Es muy común en muchas áreas urbanas hablar del “centro” en referencia a una zona amplia que concentra la actividad y atracción comercial, administrativa, política y cultural de la ciudad. “Tengo que ir al centro”, “voy a hacer unas compras en el centro”. Y ese centro, por lo regular está bien definido y diferenciado de las zonas residenciales. En el caso colombiano, este núcleo suele establecerse alrededor de la plaza de Bolívar.
Pero con frecuencia ir hasta ese centro implica que los habitantes que viven en zonas más alejadas tengan que hacer un esfuerzo mayor de desplazamiento para llevar a cabo compras básicas o realizar diligencias que bien podrían llevarse a cabo más cerca de sus zonas residenciales.
Cuando una ciudad concentra su actividad comercial y administrativa en una sola zona, los beneficios de desarrollo y de alternativas estarán para quienes viven cerca de allí.
En ese sentido cobran importancia los microcentros porque satisfacen las necesidades básicas de las personas que viven en los barrios vecinos y también para que impulse el desarrollo de estas zonas.
Los microcentros son pequeños espacios comerciales de barrio con entre 10 y 20 locales dirigidos a un nicho de mercado específico, en este caso los habitantes de una comuna, donde podrán encontrar panadería, carnicería, verdulería, farmacia, papelería, peluquería, ferretería, locales de comidas, cajeros automáticos y servicio postal, entre otras posibilidades. En ese tipo de espacios se necesita que haya un local que ejerza como principal atractivo, y esa responsabilidad recae en los supermercados de talla mediana.
Además, dependiendo del tamaño del centro comercial, siempre se puede considerar que existan espacios verdes y áreas de juegos para los niños, para que se convierta en un sitio de encuentro de los vecinos.
A diferencia de los grandes centros comerciales, en estos pequeños núcleos no hay tiendas de lujo y tampoco es obligatorio que sean de una cadena. Su objetivo tampoco es reemplazar a los grandes hipermercados, pues su oferta es limitada y adaptada a la capacidad de compra del público objetivo.
En Pereira está por ejemplo El Poblado Plaza, que es un pequeño centro comercial de barrio de aproximadamente 2200 metros cuadrados que funciona desde hace casi diez años. Está ubicado en la comuna del mismo nombre. Cuenta con dos pisos y 25 locales, dos mall de comidas y un local principal donde hay un supermercado de 687 metros cuadrados. Cuenta además con parqueaderos cubiertos y exteriores, juegos infantiles y zonas verdes.
Todo lo que hay alrededor de este núcleo comercial en la comuna El Poblado de Pereira son áreas residenciales. Los 30.000 habitantes de aproximadamente ocho barrios son el público objetivo de esta estructura comercial, y los servicios y productos ofrecidos deben responder a las necesidades y a la condición socioeconómica de esa población.
Estas estructuras, además de ofrecer un servicio comercial, se convierten en puntos de referencia y de encuentro para los habitantes de la zona.
Estos microcentros comerciales son una alternativa para estimular la economía barrial y también para que los habitantes del sector no vean como únicos sitios de compras los gigantescos centros comerciales y las cadenas de supermercados e hipermercados en los centros y en las afueras de las ciudades.
Además de ser sitios de referencia y encuentro de los vecinos, los centros comerciales comunales son polos de desarrollo y de valorización de los predios residenciales que los rodean. El buen funcionamiento de estas estructuras depende de una constante oferta de bienes, servicios y actividades, así como de la comunicación continua con los habitantes de la comuna para que se conviertan en clientes habituales. Es una relación más personal, algo que no sucede en las grandes superficies.
Los comercios de proximidad son alternativas más sostenibles que al reducir la distancia entre vendedor y comprador, disminuyen también los costos ambientales en transporte; y contribuyen a generar o a mantener los puestos de trabajo de personas del mismo sector.
Hay que priorizar a los más próximos a nuestro territorio para potenciar nuestra economía local, así como el resto del territorio debe hacer lo propio con sus productos.
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