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De nuevo el Metropol recibe poderosos sonidos de vanguardia, registrando dos agrupaciones más en las páginas de una historia contada a medias. Momentos, emociones y talento en una solo lugar.

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La tarde-noche del sábado parecía no tener un final feliz, desconozco las razones pero la programación completa de Metalmillenuim 2010 no se pudo llevar a cabo, se presentaron dos bandas locales, The Agonist y Dark Tranquillity. Sin embargo el esfuerzo de la organización se notó ante algo que tenía más cara de cancelación que otra cosa, según  contaba un amigo que llego temprano al teatro. La furia de The Agonist hizo olvidar la espera y sobre las 8:45 pm aproximadamente, la figura de Allisa White-Gluz, irrumpió con tanto odio en su voz que atrajo todas las miradas. Enfundados sus compañeros en dos guitarras bajo y batería, reiniciaron la fiesta con algunos problemas de saturación, el sonido mejoro en ocasiones pero finalmente no fue el más óptimo, en especial el de las guitarras. No obstante la actitud de los canadienses superó las expectativas y sobre esta construyeron una buena presentación soportados en la mezcla de guturalidad y melodía de su vocalista quien sin ningún esfuerzo lograba navegar de un lado a otro con admirable naturalidad. Del ligero que lucía no solo colgaban sus medias de trazos blanco y negro, también varios rostros juveniles quienes observaban deslumbrados una aleación perfecta, metal y belleza. Tampoco hubo escape para dos integrantes de los Dark quienes desde el segundo nivel también observaban. En medio de aplausos la banda se retiró luego de casi una hora, se les notaban las ganas de  de continuar sobre el escenario.

 

           

 

 

La cuenta regresiva comenzaba, en «pocos» minutos el plato fuerte de la noche llenaría la mesa de los comensales, pensé, pero esta vez los minutos se convirtieron en más de una hora, todo porque el ingeniero no encontraba el punto perfecto, bueno es su trabajo tiene que hacerlo… pero ya la paciencia que en la mayoría de veces es común en los que solemos escuchar este tipo de música estaba por agotarse. El hombre se tomo todo el tiempo del mundo para encontrar el nivel en cada uno de los instrumentos, algunos como la guitarra de Martin Henriksson quien se vio varias veces a un costado de la tarima probando sus cuerdas. Con cara de pocos amigos el ingeniero una y otra vez paso mirando los pedales, los retornos y por último los micrófonos con un «check one eeyyy» a lo cual parte del público jugando, repitió. Humo blanco expulsado, habemus Dark… no aún no, sobre la consola otra vez, cruces de palabras y de nuevo humo, cambio de luces y la proyección de tornamesas con discos de varias revoluciones se va. Camina rumbo a la batería Anders, gritos, la intro y la banda sobre el escenario, At the Point of Ignition, si señor… en el punto de arder, de combustión, así decidió el ahora bendito ingeniero dejar el sonido, cerca de ser odiado por lo menos en mi caso, le agradecí luego de escuchar tamaña calidad sonora. The Fatalist y de plano con nueva cara los suecos nos dijeron musicalmente: bienvenidos este es We are the Void 2010. Encendida la llama, el duende travieso que acompaña al grupo en los shows de Bogotá, hizo presencia nuevamente, esta vez el micrófono se fue y la voz de Mikael se perdió, después uno de los amplificadores fallo, o se ¿quemo?, igual había que cambiarlo. Tiempo tuvo Mikael para bromear un poco, agradecer por la asistencia, y para recibir de parte de tal vez del club de fans una tela de fondo blanco encabezada por el escudo de Bogotá con la frase: Dark Tranquillity 20 Years; sorprendido y sin dudarlo un minuto se envolvió en ella cual Superman, después la devolvió.

Si me memoria no me falla Final Resistance reanudo el fuego y los destellantes colores de la bandera del país escandinavo, eran ondeados a través del pelo del vocalista al constante movimiento de su cabeza, unidos todos celebrábamos la tercera conquista de una insignia del rock sueco.

 

  

 

 

El alimento visual ausente en sus anteriores conciertos, respaldo el estupendo sonido ¿ya lo había comentado? viajes por el espacio, estrellas, colores efervescentes, frases de canciones, explosiones y un sin número de emociones fueron transmitidas por medio de imágenes, excelente contra luz para historias bien narradas, síntoma de evolución. Metidos los oídos en dicha exposición sonora las luces casi siempre abiertas, iluminaban los cuerpos de ojos alegres, algunos de ellos repitentes intencionalmente, otros en cambio disfrutando del primer bocado Tranquillity posiblemente el más completo de todos. Forrados en el color pureza Niklas y Martin en perfecta sincronía nadaban en mares de técnica guitarrera, maduros, deslizaban sus picks con frescura similar a la propulsada por el ventilador en tarima, punteos exactos y preciso riffeo, una vez más encaja la palabra evolución, Iridium o The Lesser Faith contundentes argumentos.

«Olvidados» en cada costado del escenario pero columnas vertebrales, los teclados por un lado embriagaban en tópicos imprescindibles otorgando ese toque relajante, necesario, por el otro, poco usual, los tambores estaban arrinconados perdiendo ese protagonismo de las alturas sin su peldaño de más, pero nunca la relevancia de llevar los tiempos. Juiciosamente el alopécico Jivarp marcada cada paso con precisión. «La tarde» caía y el telón de Lost Apathy era el anunció, apatía solo de titulo porque la carne y el hueso fueron calados, uno por uno, asistente por asistente, traducción: energía diáfana, simple, con impurezas propias del cotidiano vivir, cortezas finas o gruesas juagadas de rock, bajo la sencilla manta de hacer la cosas bien con el derecho de equivocarse sin ser recriminados por lo sembrado. Fue más extenso el Encore que el amago de ida, Terminus ponía el sello abierto del representante más generoso de Europa, donde la personalidad es de hielo pero también donde se han roto los paradigmas de la música, y en cuyos vientres cada vez nacen para naciones de memoria volátil como la nuestra, agrupaciones de la talla, la sencillez y la calidad de Dark Tranquillity.

 

  

 

Tres a cero va el escore aprovechando que se acerca el mundial, tres tantos bien ubicados de parte de una banda como esta, sin lugar a dudas una vez arranco el concierto los accidentes que de por si hacen parte del condimento de sus shows, fueron olvidados. Me atrevo a decir que de los eventos presentados en el Metropol, este ha sido el de mejor sonido, casi perfecto, aun cuando se tuvo que parar, nunca costo volver, se mantuvo siempre sobre el mismo nivel. El set list fue marcado por dos albumes, We are the Void y Fiction, la mayoría de sus canciones provenían de ellos y el bonus track, las proyecciones y el juego de luces que no fue tan sobrio como de costumbre. La puerta seguirá abierta, la banda es de la casa, como el viejo amigo que dejamos entrar para saborear un disco, charlar un rato de la vida, o simplemente tomarnos un café, jamás dejaremos pasar de largo a un gigante como este.

 

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