El hecho de que hayan sido pocas las personas que dejaron de utilizar el taxi en el ‘paro de usuarios’ que se promovió por Internet, no significa que perdieron la batalla aquellos que luchan por un buen servicio.
El 6 por ciento de los bogotanos usa de manera frecuente el taxi para transportarse, según las cifras del último informe de Bogotá cómo vamos, divulgado en diciembre de 2014.
A ese 6 por ciento es a quienes deben apuntarles los taxistas. Suena bastante inteligente lo que dijo uno de los dirigentes de los amarillos, al pedir a sus compañeros que en vez de pensar en paros se dediquen a mejorar el servicio.
Pero como van las cosas, los mismos taxistas amarillos se van a ocupar de desaparecer, a pesar de que, el mismo estudio de Bogotá cómo vamos, dice que el 58 por ciento de las personas dijeron estar satisfechas con el servicio.
Ese 58 por ciento es una inmensa minoría, frente a quienes dijeron lo contrario y a quienes ni siquiera utilizan el taxi y prefieren subirse a otro medio, antes que aguantarse a un taxista.
Tras los amarillos vienen pasos de gigante. La ministra de Transporte les prometió que no les iba a legalizar Uber. Pero como los taxistas (y cuando hablo de ellos exceptúo a esas miles de personas honestas y correctas que ejercen esa misma labor), siguen haciendo lo que quieren, pero tan pronto como llegue una alternativa nueva los bogotanos la van a coger.
Lo hicieron con Uber y lo están haciendo con Easytaxi y otras aplicaciones que ya están y que estarán por venir.
Pero más allá de ello está el hecho de que el Congreso también se cansó del asunto y decidió meterle mano. Ahora que los taxistas se querían ir a paro, los senadores Andrés García Zuccardi y Oscar Mauricio Lizcano desempolvaron un proyecto que tenían desde el 2004 y lo piensan poner a marchar.
El proyecto dice que busca reglamentar el servicio de movilidad individual, pero lo que en verdad está planteando es la posibilidad de autorizar a nuevos taxis, con unas características especiales de alta gama, con nuevos cupos, para que presten sus servicios bajo unas condiciones estrictas.
Según el articulado, deben ofrecer “a los usuarios mayores condiciones de comodidad y accesibilidad, operación y seguridad en términos de servicio, control de la operación tarifas superiores a las del servicio básico. Éste deberá ser prestado con vehículos de lujo tipo automóvil, camperos y camionetas hasta 7 pasajeros”.
En el articulado se determina quién va a estar a cargo de esos conductores, según sea el tipo de actividad que desarrollen, pero deja claro que los nuevos servicios deben ser de calidad.
Los propietarios de los vehículos de lujo les deberán exigir a los conductores de esos servicios de lujo “respeto de normas de tránsito y transporte, atención y calidad del servicio prestado a los usuarios durante los últimos cinco años y certificación de capacitación por competencias laborales.Estos antecedentes deberán ser certificados por las empresas de taxis y las autoridades competentes”.
Esos conductores deben tener una experiencia de por lo menos 5 años certificada y haber tenido tarjetón de conductor por el mismo tiempo.
Eso no es otra cosa que decir que aquellos de los actuales amarillos que sigan en el plan de agredir al pasajero se van a quedar de puertas para afuera.
Que sea bienvenida la competencia y que los amarillos decentes, aquellos que hacen su trabajo honesto, vivan por toda la eternidad. Y los otros, se queden a su suerte, abandonados en el olvido, sin quién les haga una parada, porque no tendrán el sello que los incluya entre los taxistas confiables.¿O usted qué opina?
Twitter: VargasGalvis
Debemos exigir que el servicio de taxis sea prestado por personas competentes, educadas y respetuosas de las normas, como sucede en Londres, donde no cualquiera que tenga capacidad de pagar un cupo lo haga, sino que deben pasar un examen riguroso que demuestre su calidad humana, su experiencia y cuánto conoce la ciudad, además no debe solo transportar al pasajero sino ayudarlo si lleva paquetes a bajarlos del vehículo, darle un trato respetuoso a quien toma su servicio. Muchos taxistas solo se quejan de los trancones, por eso no responden las llamadas de los servicios solicitados por aplicaciones o por radio-teléfono en las llamadas hora pico. En los cambios de turno muchos no paran a prestar el servicio y así un sinnúmero de irregularidades y las autoridades no hacen nada para que el usuario tenga acceso a un servicio de calidad, que además no es gratuito.
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Se necesitan reformas de fondo no sólo para reglamentar un nuevo sistema, sino para exigir en el corto y mediano plazo condiciones laborales favorables a los taxistas, condiciones favorables a los usuarios y una normativa más severa para el famoso «yo por allá no voy».
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Transportador por trasportador
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Parece que la propuesta no va para los pequeños trasportadores… Los propietarios de los vehículos de lujo les deberán exigir a los conductores de esos servicios de lujo…
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