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«Hablar una hora al lado de una mujer bonita parece un segundo. Sentarse en una estufa hirviendo durante un segundo parece una hora. Eso es la relatividad» 
Albert Einstein 

Bali pensar

El tiempo es una cosa muy rara. Uno generalmente siente que lo que vale la pena se demora mucho, y que si algo se demora un instante entonces automáticamente no vale la pena.  Llevo toda la semana pensando en este tema en específico (véase prueba gráfica arriba). En particular, sobre la relatividad de la duración del tiempo y la importancia de comprender bien que el transcurrir del tiempo en un reloj no es necesariamente un indicador de excelencia o de calidad o de sabiduría. El hecho de estar en Bali durante toda esta semana hizo más fácil (o, ahora que lo pienso, mucho más difícil) esta reflexión. Y el hecho de haber «presenciado en espíritu» la iniciativa de 100enundía me ayudó a terminar de completar la idea. 

 La idea en general (ahora sí voy a hablar de transporte) es que nos parece que un estudio que dure seis meses va a tener resultados increíblemente útiles y concluyentes, y que una construcción que dure más de un año va a mejorarnos la vida de manera significativa. Hay unos estudios y obras físicas que sí lo logran: La Muralla China, las Pirámides, El Nido del Tigre, La Sagrada Familia (¡sin terminar todavía!). Pero hay otras que en total sinceridad bordean la estupidez: el estudio de metro de Bogotá (el de los españoles, y hasta cierto punto los otros ocho que ya se habían hecho), la propuesta de autopistas urbanas de Bogotá, y miles de planes maestros, estudios de factibilidad y guías prácticas que hemos visto diagramarse, imprimirse, publicarse, guardarse y olvidarse a través de los años… 

 Lo peor de todo es que algunos de nosotros hemos sido parte de muchos de esos estudios, o publicado algunos de esos libros que tanto le han servido a un ministro para sostener la puerta de su oficina abierta o para dejar en su escritorio para que los que le visitan digan «ah, ¡él ha leído todo eso! Debe saber». Y peor aún, vamos a reuniones donde nos dicen «vamos a publicar, ahora sí, el Gran Estudio que va a resolver Todo en el sector Transporte». 

 Esta semana tuve oportunidad de hacer varias cosas para confrontar esto, y tener experiencias que me hicieron comprender un poquito mejor estas cosas:
Bali 

 1- Salí todas las mañanas a las 6am de mi cuarto de hotel para poder ver el amanecer en la playa balinesa: Esto me mostró que la experiencia que más valía la pena (ese momento en que el sol todavía se puede ver si tener que cerrar los ojos mientras sale del horizonte) duraba máximo 3 minutos.
Uluwatu 

 2- Después de una hora de estar perdidos en el tráfico y luego en un parqueadero, no sin antes tener que pasar por el lado de micos que querían robarme las gafas, pude ver el atardecer en Uluwatu. Sin joder, prometido, el clímax de la experiencia duró no más de 2 minutos. 

 3- Le respondí a un experto de quinientos años (bueno, cien, no exageremos) que el Gran Estudio que estaba proponiendo no tenía nada de distinto a todos los que llevábamos publicando desde hace diez años. Tal vez esto fue producto de tantas reflexiones durante la semana. Y el producto de esa frase es que seguramente perdí toda oportunidad de ser contratado por la organización de ese Matusalén del Transporte. Pero valió la pena. 

cebradecolores.jpg
 4- Digamos que «presencié a distancia» la maravilla de 100enundía en Bogotá, una iniciativa que realizaron el sábado 27 de Abril que incluyó una cebra de colores en la Calle 72 con 9a, un ciclocarril en el Parkway, y cien (literalmente, cien) iniciativas más que buscaban dejar de hablar tanto y más bien hacer. Había reglas simples (hacer algo y que fuera ese día, básicamente son las dos reglas) y se lograron cosas concretas. No hicieron estudios ni esperaron contratos ni pagaron gente, solo hicieron una propuesta, la discutieron, compraron la pintura y consiguieron gente que ayudara y apoyara. Y lo lograron.

 Al final de todo, a veces hay que comprender que no es la duración de un evento lo que le va a dar su legitimidad, sino su utilidad. O sino, ¿por qué nos gustan tanto los amaneceres de 3 minutos y los atardeceres de 2? Algo tiene que haber ahí.

 

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