» Hawka «es su nombre. Llegó a nuestro hogar con apenas 2 meses y parecía un copito de nieve. Esta es la historia de la perra labrador, que llegó para llenar el vacío que había dejado otra perra labrador-llamada» Titi «, que pocos meses antes había fallecido en un accidente. A Hawka no le quedó nada fácil su tarea. Titi, en su corta vida, habida dejado altos estándares y la verdad, ni mis hijos ni yo habíamos superado su muerte. Siempre tratamos de buscar en Hawka todos los gestos de Titi, sus comportamientos, sus juegos. Pero Hawka, desde un principio mostró ser diferente. Hawka, haciendo honor a su raza, es amigable, juguetona, inteligente, dócil, y nuestra Hawka, juega a ser distraída, sorda cuando le conviene, despreocupada, traviesa, territorialista con los miembros de la familia; no oculta su afinidad especial por los hombres, en fin, toda una cajita de sorpresas y un carácter bien definido. Hawka siempre ha vivido como perra, en nuestra familia no humanizamos los animales, ella es parte de la familia, pero en su rol de perra, con su vida de perra y su especio y con su libertad para ser perra. Los primeros años de su vida los pasamos en Eslovenia. Y así empezó nuestra aventura juntos, una aventura llena de alegrías, risas, juegos, travesuras, despedidas, llanto, distancias y peregrinar.
Santiago con 8 años, se tomó muy en serio su responsabilidad de educar y cuidar de Hawka. A parte de cumplir con su obligaciones escolares y extracurriculares, siempre estuvo pendiente del paseo en las tardes, de la hora de la comida, de los juegos de entrenamiento y las lecciones de obediencia; de los paseos mas intensos los fines de semana. Ellos dos disfrutaban en la nieve, en el río, bajo la lluvia, en las montañas, en las praderas, todo eran juegos y bromas. De tal manera, Hawka siempre asumió que Santiago era su amigo, no su amo. Y efectivamente le cuidaba y le profesaba un amor especial… pero esa parte de la obediencia, la gestionaba de acuerdo con la conveniencia del momento.
Pasaron 5 años, tan rápido que apenas nos dimos cuenta que Santiago y Hawka habían pasado la infancia juntos, a pesar de que muchas veces sus juegos terminaran en disgustos, porque Hawka no obedecía. Santiago la trataba siempre con respeto, con amor y con la alegría de saber que siempre que llegaba casa alguien lo esperaba con alegría inocultable. Con los años, también fueron creciendo sus obligaciones escolares y deportivas, pero nada de eso impidió que Santiago siguiera atendiendo su responsabilidad de cuidar a Hawka de la mejor manera. Cuando no podía pasearla entre semana todas las veces que hubiese querido, le dedicaba mas tiempo los fines de semana. Pero nunca lo asumió como una carga, sino como el tiempo de relajación con su amiga, que siempre estaba dispuesta para paseos, juegos y travesuras.
Pero la vida da sus vueltas y los conflictos de los adultos también pueden afectar drásticamente relaciones de amistad tan hermosas como la que tenían Santiago y Hawka. Fue así como después de tener un hogar donde juntos compartieron su infancia, ellos se volvieron peregrinos entre 2 hogares diferentes. Santiago, por ser menor de edad, debía pasar un tiempo con el padre y otro tiempo con la madre, que ahora estaban separados. Se acordó que ese tiempo fuera una semana con uno otra semana con otro. Y Santiago se convirtió el niño que en su traslado de hogar llevaba consigo, su guitarra y a su amiga Hawka. Y es precisamente aquí, donde empieza para Hawka el camino de conocer nueva gente en su vida.
En la semana que estaban conmigo, Hawka vivía en el patio de la casa de la vecina, al cual teníamos acceso a cualquier hora y allí atendíamos las necesidades de Hawka, y tratábamos de que su rutina no se viera afectada. Hawka se supo ganar el corazón de los dueños de la casa y en los ratos en que familia estaba en casa, compartía con ellos.
