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La Selección Colombia arranca 2021 con demasiados temas por resolver y Rueda, a pesar de ser un buen entrenador, quizá no es el indicado.

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El colombiano Reinaldo Rueda cerró, más tarde que pronto, su contratación como entrenador de la Selección Colombia masculina de mayores. La última vez que el equipo saltó al campo, Ecuador le metió 6-1 en Quito, resultado que acabó con el proceso de Carlos Queiroz y dejó el camino a Qatar 2022 sin comandante. Rueda, que hasta hace un par de meses dirigía a Chile, enfrenta el reto deportivo con un vestuario dolido, una hinchada dividida por su contratación y dos montañas complicadas en el horizonte: el partido contra Brasil de local en marzo y la Copa América 2021, que tendrá lugar en Colombia y Argentina.

Aunque seguimos sin saber qué pasó entre Queiroz y los jugadores, Rueda tiene el trabajo de descubrir por qué un proyecto que no perdía en partidos oficiales y cuya defensa daba garantías recibió, de repente, 11 goles y 2 derrotas en tres partidos. ¿El grupo dejó de creer en la idea del seleccionador? ¿El entrenador portugués no supo llevar las jerarquías del vestuario? Sin importar la razón, la consecuencia no puede repetirse de nuevo y eso es responsabilidad del seleccionador. José Pékerman destacaba por explotar la mejor versión de sus jugadores y crear a partir de ahí una identidad de grupo en el campo. Si eso se perdió con Queiroz, el primer objetivo de Rueda es reconstruir un vestuario unido que refleje esa conexión en la cancha.

Eso va ligado a un formato de juego coherente en el que tanto jugadores como técnico se sientan fuertes. No importa si gusta o no al exterior del vestuario. Durante la época de Queiroz, incluso con los buenos resultados del principio, un sector de la prensa y la afición disparó día y noche contra el estilo de juego que proponía el luso por ser contrario a un supuesto ADN colombiano de pases en corto y dominio del balón. ¿En qué cromosoma dice que nuestros futbolistas deben jugar al toque? Hoy la Selección se basa más en atletas que en artistas y eso es importante a la hora de definir la propuesta. Rueda debe armar una estrategia que funcione, sin escuchar a quienes solo aceptan una manera de ver el juego.

Esa idea se extrapola a otros asuntos. Hacer oídos sordos a la voz local es más fácil para un entrenador extranjero que tiene menos conexiones con el entorno del fútbol colombiano y no le debe nada a los periodistas, empresarios o peñas de aficionados. Queiroz vino y fracasó, pero eso no le impide seguir su carrera en otras tierras. Su casa y su gente están al otro lado del Atlántico. Rueda no cuenta con esas ventajas y su prestigio depende mayoritariamente de lo que diga la gente del fútbol colombiano. Ojalá tenga el coraje para frenar las fuertes influencias de nuestro deporte y no se corte la lengua para poner en su lugar a quien desee atravesar varios límites. Está bien respetar y mantener relaciones cordiales, pero sin perder la autoridad y los roles. Espero que no vuelvan los aviones y las concentraciones con la prensa pegada a los jugadores.

La segunda oportunidad de dirigir la Selección Colombia le llegó a Rueda con varios daños en el barco. No soy optimista con este proceso. Si bien me gusta la manera de trabajar que tiene este técnico, no sé si un colombiano, tan cercano al entorno de la Selección, es el indicado para solucionar los problemas mencionados. Hubiera preferido una persona que conociera el fútbol local, pero que no hubiera nadado tanto en él. Además, mientras en la dirigencia sigan Jesurún y González, partícipes de abusos, todo proyecto deportivo está manchado en la Selección Colombia.

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