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…existirían los bancos sentimentales, una bolsa de valores emocionales, hasta la casa de cobranza de besos o incluso casinos donde todo el mundo juega su primer amor y lo pierde apostándole a otro.

Si viviéramos del amor nadie se enamoraría, porque hacerlo, sería lo mismo que entregarle a otro su fortuna; una fortuna que hoy en día le entregamos a cualquier persona que no vale la pena, a un aparecido o aparecida que aprende rápido a ganarse nuestro corazón para después arrojarlo a la basura como una hoja de papel que utilizó y que ya no le sirve.

Si viviéramos del amor, los abrazos serían como una inversión a corto, mediano y largo plazo, una inversión que se duplicaría en la bolsa de valores emocionales todos los días y cuyos accionistas serían las personas de buen corazón; no como ahora, que vivimos rodeados de personas con intenciones negativas, personas que son profesionales en el arte del engaño y las mentiras, tan falsas y atrevidas como para andar por ahí en el mundo estafando a otros con un «te amo mucho» o «eres el amor de mi vida», malditos falsificadores, embusteros, todos ellos son los que entran al casino y se llevan como botín las ilusiones y los sentimientos de los demás, de los ingenuos como yo.

Si viviéramos del amor, las casas de cobranzas no serían tan rentables, porque todos valorarían sus sentimientos, ilusiones y amor propio, evitando fácilmente las deudas o a los malditos falsificadores y ladrones de sueños; en este momento las casas de cobranzas están llenas de personas que no supieron tomar decisiones, que se dejaron llevar por sus impulsos, que calcularon mal su futuro, y esto mismo sucede cuando nos fijamos en alguien, nos dejamos enredar y terminamos comprando un mundo que aparentaba ser mágico, pero que resultó siendo una pesadilla.

Si viviéramos del amor, todo sería diferente, pero como el mundo no es así, ya dejé de creer en ello.

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