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Recuperarse de la cultura de dietas es posible.

Desaprendemos una lógica binaria de relacionamiento con la comida. El proceso de hacerlo requiere una deconstrucción que nos transforma por completo. Entramos en el mundo ilimitado del progreso, de los grises y de lo incierto.

Si la cultura de dieta nos enseñó a temerle a ciertos alimentos, a moralizarlos, en la sanación encontramos la sabiduría para saber que todo puede tener un lugar. Entrar en este estadio es un regalo que va mucho más allá de la comida en el plato. Aprendemos sobre lo fútil de perseguir la perfección, los ideales.

Al final, el dolor es una puerta que nos permite revelar algo maravilloso que está en nosotras, pero que tal vez, no ha encontrado la manera de salir y de expresarse.

Desde este lugar de posibilidades, el trabajo colectivo puede darse más fácilmente porque sabemos que no estamos solas en esta experiencia tan humana.

Comer es un requisito de vida y el cuerpo es nuestra única casa posible en este plano físico así que, ¿qué podría ser más íntimo que estas relaciones que tenemos con nuestra comida, cuerpo y corporalidad?

Si hay una lucha con estos elementos, pues será tortuosa. Pero también son amplias sus formas de sanación.

Vamos al fondo, te invito a escuchar el siguiente episodio del podcast de Yo debería ser flaca, en asocio con Caracol Radio.

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Camila Serna, coach y autora

www.francamaravilla.com

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