros a florecer.

Si fueras un colibrí, ¿te imaginas a donde te llevaría tu vuelo?

Compartir post