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El Cholo no se debe ir, sino que el Atlético necesita fichar en invierno lo que no fichó en verano.

Si el Real Madrid pasa por mal momento, su rival de patio, el Atlético de Madrid, pasa por uno peor. De aquel equipo que retó la hegemonía de los blancos y del FC Barcelona ganando una liga, que compitió en dos finales de Champions y ganó una Copa del Rey, poco se encuentra en el juego actual colchonero. Mientras algunos acusan que es un maleficio por cambiar escudo y estadio al mismo tiempo, la realidad apunta a tres factores más fácticos, en cierto modo más reversible e incluso comparables con un monoplaza de F1.

Si bien hubo mucho debate sobre el cambio de imagen y de terreno del rojiblanco, el mal momento se debe más a aquello que no pudo hacer. La sanción que le impuso la FIFA impidió que el Atlético trajera refuerzo y tapara huecos que, si bien no son dramáticos, pueden ahogar a un equipo a largo plazo. No han encontrado aún un compañero para Antoine Griezmann, aquel llanero solitario francés que recuerda al Lionel Messi de algunas selecciones argentinas. En el medio hay jugadores fuertes, como Gabi y Koke, además de un joven Thomas, pero la falta de receptores adelante les ha agotado el cerebro y las ideas. Atrás es donde se nota más la falta de nuevos vientos. Las lesiones, el bajo momento de Diego Godín (que sigue de vacaciones) y el agotamiento de los años de unos jugadores que han competido con una filosofía muy física, han sido enemigos del equipo. Bien dice la prensa española al señalar, tras el empate con el Qarabag, que no es sano que Jan Oblak sea la figura de forma tan frecuente. Al equipo le falta una parada en pits.

Así lo siente el piloto, don Diego Simeone. La cabeza del argentino está agotada, no porque ya no tenga la talla para la tarea, sino porque ya no sabe cómo más explotar el potencial del equipo. Un equipo debe reinventarse cada cierto tiempo para que los rivales no le cojan la ficha. Sin nuevos jugadores, Simeone no tiene cómo reinventarse, pues no solo sucede todo lo descrito en el párrafo anterior, sino que el DT ya exploró y usó todas las cartas jugables con los futbolistas que conforman la plantilla. Ya puso a Griezmann de delantero centro, mediocampista y extremo, a Thomas de lateral, delantero y mediapunta, y al equipo a presionar duro y a meterse atrás. Si no llegan nuevos jugadores, los planes se vuelven predecibles y los rivales pasan en la primera curva al pobre Simeone de la manera más simple posible.

Hablando de eso, los rivales son otro factor. Así como el carro Atlético no pudo cambiar el motor ni mejorar las alas posteriores, equipos como Villarreal, Sevilla y Valencia sí lo hicieron. La llegada de Carlos Bacca al submarino amarillo, de Jesús Navas a Andalucía y del entrenador Marcelino a los murciélagos permite ajustar piezas y hacer nuevas tácticas. A diferencia de otros años, La Liga tiene cerca de 5 equipos compitiendo mano a mano por el liderato. La mala situación colchonera se junta con una excelente forma de otros equipos ibéricos. En este momento, los de Simeone se ubican cuartos en la tabla por debajo del Barcelona (que tiene capturado el primer puesto), Valencia y Real Madrid (de mala temporada, pero presente en todo caso). Sevilla y Villareal (y otros como Leganés) le respiran en la nuca, esperando un error para bajarlo del top 4. Está corriendo contra monoplazas renovados.

Así que nada de brujas, nada de que el estadio y el escudo están malditos. El Atlético de Madrid sufre al ser el único equipo sin nada nuevo qué aportar. Ya le había pasado al Barcelona, pero éste recurrió a su cantera y tiró de ella. A partir de ahora, dos son las esperanzas colchoneras. La primera, que Diego Costa (jugador del club no inscrito) recupere su forma y pueda acompañar a Griezmann, pero para averiguarlo es necesario que llegue enero. La segunda, que el club aproveché bien y compre en invierno cuanto necesite para mejorar un carro necesitado de aceite, motor y llanta. Eso sí, que no cambie de piloto, pues la ida de Simeone solo empeoraría todo.

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