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Es problemático tener un entrenador en la Selección Colombia que critique en la prensa a sus jugadores como hizo Juan Carlos Osorio.

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Cada día me interesa menos que Juan Carlos Osorio dirija la Selección Colombia. A su pelea con la prensa colombiana a finales de 2019 se suma la entrevista que concedió a ESPN esta el 30 de mayo. En ella, reveló intimidades del vestuario de México durante el Mundial 2018 que dejó mal parados a sus exdirigidos. El tono victimista y arrogante que usa desde hace rato no va con un grupo como el colombiano, que responde mejor cuando el entrenador los arropa y no los vende para salvar su prestigio.

Osorio reveló en la entrevista que los jugadores mexicanos no respondieron cuando les preguntó si estaban listos para enfrentar a Brasil por los octavos de final del Mundial. Al silencio él dijo: “yo estoy preparado porque llevo 30 años trabajando para jugar contra los mejores”. Perdieron 2-0.

Es cierto que llevaba años preparándose para un Mundial. Juan Carlos es quizá, junto a Reinaldo Rueda, el entrenador colombiano que más sabe de táctica. Sacó lo mejor de un grupo mexicano que, si bien era bueno, no tenía nivel para ganar una Copa América, una Confederaciones y menos un Mundial. Se podía pensar en “cosas chingonas”, como dijo el delantero Chicharito Hernández, pero México era inferior a muchos equipos en Rusia 2018.

Ojalá supiera de gestión de vestuario como sabe de táctica. El tono de Osorio en ESPN es el de aquel que se quiere soltar la carga de la culpa y decir “yo no fui”. Un entrenador debe encargarse de la estrategia, pero también de mantener el equipo con ganas. Si el grupo no llegó animado al partido de Brasil, Juan Carlos debió mirarse al espejo y preguntarse por qué. Vender a los jugadores a la prensa así dos años después es caer bajo y mostrarse débil ante las situaciones adversas.

Días después de la entrevista, Osorio se refirió a sus declaraciones con el mismo tono arrogante: “soy responsable de lo que dije, no de las interpretaciones”. Si fuera jugador, no me interesaría tener en el camerino un jefe con el que no pudiera ser sincero por miedo a que mi conversación salga un día a la luz de esa manera. Ni siquiera José Pékerman, después de que tantos futbolistas colombianos le criticaran, ha salido a vender a nadie. El líder debe ser el más sabio y Osorio no se ve sabio sino arrogante. Ese problema no lo quiero en la Selección.

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Sobre el racismo hay poco nuevo que decir. Sucede igual con el machismo, la xenofobia, la homofobia y cualquier tipo de discriminación. El trato despectivo a la gente por el simple hecho de ser diferentes es una enfermedad. ¿Dónde está ese código moral que tanto pregonan las religiones, las constituciones y las reglas que inventamos a ritmo industrial? No sé, pocas personas lo siguen bien. Invito a pensar y a rechazar los discursos que promueven el odio.

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