Ahora que comenzó la carrera electoral y que según los entendidos el Centro Democrático barrerá en su aspiración al Senado y a la Presidencia, no importa qué alianzas haga o deje de hacer, le doy crédito a quien no da por perdido un voto y es el caso del expresidente Uribe.
Era 2006 y el presidente candidato se quería reelegir. Como siempre, llegó muy puntual a la redacción de Noticias RCN TV y saludó a todos de la mano, uno por uno, mientras sus escoltas nos prohibían hasta la entrada al baño, sin importar que fuéramos empleados del canal, y dejándolos abiertos de par en par por temor a que sembráramos una bomba ahí, (La única bomba que podríamos fabricar era una que se compone de Bretaña, dos Alka Seltzer y dos Aspirinas Efervescentes para pasar la maluquera de la tomata de la noche anterior en la Tertulia, un ‘metedero’ detrás del canal).
Mientras Uribe hacía su recorrido escritorio por escritorio y dependencia por dependencia, yo le comentaba algo en voz baja, (y a manera de confesión), al periodista que cubría palacio y que estaba a mi lado. «Edwin, yo voté por él la primera vez, pero no estoy seguro de hacerlo de nuevo». Él se quedó en silencio observando al presidente candidato, como guardando mi secreto, pero cuando Uribe vino hacia nosotros a saludarnos, bueno digo, a saludar a Edwin, que era de él muy conocido, mi colega gritó: «¡Presidente, que Giovanni no va a votar por usted!».
Hubo un silencio eterno, como el que hay en los culebrones mexicanos cuando una de las actrices dice: «quiero el divorcio Manuel Alejandro», y hay tres minutos de planos de reacción con una música ‘in crescendo’.
Yo me sentí como un traidor, porque justo hacía 4 años le había dado la mano en el mismo lugar cuando me contó que iniciaría su primer día de gobierno en Valledupar.
Uribe se quedó mirándome y caminó despacio hacía mí, (en cámara lenta), me tomó la mano derecha con sus dos manos, y no me la soltó durante 15 minutos, mientras me explicaba por qué debía votar por él.
Al mismo tiempo que lo escuchaba, me percaté de que estábamos en la mitad del inmenso estudio de noticias, y que los del primer y segundo piso observaban esa ‘íntima conversación’, seguramente preguntándose: «¿de dónde conoce Uribe a Giovanni y por qué son tan amigos?». Cuando terminó de hablarme el presidente candidato, se despidió con esta frase: «ya sabe Giova, ¡a votar por mí!, porque todavía me falta mucho por hacer».
Uribe caminó hacia la Guri a grabar ‘La Noche’, sin dejar de mirarme, yo salí corriendo al baño que aún continuaba custodiado por sus escoltas, me siguieron muchos compañeros de noticias a ‘lograr mi testimonio’, y al devolverme y tratar infructuosamente de resguardarme en el Máster de Noticias, no pude evitar que se acercaran a preguntarme «¿por qué y de dónde era tan amigo del presidente?», y que los ayudara para que el presidente nos devolviera las horas extras, los recargos nocturnos y los festivos.
No salía de mi sorpresa, era en ese momento ¡más famoso que el presidente!, (bueno famoso entre mis colegas).
Como decía mi abuelito paisa, «¡hoy en día!», cuando se habla que Uribe escogerá a dedo su candidato, yo me pregunto, si no lo hubiéramos reelegido para ese segundo periodo, nos hubiéramos evitado 4 años de gobierno, en mi concepto, totalmente contrarios a los primeros cuatro, en contravía de todo lo bien que se hizo, y con prácticas politiqueras, que eran en su primer periodo las llamadas a combatir, eso sin hablar de otras cosas. Además, no se hubiera vuelto una mala costumbre ese lastre de la reelección que tanto le ha hecho daño al país, primero por la de Uribe, y luego con la de Santos. ¡Que entre el diablo y escoja!
Sé que cada voto por Uribe, o por uno de sus candidatos, es conversado y conseguido de viva voz Cuando lo señalas en el tarjetón, a él o a su designado, estás siguiendo una directriz ‘conversadita’ y hasta ‘regañadita’, pero por convicción.
Santos consiguió muchos votos a punta de mermelada, Uribe, porque tiene un discurso claro, porque mira de frente mientras estrecha la mano, y porque la gente le cree y lo sigue, porque confían en él, no por conveniencia. Esa es la diferencia. Santos está de salida, Uribe de regreso.
Por eso ¡Dios nos libre! de ese escenario en el que Uribe haga alianza con Vargas Lleras, porque de seguro será presidente, y también será lo peor para el país.
El hasta hace poco viceresidente del país, y quien hizo campaña estando en el gobierno, a punta de palustre, casco y cemento, con los recursos del Estado y con promesas politiqueras, sería sin duda alguna el presidente más represivo, imperativo, impositivo, neoliberal y clientelista, de Colombia, (entre otros vejámenes), solo superado por su antiguo jefe y del que hoy raja, el presidente Santos.
El derecho a ser candidato del Centro Democrático lo tiene Óscar Iván Zuluaga, se lo ganó en franca lid en las elecciones pasadas, y si no hubiera sido por el complot que le montaron desde presidencia sobre el tal ‘hacker’, hubiera ganado sobrado en segunda vuelta.
En cada escrito que hago sobre estos temas, algunos contradictores me tildan de ‘uribista’, ‘paraco’, ‘amigo de la guerra’, ‘enemigo de la paz’. Lejos de ser todo eso, simpatizo con el expresidente Uribe en muchos temas, como difiero en otros, pero soy consciente que es el personaje más influyente en Colombia, (para mal o para bien), por eso debe escoger su candidato de manera responsable, porque él será sin duda, (me refiero a su designado), el próximo presidente de Colombia.
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