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No es fácil ser una coach de nutrición que deja todos sus consejos nutricionales para el final. En los procesos con las mujeres, el tema puntual de la nutrición no es el inicio, es el cierre, el final del recorrido. Esto tiene una razón de ser. A veces tengo en frente a una mujer, ella se pregunta si yo conozco la receta mágica, tal vez una nueva semilla, dejar el gluten, o algún batido. Podría responder su pregunta y aliviarla un rato, hablarle sobre los beneficios de consumir alguna semilla, pero esto solo la aleja del camino que conduce a su Paz con la comida. Cuando empecé con este tema del coaching, me armé de conocimiento nutricional. Investigué sobre dietas, alimentos, super foods, el sistema digestivo, etc. Una faceta de mi personalidad adora sumergirse en conocimiento intelectual, devorar libros, estudiar. Pensé que entre más supiera sobre nutrición, mejor podía asesorar a mis clientas. Fue un error. Ahora sé que esta información solo se puede dar cuando no seá utilizada en contra de mi clienta. Ella la utilizará para creer en la ilusión que existe un camino fácil hacia la libertad. No la culpo, la sociedad crea este tipo de ilusiones todo el tiempo. La pastilla milagrosa, el batido mágico, el producto que garantiza el éxito. En los medios vemos las 5 claves para encontrar la felicidad, o los 3 tips para tener el cuerpo soñado. Si bien es cierto que podemos ser guidos y recibir consejos, cuando tenemos un conflicto con la comida que surge de la no aceptación, el cambio que se busca es profundo. Será caótico, intenso, intimo. Y tú tienes las llaves, nadie más.
Ahora parece que existe una nueva moda: la nutrición. Saber cuales son los alimentos saludables es la nueva dieta. Muchas de mis clientas saben mucho de nutrición. El problema, es que es más de lo mismo si se aborda desde el juicio y la restricción. No juego más ese juego, decido salirme porque es otra trampa. La gente que realmente sabe comer intuitivamente no se preocupa demasiado por el conocimiento nutricional de los alimentos que consume. Pero si está atenta a cómo la hace sentir. Si un alimento la hace sentir bien en su cuerpo, si le genera bienestar físico y emocional, es un buen alimento. Usualmente, estas personas eligen alimentos sanos, pero no desde el juicio de la mente, sino desde las sensaciones de placer real que le generan en el cuerpo.
Mis clientas están cansadas, pero el miedo a engordar es real. Ninguna mujer que he conocido que tenga un conflicto con la comida o el cuerpo, es boba. Todo lo contrario. Ellas saben que más de lo mismo no funciona, pero tienen miedo. Es natural, nadie les enseñó a confiar en su cuerpo, en sus instintos, no saben que la vida no termina cuando deciden aceptar su cuerpo. Por el contrario, se abren caminos maravillosos e insospechados. Se abre la posibilidad del cambio real.
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