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Hacer una película es hoy mucho más complejo que en sus inicios. Ya no basta con planearla muy bien, hacer las mejores tomas y la edición más conveniente; hoy gran parte de los esfuerzos se destinan al mercadeo, los efectos especiales y la promoción. Esto es muy importante, pero se ha olvidado lo básico: Toda película es la historia de algo que le pasa a alguien. 
Esta semana tendremos una feliz coincidencia en cartelera, dos películas que reivindican el aspecto básico del cine: buenas historias, bien dirigidas y con buenos actores. Mi semana con Marilyn y Carnage son clases magistrales de actuación, dirección y guión; ejemplos constructivos de los que tanto necesitan los aprendices de cine que hoy se forman en escuelas o de manera autodidacta sin muchos referentes audiovisuales. 
Mi semana con Marilyn, dirigida por Simon Curtis en 2011, tuvo que esperar más de un año para llegar a nuestra cartelera, a pesar de venir precedida por nominaciones al premio Óscar. Ésta es una historia simple que exalta un sentimiento complejo: El amor mezclado con la fascinación.  A Colin Clark le pasó lo que a muchos nos gustaría sentir alguna vez en la vida: Ser objeto de deseo de quien es el objeto de todos los deseos. Marilyn Monroe, en su época más exitosa, lo seduce mientras rueda una película con el gran Sir Laurence Olivier, quien funge como actor y director de la misma. 
El conflicto se presenta entre Monroe y Olivier mientras se filma una «comedia ligera» y va más allá de la simple tensión entre un director y su actriz.  Se trata de un encuentro entre dos mundos: El de la farándula y el de los actores de carácter, que se agudiza por la presencia de los dos métodos más famosos de actuación: El distanciamiento y el del Actor’s Studio (heredero de Stanislavski), un conflicto que es bien expresado por el joven Clark cuando, hablando de Olivier, le dice a Marilyn: «Él es un gran actor que busca ser estrella y tú eres una estrella que quiere ser actriz». 
Esta trama es adobada por un ingrediente especial: El personaje de Sir Laurence Olivier (para muchos el mejor intérprete de obras de Shakespeare) es representado por Sir Keneth Branagh, considerado el mejor actor británico de carácter.  Es sobresaliente también que el director Curtis haya menospreciado el parecido físico (decisión que muchos criticaron) a la hora de escoger a Michelle Williams para el personaje de Marilyn. Su interpretación es tan convincente que a los pocos minutos fusiona su físico con el de la famosa diva y logra transmitir la ambivalencia de su personaje, adorable y solitario.

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No hace falta saber que Carnage está basada en una obra de teatro para entender el tono de su puesta en escena. Polanski es un maestro del cine que siempre nos sorprende con la calidad de sus películas y en ésta demuestra que, además, es buen director de actores.
La película se desarrolla en una sola locación y son los tiempos de la escena los que marcan el ritmo de la historia. La trama se basa en el absurdo de unos personajes que se conocen en una circunstancia desagradable y deben mantener una forzosa charla amigable sobre la agresión del hijo de Nancy y Alan (Kate Winslet y Cristoph Waltz) al de Penélope y Michael (Jodie Foster y John Reilly). Todo la fuerza recae en sus potentes actuaciones y la comedia se basa en el contraste entre sus personalidades y los momentos por los que pasa esta reunión, en la que se tejen alianzas momentáneas y se van develando las verdades y personalidades reales de los protagonistas. 
Polanski centra sus esfuerzos en la dirección de actores y la primera decisión acertada es la selección del reparto, que representa al mismo tiempo el estilo de Hollywood, el cine independiente norteamericano y el cine europeo. Sólo un maestro como él podría mantenernos conectados con esta historia claustrofóbica y absurda usando un género como la comedia que no ha sido propio de su estilo. 
Hollywood produce cada año entre 600 y 800 películas. Esta gran cantidad de películas ocupa al final más del 85% de las pantallas del mundo (en Colombia el porcentaje es mayor) con resultados positivos en taquilla, pero no siempre en la calidad. Por eso hay que celebrar cuando llegan obras sólidas a la cartelera, cuyos efectos especiales son los giros del guión y cuyo reparto no ha sido escogido por catálogo si no por los méritos de sus actores. Se trata de la reivindicación de la puesta en escena por encima de la puesta en venta. 


Espere en la próxima entrega: Películas de desastre: Un desastre de películas
Para ver otros textos sobre cine y cultura visite Jerónimo Rivera Presenta

En twitter: @jeronimorivera 

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