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Se dio inicio a la segunda temporada de conciertos en Bogotá, una breve reseña de lo acontecido el fin de semana pasado.

 

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Indudablemente cada vez que una agrupación extranjera pone sus pies sobre la tarima del Teatro La Mama deja un punto alto que superar, más si se tiene en cuenta que en su gran mayoría las bandas pertenecen a la movida actual. La excepción no podían ser los señores de Job For a Cowboy quienes apenas con dos discos al aire, pero un recorrido basto en los escenarios principales del mundo, hacían pensar que valía la pena verlos en vivo .

Con un teatro un poco menos copado de lo acostumbrado y entrado en calor gracias a la bandas nacionales, los titulares fueron apareciendo en el escenario para afinar su instrumento lo menos evidente posible, respaldos por un telón con el dibujo de su cornudo emblema. La mirada hacia el cuarto de maquinas por parte del vocalista Jonny Davy encontró el visto bueno de quien se encontraba al mando de la consola, minutos antes una falla técnica casi nos vuela los oídos. De espalda los cinco Job recibieron con su poder al público colombiano, terminada la intro la «liviana» estructura de Unfurling a Darkened Gospel anunciaba ahora si de cara hacia todos como era subirse al caos de su inmisericorde música. Sin necesidad de sentir furia pues toda quedo encarnada en cada tramo de piel asistente, incluso en los tímidos flashes de las cámaras que buscaban el rostro más feroz de Davy. Él se debatía en la profundidad monstruosa cuando de sus entrañas salía tamaña brutalidad. En cada costado de la diminuta tarima dos «timidos» rufianes casi ni se movían, dejaban el protagonismo aniquilador para sus dedos, ellos mantenían el ritmo infernal con las señoritas seis cuerdas, ambas vestidas de oscuro cortaban en cada riff cuanto Mute existiera, bien trabajadas víctimas de la fogosidad juvenil y empapadas de sudor bajos sus lomos, pedían piedad ante el incesante toque de sus amos, Al y Bobby. Knee Deep o Reguritated Desinformation fueron tan solo algunas de las «polvaredas» levantadas por la danza del choque, en ocasiones utilizando el mayor radio posible rayando en los límites. «The Charn» a penas se podía ver pero no hacía falta, era suficiente con el disfraz de sus movimientos, aparente simpleza pero sobre el cuerpo potentes vibraciones y contundencia al contacto del doble bombo, brillos limpios en los platos. Sobre dicha atmosfera la construcción mostraba la placa elocuente de llevar al extremo cinco instrumentos de la más fina calaña, postrados sonidos absortos por hambrientos oídos en el recinto de ladrillo y balcones.

 

 

 

                         

 

 

Metal Devastation decía la camiseta de Davy la misma que lucio para el video oficial Entombment of a Machine tema incluido en el set-list como penúltimo en la noche y bastante vociferado. Devastador así fue el concierto de estos cinco vaqueros de metal sin cuero en el alma, junto a los espectadores incineraron todo tan solo en una hora la noche de un sábado normal, cuatro días antes la casa andaba de fiesta bicentenario, dulce de pan y circo. 11 canciones bastaron para poner la nueva asta a escasos milímetros de las otras, luce un poco más empinada a la espera del gallardo que sin rodeos intente encallar la suya. El metal de avanzada debe estar orgulloso y en la tierras donde abunda el talento es más difícil sacar la cabeza, aquí cuando una banda como Job For a Cowboy abre su entraña desnuda verdades tapadas con un dedo, los libros concienzudos registran el paso de otro tren que antes de partir rumbo a la siguiente estación, sacudió por última vez una historia llamada Embedded de 3 minutos 40 segundos del más puro rock.

¿Listos para el próximo round?

 

                  

 

 

Permanezcan Rockosos

 

 

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