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Me atrevo a afirmar que nadie a lo largo de la historia ha representado de una manera más emblemática el concepto de la revolución que el argentino Ernesto Guevara. La heróica imagen del ‘Che’, capturada por el fotógrafo Alberto Korda, es hoy por hoy el referente gráfico más común de asociar con la rebeldía y el levantamiento contra la opresión.

Pero detrás de la masificación de la imagen del Che Guevara, que con inmensa frecuencia aparece plasmada en espacios tan variados como murales, camisetas, postales y banderas, se encuentran también paradojas que con los años han llevado a que su aporte a la historia universal sea sujeto de revisiones alejadas del sensacionalismo. La más reciente iniciativa para reabrir la discusión sobre el papel histórico de Guevara tuvo lugar en Bogotá, cuando un grupo de estudiantes decidieron borrar su icónico retrato de la plaza que lleva su nombre en la Universidad Nacional.

Cada día es más claro que la figura del ‘Che’ Guevara ha sido inflada por el heroísmo, y sin la intención de restarle méritos a la fundamental Revolución Cubaba, en el marco de su lucha también fueron cometidos crímenes terribles e injusticias innombrables. Ni siquiera las revoluciones más gloriosas se salvan de los horrores de la guerra y durante los años previos a la caída de Batista, la guerrilla del Movimiento 26 de Julio institucionalizó la política de asesinar a todos los desertores, decisión que el propio Guevara defendió ante la ONU. Tampoco deben olvidarse las muertes de civiles ejecutados por el M-26-7 sin motivo distinto a la simple sospecha de que colaboraban con las fuerzas oficiales.

El debate sobre la permanencia de la imagen del ‘Che’ Guevara en la emblemática plaza de la Universidad Nacional es apenas el comienzo de una discusión mucho más profunda, en donde una sociedad que avanza hacia la consolidación de una convivencia pacífica y distante de las dinámicas de la violencia, debe revisar de manera detenida el verdadero papel que cumplieron sus ídolos y sus mártires. Es rara la vez en que una ciudadanía intenta comprender su historia apartándose de los estándares heróicos que durante tantos años han primado en los libros, para finalmente conseguir un entendimiento menos sensacionalista y más objetivo.

Por eso toman sorprendente relevancia las propuestas para reabrir los debates sobre el papel histórico de personajes como el Che Guevara, Simón Bolívar y Cristóbal Colón, idolatrados por las versiones oficiales de los libros de historia, desconociendo sus controvertibles acciones y las injusticias que el poder de sus armas les permitieron cometer.

Ha sido en el marco de las guerras y de los enfrentamientos violentos, por más románticas que sean las historias sobre sus héroes, cuando los crímenes más horrendos han sido cometidos, permaneciendo muchas veces en el olvido. Por eso durante la transición de una sociedad hacia la paz, debe aprovecharse la ocasión para debatir y revisar el papel histórico de los guerreros más aclamados.

Por mí que borremos al Che y homenajeemos, más bien, a quienes dieron sus vidas en busca de la paz.

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