Un día, hubo un incidente en la otra casa de Hawka, recuerdan que les mencioné que Hawka es territorialista con los miembros de la familia. Al mediodía, cuando Santiago regresó de la escuela y le estaba dando la comida, ella vio pasar al vecino con su perro, inmediatamente saltó el muro que separada el solar de la casa, de la carretera, cruzó la carretera y fue a pelear con el perro del vecino, que, por otros incidentes del pasado, no lo tenía en sus mejores afectos y aprovechó ese momento para demostrárselo. Con tan mala fortuna, que justo en ese momento pasa el carro de la policía, el vecino llama a la policía y denuncia el ataque sobre su perro. La policía se detiene y asume el caso. En sus investigaciones, detectan que Hawka esta al cargo de un menor de edad, por lo cual no pueden hacer directamente la diligencia, pero el proceso sigue. El caso fue que debimos asumir los gastos de veterinario del perro del vecino, pagar multa porque Hawka estaba sin control y explicar la situación ante las autoridades competentes. A las pocas semanas recibimos una resolución donde la entidad encargada de animales catalogó a Hawka como animal peligroso, que no debe estar bajo el cuidado de un menor de edad; que solo es permitido que salga a pasear en compañía de un adulto y si la situación se repite, Hawka será llevada para aplicarle la inyección letal. No son exageraciones. En países donde las leyes están escritas para ser obedecidas y eso sumado a algunos casos de intolerancia de personas que creen que los animales se humanizan y olvidan que los animales siempre son animales y tienen sus instintos naturales, se pueden presentar casos como este.
Ante esta situación, traté de que Santiago estuviera con Hawka solo en los espacios del patio de la casa, que no fuera a los paseos solo con ella. Y para evitar encuentros con otros perros, siempre tratábamos de llevarla muy temprano a caminar o llevarla a lugares donde sabíamos que pocas personas iban con sus mascotas. La presión fue creciendo y ante el sentimiento de haber perdido parte de la libertad, llegamos a una dolorosa decisión, decisión que, aunque fuera dura, la tomábamos pensando en el bienestar de Hawka. Llevamos a Hawka a Colombia. Allí estaría en casa de mi madre. La aventura de viajar con ella fue algo inolvidable, dolía el corazón, pero estamos seguros de que estábamos haciendo lo mejor para ella y su corazón rebelde y libre.
Finalmente, se quedo en un lugar de la sabana, en un centro recreacional, un sitio campestre, que de alguna manera le ofrecía condiciones de naturaleza, similares a las que había disfrutado en Eslovenia. A los pocos meses una moto la atropelló y le partió una pierna. De pronto eso le quitó un poco la vitalidad que tenia desde siempre, pero estoy segura de que su mayor tristeza fue separarse de su gran amigo. Estoy segura que sus ojos dejaron de sonreír, cuando pasaron los días y Santiago no llegó mas a sacarla a pasear, y a pesar de que otras personas jugaban con ella, los juegos con Santiago eran diferentes, eran juegos de gladiadores, que en la pradera rodaban por el piso, y llenos de barro y mugre los dos, se sentía los mas felices.
Hawka, se recuperó del accidente y al poco tiempo llegó la pandemia, y la persona que la recibió y la cuidó, tuvo que salir de allí y nuevamente Hawka perdió a la persona que veía como su amo. Pasó varios meses en custodia de diferentes personas conocidas, esperando mi regreso, para finalmente llevarla al sitio que inicialmente estaba destinada.
Hoy, veo a Hawka madura, menos impulsiva, recuerda su vida del pasado y a pesar de todo lo que ha vivido, todas las despedidas que ha afrontado, me conmueven la paz en sus ojos, ver que ha afrontado los golpes de la vida con valentía, con paciencia, con dignidad y sin resentimiento. Entonces no puedo dejar de pensar que muchas veces los animales, viven mas confiados porque viven el hoy, ella no sabe que le depara el mañana y seguramente no le interesa, o porque no sabe que exista un mañana o porque para qué preocuparse por algo que no puede influir.
Y al final, la que lleva una cantidad de dilemas y culpas en la conciencia soy yo. Porque en su mirada, veo la confianza que tiene en mí, pero yo me siento traidora, me siento culpable por haber tomado decisiones que afectaron a un ser inocente, me siento culpable por haberla separado de Santiago y sueño con la oportunidad de volverlos a verlos sentados uno junto al otro, Santiago abrazándola y los dos mirando al horizonte.
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