No es solamente el hecho de ver a Nairo Quintana ganar una de las tres carreras de ciclismo más difíciles del mundo lo que emociona. Tampoco es porque haya dicho tres palabras que resumían todo lo que muchos compatriotas estaban sintiendo. Es la forma como compitió, resistió, ganó y habló al respecto. La diplomacia ciclista personificada por el recientemente bautizado NairoChavismo es algo de lo que todos deberíamos aprender.
Yo estaba tranquilo. Pero ver cada etapa de la Vuelta a España me mata del susto, del dolor, de la angustia y de la emoción, y aunque ya sabía que me iba a retorcer durante todas las etapas y que durante los últimos diez kilómetros iba a estar parado frente al televisor, lo seguía viendo. Ver a alguien competir en bicicletas cuando uno alguna vez compitió (así fuera hace casi veinte años) lo hace sentir a uno como si estuviera ahí sentado -con la diferencia que yo nunca habría llegado ni a la mitad de la primera etapa. Nairo, Chaves, Atapuma y todos esos manes tienen cuerpos biónicos que uno nunca tuvo y nunca tendrá.
La Vuelta a España fue puramente deportiva hasta el momento en que Atapuma casi se gana la penúltima etapa, Nairo ganó la carrera completa, Chaves compartió el podio de tercero y, más que todo, cuando le entregaron a Nairo el micrófono para que hablara con un discurso de menos de cuatro minutos que hizo llorar a mínimo la mitad de los que lo estábamos viendo. Ahí se vio claramente la diplomacia ciclista que le regalaron a Colombia en unos días que más necesitan actitudes y personalidades resistentes, sonrientes y optimistas.
A cualquier personaje incauto que oiga la frase «Colombia es paz y amor» se retuerce de la risa y pregunta si es que estamos en 1969 o si fue producto de las endorfinas generadas por los miles de kilómetros dando pedal, o si es que Nairoman tomó mucho champán en esa última etapa. Pero la frase que ya todos memorizamos resume en sus tres primeras palabras el sentimiento de gran parte del país. Y lo resumió en un momento fundamental: al finalizar más de veinte días de sufrimiento, dolor, caídas pero, más que todo, después de un esfuerzo inimaginable para lograr lo que muchos todavía dudaban.
Necesitamos urgentemente ese tipo de diplomacía en todo el país, no solo el de Nairo sino el de quienes compitieron en la Vuelta: Froome aplaudiendo porque le ganaron bien ganada la penúltima etapa (otro gesto que demuestra que es importante ganar, pero que es también importante competir), Chaves escapándose para retomar el podio en esa misma etapa casi milagrosa, Atapuma luchando un primer puesto que perdió solo en los últimos dos segundos (pero para los que estábamos viéndolo, igual lo ganó por semejante esfuerzo sobrehumano), y los tres del podio tomándose selfis al finalizar cada etapa y echando pizza después de la etapa final, demostrándole al mundo que un contrincante no es un enemigo sino alguien que nos ayuda a ser mejores y nos demuestra cómo hay que hacerlo. Y también necesitamos continuar con la actitud reformada de los seguidores del deporte: felicitar por el esfuerzo y no solamente por el resultado y ponerse en la posición del otro y entender que pedalear más de cien kilómetros al día no es solamente cuestión de entrenamiento sino de persistencia y corazón. Necesitamos también ese nuevo tipo de ídolos que reemplacen a los mafiosos, corruptos y hampones que secuestraron la posibilidad de tener grandes «logros» o «figurar» en nuestro país sin hacer cosas horribles. Los escarabajos nos demostraron que hay otra manera de figurar en el país, como ya lo habían hecho hace varias décadas.
Para reiterar la belleza de la diplomacia ciclista, vale la anécdota más bonita que compartieron hoy: el 16 de Mayo de 1987, cuando Lucho Herrera estaba ganando la Vuelta a España, su frase breve y contundente fue «Solo quiero que en Colombia haya paz». Un compatriota boyacense se demoró 29 años en lograr nuevamente su hazaña, y tal vez su país le cumplirá su deseo unas semanas más tarde.
El ciclismo es lo máximo.
Excelente resumen del sentir nacional y en particular el mio; se siente orgullo hasta las lagrimas ver a un hombre sencillo y humilde demostrar tenacidad a ese grado… me atrevo a decir que Nairo es el mejor deportista de este país en su historia, no solo por su calidad sobre la bicicleta, sino por esa personalidad de oro forjada en tierras boyacenses.
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Mi hermano, donde le puede poner uno un like a su blog?
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