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Va llegando a su fin este año atípico, el año de la cuarentena, de la torta de banano, del teletrabajo, de comprobar que los sistemas laborales y educativos han estado mal armados desde el inicio de los tiempos. Pero también pasaron cosas buenas y la música siempre estuvo para acompañarlas. Hace un par de días Spotify me recordó que lo que más escuché en 2020 fue La Pesadilla, de Su Presencia. Spotify podrá decir lo que quiera, pero lo que más oí en 2020 fueron tres palabras: “¿Ahí me escuchan?”, esas acompañadas de otra triada: “Estás en mute”.

Esas y otras, todas de a tres: «No se escucha», «¿Ven mi pantalla?», «Prendan la cámara», «Miren el chat», «Quédate en casa». Me parece que 2020 se puede contar en tres actos, con estructura aristotélica clásica, como los mejores dramas occidentales. Eso justamente es lo que más me llama la atención de este año, que fue el renacer de muchos, el deceso de otros, pero en todos los casos fue un año de cambios potentes, y quiero creer que son cambios que nos llevaron a ser mejores.

En mi caso, también tengo mi triada personal: Volver al centro. No al centro de la ciudad, al centro de las cosas, de mí mismo y de mi familia. Fue un año de reflexionar y disfrutar la fuerza de lo cotidiano, de hacerse preguntas y encontrar así mismo más cuestionamientos. Este fue el año de repensar, como por no decir reinventarse, que junto a Zoom, Meet y Teams, son las tres palabras que más escozor generan. 2020 fue el año en el que menos blogueé.

Nunca, en los diez años que llevo escribiendo en este blog, me había tardado tanto en publicar una entrada. Esto ya empieza a dar pistas sobre el momento mental en el que estoy: mental y emocional, porque no puedo dejar de pensar en que en cuestión de días nacerá mi hija Victoria, que es mi nuevo gran proyecto. No quiero instrumentalizar a mi hija como si fuera un plan más, pero estoy tan expectante y tan primerizo que quiero vivirlo todo al máximo, sin perderme muchos detalles.

Gracias a este blog me he metido en problemas, gané enemigos, perdí amigos, me hice camino con conocidos, recibí ofertas de trabajo, estuve en boca de algunos. Pero, por encima de eso, gracias a La Fiebre de las Cabañas entendí que tenía una voz de escritor, que en una era como esta hay que alinearse con el propósito de vida. Este blog nació hace una década y fue mi forma de combatir el tiempo libre. Lo empecé justamente para no perder la cabeza mientras estaba desempleado, y en el camino decidí mantenerlo, cosa que me formó en disciplina, constancia y paciencia, que es lo que ahora entiendo que se necesita para escribir.

Por eso, porque diez años es la tercera parte de mi vida, porque siempre es mejor cambiar, porque es mejor morir siendo un héroe antes que vivir lo suficiente para volverse un villano, he tomado la decisión de dejar La Fiebre de las Cabañas hasta acá. Escuchando un TED Talk de Taika Waititi confirmé que el blog debía terminar, porque no puedo limitarme a una sola forma de crear, así como tampoco puedo caer en la espiral del desgaste emocional. Jamás dejaré de opinar de lo que siento y pienso, pero debo dar espacio para lo nuevo. La creatividad toma la forma que uno necesita, y las ideas que empiezo a desarrollar ahora tal vez sean otras cosas diferentes a entradas de blog. No miento cuando digo que me seduce la idea de empezar un podcast, pero también creo que a este planeta no le cabe uno más de ellos.

Fueron diez años escribiendo semana a semana, y como decía Walter White, lo hice por mí, y me gustó porque soy bueno en esto. Nada de excusas, de decir que lo hice por mi familia o por la sociedad que lo necesitaba. Mi principal motivación era tener el registro de las cosas que yo mismo hice, para que nunca se me olvidara de dónde me ha ido sacando Dios. En tres palabras: «Esto es todo». En tres palabras: «Qué gusto fue». En tres palabras: «Gracias, El Tiempo». Siempre agradeceré por la confianza en este espacio, el cual me enseñó que no puedo menospreciar a mis tiempos libres, que en lo decadente e inofensivo hay potencial poderoso, que la gente necesita ser amada y no juzgada, que el mundo está cansado de cristianos que proclaman conocer la doctrina correcta y que están comprometidos con los valores correctos, pero en quienes no hay gracia alguna.

Me retiro de las canchas, pero no puedo mentir al decir que tendré las teclas listas si de golpe tengo algo por decir, ojalá en más de tres palabras. Gracias a todos, a todas, a todes. Espero haber estado a la altura (guiño guiño) del reto.

LUIS CARLOS ÁVILA R

@benditoavila

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