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Anuncian desde el Vaticano, que en septiembre nos visitará el Papa Francisco, un señor con cara de bueno, que ha demostrado en poco tiempo, que a la iglesia Católica, le faltan muchos siglos antes de enterrarla, como muchos pastores de garaje anuncian cada rato.

Como es apenas natural, en Colombia, el tema no ha estado exento de tropeles y marrullas porque todos quieren sacarle el jugo a la visita, sin siquiera preocuparse en dónde botarán las pepas.

A esta hora en algún taller de Dosquebradas o en algún container procedente de la China, hay alguien trabajando en las camisetas con la imagen de Francisco, en los escapularios de Francisco, en los gorros de Francisco, en las pancartas de Francisco, en los pocillos de Francisco, en las monedas conmemorativas de la visita de Francisco. ¿Y Francisco? Francisco sano en el Vaticano, sin saber la máquina de plata que se mueve en Colombia con su imagen.

Pero obviamente no solamente se mueven los lavadores de dinero o los rebuscadores cotidianos, porque hasta los presos se frotan las manos con la posibilidad de una ley de jubileo. En la iglesia, se mueven los obispos y las monjas, porque una visita del Papa es como la carne en tiempos de Cuaresma y no se ve todos los días. Se mueven monaguillos y seminaristas, estudiantes de teología y de básica primaria, beatas y muchos pecadores redimidos. Hasta los curas pederastas, se persignan y se alistan. Todos quieren verlo, todos quieren saludarlo porque, Su Santidad (como le decimos los creyentes) es una especie de dueño de la franquicia de Dios sobre la tierra.

Y claro, como no, se alistan los políticos de turno para acercarse al Papa, que aunque ha lidiado ya con Trump y con Obama, con Putin y con la Merkel, con Cristina y con Mujica, con seguridad no se ha topado con un congresista colombiano y tal vez, por eso, aún conserva su cara de bondad.

Su Santidad, la lista es larga, empezando por un Presidente en pleno ocaso porque con su visita cierra el broche: cese al fuego, premio Nobel y alguno que otro reconocimiento afuera, sin importar que el rancho arda, la economía se nos muera y la popularidad siga en picada. Está también el señor expresidente. Usted ya lo conoció en su despacho. Altivo, irreverente, insolente, quejumbroso y quisquilloso. Usted que dice ser el representante de Dios en esta tierra y los precandidatos del Centro Democrático que dicen que a usted, Uribe nunca lo ha nombrado. El señor exvicepresidente también se le aparecerá porque lo que le falta de dedos en las manos, le sobra en el ego y él cree tener un puesto por derecho propio. Estarán por supuesto, Ordoñez en tirantas, el Fiscal, el Procurador, el Contralor, Roy y Dilian Francisco, Cristo, pero no el bueno que usted conoce, sino el ministro lleno de arandelas y desvíos, Peñalosa y hasta Gina con Cecilia. Si escucha gritos y alboroto, con seguridad son Petro, Robledo y Claudia López. Pero eso no es todo, porque si con los políticos y obispos no le alcanza, se le tiene a Mario Hernández, Pilar Castaño, Vicky Turbay, Jean Claude, el dueño de Aviatur y por supuesto, el «concejal de la familia» cuya única misión en esta vida es robar pantalla.

Que su visita es política, no cabe la menor duda, y con respeto, como dicen en los programas matinales, usted también es un político, que se mueve como Messi en plena área. Igual al siempre recordado Juan Pablo II, que con su carita bondadosa se llevó por delante a todo el sistema comunista, usted opina de lo divino y de lo humano, de economía y pederastia, del infierno y los pecados. Como los políticos.

Como verá, después de su visita de septiembre, usted podrá reclamar a voz en cuello el título de santo. Al fin y al cabo si lo hacen los del Centro Democrático, por qué no alguien que en verdad se lo merezca…

 

 

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