Luego de 5 décadas de espera los ritmos de Ringo Starr finalmente se posaron en esta “galaxia”, en una noche emotiva, de música y talento, de nostalgia y alegría. Bienvenidos
Hacía frio en las afueras del centro comercial Bima, la carpa dispuesta para el evento se veía a lo lejos , poco a poco la gente iba llegando al lugar que cerca de las 9:00 pm se encontraba en un 50 por ciento de su capacidad. El escenario adornado con estrellas y una media luna era ambientado por focos azules que “dibujaban” una noche despejada- igual a la real- luces que destellaban en las dos relucientes baterías dispuestas para la fiesta rockera. Encabezados por Augusto Martello quien perteneció a Crash una de las bandas referentes del rock nacional de finales de los setentas, Los Villanos de Leyva abrían el evento tocando un par de canciones, luego de una breve pausa regresaron a la tarima a desplegar el restante set, el cual incluyó algunos temas originales y versiones como “Sweet Home Alabhama” de la banda Lynyrd Skynyrd. El quinteto gestado en Villa de Leyva y que está pronto a grabar su álbum debut, dejó enganchado al público con esa cuota de rock bien ensamblado.
El personal de logística pedía a la gente que despejara la zona cercana al escenario, la idea era que las 2000 sillas numeradas dispuestas en la localidad VIP fueran ocupadas, así permitían que quienes ya estaban sentados observaran tranquilamente el show. El juicio duro poco, pues sobre las 10:04 de la noche -puntuales- la All- Starr Band salió a escena e hicieron saltar a todos de sus puestos, no hubo como llamar al orden y la verdad quien entiende, sabe que esta música, es pura vibración. Allí, firme, a sus 74 años de edad y luego de 50 años de espera, se materializó por fin la sonrisa natural de Ringo Starr, esa misma que los asistentes a la Caverna conocieron exclusivamente en los años sesenta en Liverpool. Si, era cierto, otro legendario pisaba esta tierra tan indiferente y justo evocando a otra leyenda como Carls Perkins, para carburar de un solo clic, con “Matchbox”, la primera canción de la noche, seguida por el hit “It Don’t Come Easy” en la propia voz de su mentor, anuncio de una fiesta de mero Rock and Roll.
Quienes sabían la historia de los músicos que hacen parte de este grupo de constelaciones, entendían que iban a la segura, canciones como “Broken Wings” (Mr. Mister) y “Hold The Line” (Toto) –impresionante en vivo- sonaron fidedignas, composiciones interpretadas por sus propios creadores y que una a una fueron absorbidas en aquella carpa, ocupada por varias generaciones superadas como era obvio por rostros de antaño. Tod Rundgren, vestido de un color cercano al verde fluorescente pasó al micrófono y empuñó las baquetas para darle más sabor con los timbales a “Bang the Drum All Day”, una vez terminó de bailar con el público, la luz le pego más fuerte a Ringo, quien golpeó su inmaculada batería Ludwig, para cantar desde allí “Boys”, pero cuando pasó al piano, el telón cambio y la presencia Beatle, esa que esperábamos muchos, apareció primero con la marchante, “Don’t Pass Me By” y luego con el himno sin edad donde recordamos como ser niños, sumergidos en la divertida “Yellow Submarine”.
Tres equipos de percusión, varios tipos de guitarras, bajos, cencerro, saxofón y pianos, instrumentos tocados con solvencia por 7 estrellas –además todos cantaron- daban un sonido rellenito, evidente en las danzantes “Black Magic Woman” y “Oye Como Va. Detrás, la localidad Preferencial ubicada un nivel más alto, estaba con menos gente pero igual se hacía sentir, por lo visto poco les importó estar lejos del escenario, pues no querían lamentarlo luego, como lo mencionó en Twitter, @CesarGavi21 seguidor del blog: “Cosas de las que te arrepentirás toda la vida, no ir a ver a un Beatles”. Sentado con sus gafas semi-oscuras cantó desde la batería “I Wanna Be Your Man”, al rato saltó al frente y el flash natural de la encantadora “Photograph” capturó para nosotros una época preciosa en la vida de Ringo, después, flash-back para en su voz sosegada cantar el himno de la amistad Beatle, “With a Little Help from My Friends”, ya se iba, pero antes dijo que nos amaba, con sus manos pronunció el gesto de Paz y Amor y en medio de “Give Peace a Chance” la última canción de la noche, partió.
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Virtuosos de las cuerdas e imparables, Richard Page, Todd Rundgren y Steve Lukather, en piano de atmosferas siderales, Gregg Rolie, en colosos solos de saxofón-percusión, Warren Ham, en punch milimétrico Gregg Bissonette; compactos y sin fallo alguno, las millas acumuladas de viajes musicales se redimieron en 25 pasajes que abarcaron bandas como Mr. Mister, Santana, Toto, Ringo y por supuesto los Beatles. Los seis astros, respetan a quien en batería o en voz se bañó en música desde niño, el mismo que los inspiró y que ahora ellos tributan en vida. Lejos de la galaxia fama y bajo el encanto de sus tempos precisos de diversos aromas , Starkey recreó un capitulo de sonido perfecto, refundido para nosotros hasta el pasado el 6 de marzo, ahora, nuestro compromiso como afortunados, es narrar acerca de este fabuloso viaje, en busca de percibir más seguido la felicidad, que producen hombres, como Ringo Starr.
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