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En la semana que pasó hubo dos acontecimientos relevantes para el transporte de Bogotá: el día sin carro y, casi exactamente al mismo tiempo, el anuncio de la Secretaría de Movilidad sobre la idea de borrar ciclocarriles ciudadanos en Bogotá (primero el de la 100 con 15, luego seguirá el de la Avenida 19 con 128) a raíz de una acción ciudadana que los pintó, siguiendo el Código de Tránsito (pero no según el inexistente manual de diseño de ciclorrutas). Qué manera de invertir el tiempo…

Quiero extenderme en el tema de gestión del tiempo de parte de algunos funcionarios distritales. Me parece (y es una opinión de un simple y cínico ciudadano) que se podría tener una mejor gestión del tiempo en las acciones con respecto a la movilidad de la ciudad, y que la priorización de acciones podría ser más cuidadosa. Si el día tiene 24 horas y el día laboral tiene 9 (y para algunos de nosotros, cerca de 14), es importante encontrar la mejor forma de invertir ese tiempo.

(Tengo que aclarar algo: según lo que yo he visto, ser funcionario distrital es una de las profesiones más difíciles y complejas que existen. A veces uno piensa que ser domador de leones podría ser una profesión más amable que ser funcionario de la Secretaría de Movilidad, y que ser un Hombre Bala podría ser menos arriesgado que dar declaraciones a un periodista que entienda todo mal, y que un funcionario distrital preferiría entrar a un curso intensivo de Fakir (con piedras de carbón, camas de chuzos y todo) que leer mis posts. Por eso los admiro, y les prometo que hago lo posible por entenderlos. Por eso también reviso y releo mis posts en este blog varias veces antes de publicarlos, pero cuando un funcionario distrital borra una ciclorruta no me puedo aguantar).

¿A quién se le cruza por la cabeza borrar señalización horizontal realizada por ciudadanos para legimitar aspectos de la movilidad que pocos en el gobierno distrital han podido defender? ¿Cuánto tiempo se necesita para borrar una línea amarilla, y cuánto tiempo se necesita para pintar una línea de la misma longitud (tal vez en el mismo lugar, tal vez con ayuda de la ciudadanía)? No soy ingeniero, pero con mi experiencia de rayar (y limpiar) paredes cuando era chiquito, creo que duraría mucho menos pintar ciclocarriles bien hechos que borrar ciclocarriles ciudadanos. Lo que ya hicieron con las Cebras para la Vida lo pueden repetir con ciclorrutas ciudadanas, pero por alguna razón alguien en algún lugar ha decidido que los ciclistas son unos chinos guaches que hay que educar y disciplinar. A los que lo piensen, les agradezco que se encierren un sábado en sus casas y lean «Vigilar y Castigar» de Michel Foucault y entiendan realmente qué es la disciplina.

Más allá de la gestión del tiempo, ¿por qué querría uno ganarse enemigos, si con un esfuerzo menor podría ganar amigos y lograr efectos más positivos? Yo soy psicólogo (conductista de cerebro pero psicoanalítico de corazón) y no logro entender la heurística (ni las razones inconscientes) de alguien cuando responde al esfuerzo de ciudadanos interesados con una acción policiva. Es como si multaran a los ciudadanos que ayudaron a tumbar el Muro de Berlín porque estaban sin un casco apropiado para esa labor.

Lo más interesante: la Secretaría de Movilidad indica que los ciclocarriles que se pintaron no siguen las normas de diseño de ciclorrutas o ciclocarriles. Lo que no se acuerdan es que dichas normas no existen, ni están en un manual oficial (solo hay algunos no oficiales, no sancionados, y el que lea el Manual de Diseño de Ciclorrutas de 1999 tendrá que aceptar que no tiene nada que ver con lo que se ha construido durante los últimos 15 años). Y peor aún, puedo nombrar por lo menos diez lugares de Bogotá donde el diseño y señalización de ciclorrutas está totalmente mal hecho (ciclorrutas que se acaban sin más ni más, postes en medio de la ciclorruta, paraderos de bus ahí puestos, etc etc etc) y nadie se ha preocupado por arreglarlas. Pero cuando los ciudadanos hacen algo ínfimo ahí sí corren a borrarlo…. no entiendo nada de esto.

Nuestras calles están llenas de delincuentes y criminales al volante: conductores de bus que paran donde se les da la gana, conductores de taxi a los que solo les falta escupir al usuario, conductores de automóvil que se pasan semáforos en rojo porque «es que estaba en amarillo cuando yo miré», y 546 personas que fueron asesinadas en el 2012 por «accidentes» de tránsito. Pero no, en la Secretaría de Movilidad prefieren ir a borrar un ciclocarril de 5 metros en la 100 con 15 para resolver «la movilidad». Eso, perdón, es un mal uso del tiempo.

Le ruego, de rodillas (casi estoy dispuesto a subir a Monserrate por ello), a la Secretaría de Movilidad que reflexione sobre sus acciones y por favor priorice su trabajo, y que invierta su tiempo en las acciones que reduzcan accidentes, mejoren la calidad de vida y sigan lo que dice el Plan Maestro de Movilidad: que los peatones y las bicicletas van primero, y todo lo demás después. Su lugar de poder en Bogotá es muy importante, y de nada sirve desperdiciarlo en atacar a los ciclistas que invierten su tiempo en tratar de resolver las cosas. Se usan menos músculos de la cabeza para decir «sí» que para decir «no».

Es una razón más por tener una:

Oficina de la Bicicleta ¿Ya firmaron?

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