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Por: Salomón Figueroa

Este gobierno llegó a trazar un nuevo rumbo, con una misión clara de defender los derechos de los y las trabajadoras en Colombia. Para eso es necesario cambiar las prioridades sobre las cuales tomamos decisiones y construimos sociedad. La reforma laboral presentada por el gobierno ha sido muy controvertida porque precisamente rompe con la lógica tradicional que tiene como objetivo directo mejorar la competitividad, aumentar las ganancias de los empresarios y generar la creación de nuevas empresas.

La ley 789 de 2003, reforma laboral de Álvaro Uribe, fue realmente una reforma empresarial y una contrareforma laboral que trajo retrocesos en derechos y en la remuneración justa de los y las trabajadoras, aumentando la jornada laboral y quitando recargos adicionales, generándoles pérdidas de más de 35 billones de pesos desde su expedición. Lo peor, es que estas medidas nunca demostraron tener un impacto real en el aumento de la formalidad, y es que, es ilógico pensar que la única forma de potenciar la formalización laboral y el crecimiento empresarial es a costa del detrimento de los derechos de quienes diariamente sudan para ganarse el pan.

Y aunque en Colombia haya venido disminuyendo la tasa de desempleo -disminuyó 1.6%-, esto no representa una victoria, ya que no garantiza que los empleos disponibles ofrezcan condiciones laborales óptimas o una buena remuneración, por el contrario, la tasa de informalidad aumentó 0.9%, es decir que la disminución del desempleo es solo maquillaje pues la verdad es que aumentó más la informalidad. Cambiar esto, es el fin de esta reforma, resignificar a todas las personas trabajadoras, reemplazar el miedo por seguridad y remunerar la labor de forma justa.

Hoy la situación laboral es deplorable. Más de dos millones y medio de personas viven en una constante situación de incertidumbre porque se encuentran vinculados con contratos de prestación de servicios o contratos laborales de corto tiempo. Cambiar esto, brindado estabilidad para los trabajadores es un beneficio para toda la sociedad. Por parte del trabajador, mejoraría su calidad de vida, su bienestar emocional, se le garantiza el derecho al descanso y al estudio, esto a su vez se transforma en una mejoría para toda la sociedad. Las empresas por su parte reducirán la tasa de rotación laboral, formando trabajadores más capacitados y con mayor experiencia generando una mayor productividad.

Ahora, el gran miedo de la reforma es el impacto a las empresas y a la economía. Por eso es necesario conocer nuestro postulado, la riqueza proviene del valor agregado y de la movilidad del capital no de su acumulación, es por tal motivo que distribuir un mayor capital entre los y las trabajadoras y no acumularlo en las medianas y grandes empresas dinamizará la economía permitiendo un aumento en el consumo y por lo tanto una mejoría en las ventas de las empresas.

Un escenario muy diferente aplicará para las micro y pequeñas empresas, quienes, aunque el bienestar de los trabajadores también aumentará la productividad, el aumento de los costos puede poner en riesgo su funcionamiento; es por eso, que la reforma debe incluir medidas transitorias y diferenciales para ellas, que les permita, gradualmente, a medida del crecimiento económico, empezar a asumir estos nuevos costos.

Otro punto esencial de la reforma es el aumento de la licencia de paternidad. Ahora los padres van a poder contar con 16 semanas, lo que se traduce en un aporte a la nivelación de la cancha. Es decir, para las empresas será igual de riesgoso, en términos de costos, contratar una mujer o un hombre o una persona no binaria, pues en todos los casos la licencia parental será la misma.

En conclusión, esta reforma busca dignificar el trabajo, recuperar los derechos laborales, quitar el miedo, potenciar el trabajo de la mujer, democratizar el capital, y cambiar las lógicas de mercado, colocando como prioridad la dignificación laboral. Considero que esta reforma es esencial en el camino de valorar el trabajo de cualquier persona, sea migrante o no, para darle el lugar fundamental que tiene como parte esencial de la dignidad humana.

Rescatemos la labor de los más de 22 millones de obreros, campesinas, repartidores, programadoras, bachilleres, deportistas y empleadas domésticas, de cualquier persona que contribuye a la construcción de este país. Digámosle a cada una de ellas que su labor es necesaria, que su aporte es importante para la construcción de Colombia. Digámosle que se apruebe la reforma o no, seguiremos luchando siempre por la dignificación de su labor, por la defensa de su humanidad y por la reducción de la desigualdad social y económica.

Twitter: @SalomonFigueron

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