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Llegar al corazón del Madison Square Garden no era fácil. Había que superar primero el hecho de que a las 5 p.m. es imposible que un yellow car, mejor dicho, un taxi, recoja a alguien.

Pero el acordeonero Emiliano Zuleta fue el primero de los nominados de la categoria vallenata que logró superar no solo el tráfico, sino los recovecos del Madison Square Garden. Entró con su hijo Coco, cuando ya habían repartido varios premios y sabiendo que las apuestas estaban con Jorge Celedón. Se sentó entre el pequeño grupo de asistentes, unos 150, que se veían muy solos en el centro de un escenario de relucientes sillas vacías. Y no acababa de ubicarse cuando anunciaron la categoría vallenata.

Y cuando dijeron el nombre de Cien días de bohemia como el mejor álbum de vallenato/cumbia, aún sin creerlo, le tocó subir solito a la tarima. Porque su hermano Poncho, que tenía la ilusión de subir al escenario a dedicarle el triunfo a su padre, el fallecido juglar Emiliano Zuleta Baquero (autor de La gota fría), quién sabe por que, aún no llegaba.

Fue en ese punto donde lo encontré. Perdida por horas en el laberinto que es el Madison Square Garden, estaba a punto de estallar en lágrimas, cuando escuche unos aplausos. Nadie me detuvo cuando me metí al escenario (esperaba que alguien me dijera algo así como "Senorita, ¿que hace aqui?, pero nadie me detenía y escuche que daban por terminada la primera ceremonia, la de los premios menores, la que no se ve por televisión.

Entonces caminé hacia la gente que se ponía de pie dispuesta a preguntarle al primer colombiano que me tropezara. Esperaba encontrar allí al Binomio de Oro. Israel Romero había dicho que estaría a las 5. No esperaba a Jorgito porque unos minutos atrás había hablado por teléfono con su manager, Robert Meza, que me llamó a preguntar si sabía algo, porque estaban en un trancón, lejos del escenario.

Entonces, tropecé con Emiliano, al que casi no reconozco vestido de smoking. Fue como si hubiera visto un milagro, él tenía que decírmelo: "Emiliano, ¿Quién ganó?" le pregunté.

Y me respondió: "Yo, yo gane".

Casi no se lo puedo creer, no porque dudara de su palabra, sino porque esperaba ver gente a su alrededor celebrando. "¿Cómo así, Emiliano? Pero, ¿dónde están todos, dónde está su hermano?"

"Pues, no sé -respondió-. No está nadie, no está el Binomio, no esta ninguno. A mi hermano hace meses que no lo veo. Ya yo subí a la tarima y le dediqué el premio a mi gente, a Colombia y a la memoria de mi mamá. Después me pasaron atrás, me tomaron fotos para la prensa internacional, incluso una abrazado con Kike Santander y luego volvieron a sentarme aquí".

En ese momento, la organización invitaba a la gente de la primera ceremonia a salir para que pasaran por la alfombra verde de la segunda ceremonia.

-Emiliano, usted no se puede ir… tenemos que saludar a la gente en Colombia por Citytv…

Y a pesar de que la emoción, la carrera y todo junto tenía a Emiliano con un terrible dolor de cabeza, el acordeonero estuvo presente para saludar a los colombianos en directo para el canal de la casa Editorial EL TIEMPO, primero que a ningún otro medio colombiano.

Solo después de que se despidió de la gente en el noticiero. Caí en cuenta de que por fin tenia ante mí a un merecido ganador del Primer Grammy de Vallenato/Cumbia. Y me quedé corta al decirle:

"Emiliano, ¿sabe qué? Felicitaciones. Déjeme darle un abrazo".

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