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De abundantes carnes, muy abultado y corpulento, que excede del grosor corriente en su clase, muy grande o fuera de lo corriente. Así define la Real Academia de la Lengua (RAE) la palabra gordo, entendida también como un adjetivo con la cual se califica a quienes presentan sobrepeso y obesidad en nuestro país.

Ser gordo ha sido un tema muy sonado en los medios de comunicación a partir de los resultados de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (Ensin 2015) donde señala que más de la mitad de los adultos colombianos entre 18 y 64 años (56 por ciento) tiene sobrepeso u obesidad. Sin embargo, más allá del índice de masa corporal, la talla, el peso o los desórdenes nutricionales, la encuesta debe ser el punto de partida para que el país reflexione sobre un problema de salud pública donde sobre los individuos vienen haciendo influencia las redes sociales y comunitarias, las condiciones de vida, trabajo, socioeconómicas y culturales. No solo es un asunto de edad, sexo, factores físicos o genéticos que se resuelven haciendo llamados a la comunidad. Eso sería querer simplificar algo tan complejo.

Publicidad que engorda:

La encuesta dejó también al descubierto que siete de cada diez niños permanecen de manera excesiva frente a las pantallas, un fenómeno similar al de los niños en España donde el V Estudio CinfaSalud, avalado por la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) reveló que siete de cada diez prefieren comer con la pantalla de televisión adelante o mientras manipulan una pantalla táctil.

La pregunta es ¿qué ven los niños en las pantallas? La respuesta es: publicidad que engorda. Investigadores de la Universidad Javeriana para el año 2012 liderados por el profesor Luis Fernando Gómez, en un ejercicio analizando la franja infantil del canal RCN encontraron que 96,43% de los mensajes publicitarios estaba relacionado con alimentos ultraprocesados y el 3,57% con alimentos no procesados. En últimas, alimentos no saludables. Hoy, 5 años después el problema sigue intacto y aún con mayor impacto por las redes sociales, donde las estrategias de mercadeo promueven bajo la manipulación a los usuarios con juguetes, personajes de película y ficción el consumo de alimentos ricos en grasas, azúcar y/o sal.

Impuestos a bebidas azucaradas:

No solo por su relación directa con la obesidad, el consumo de bebidas ricas inclusive tiene impacto en la salud oral por favorecer la presencia de caries y erosión dental. Vale la pena que se retome en el país los impuestos que permitan hacer menos atractivo el consumo de estas bebidas, así como lo empieza a ver países como México quienes también tienen alborotada la cifra de la obesidad, pero donde a diferencia de Colombia desde 2014 aprobó el impuesto del 10% y en el estudio “In Mexico, evidence of sustained consumer response two years after implementing a sugar-sweetened beverage tax” llevado a cabo por la Universidad de Carolina del Norte en conjunto con Instituto Nacional de Salud Pública de México, encontraron una disminución en el consumo del 5.5% el primer año y un 9.7% el segundo año tras la implementación permiten tener datos relevantes para las políticas públicas que buscan reducir el consumo de las famosas “calorías vacías”.

Etiquetas en alimentos:

A la hora de comer, no basta con el contenido del producto, sino también con su envoltura. Por ello bajo la premisa de “que el consumidor debe tener acceso a la información” el país necesita avanzar con el proyecto que busca que bebidas azucaradas y productos de bajo beneficio a la salud tengan una rotulación visible que prácticamente alerte que ese producto es perjudicial para la salud, ya sea por exceso de sodio, azúcares, grasas totales, grasas saturadas, entre otros.

Ser obeso, estar en sobrepeso o simplemente ser gordo no solo es un reto de los individuos. Se trata de un reto con una resolución social.

Mucho de todo lado. Así de sencillo. La obesidad es como problema de salud pública, algo multidimensional que necesita de un abordaje holístico, en cuanto representa una menor esperanza de vida, mayor morbilidad y aumento en los costos de atención en salud. No basta con que una sola golondrina haga verano, ni un dedo haga la mano o una flor el ramo.

Se trata de un problema socialmente determinado que, en el corto, mediano o largo plazo puede desencadenar desde trastornos de patrón de autopercepción – autoconcepto, rol y relaciones en la sociedad, sexualidad y percepción de la salud.

Ser obeso, estar en sobrepeso o simplemente ser gordo no solo es un reto de los individuos. Se trata de un reto con una resolución social.

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